El 8 de agosto una explosión en un sitio de pruebas de misiles de la costa ártica de Rusia emitió radiación y acabó con la vida de al menos siete trabajadores, cinco de ellos eran ingenieros nucleares. Las autoridades rusas tardaron días en admitirlo, pero finalmente no les quedó más remedio que reconocer que había habido algún problema con un reactor nuclear.
En las últimas horas, los niveles de radiación de la zona de las instalaciones aumentaron entre cuatro y 16 veces. Algo que ha obligado a evacuar las poblaciones más cercanas. Con Chernóbil fresco en la memoria colectiva, buena parte de la opinión pública se pregunta, ¿qué está pasando en Rusia?
Y, a decir verdad, no sabemos mucho más sobre lo que está ocurriendo al noroeste del país. La información llega a cuentagotas y, por ahora, hay pocos datos confirmados. Algo que, en plena guerra de relatos por un lado y por el otro, se ha convertido en una invitación a la calma y el sosiego.
Pero, entonces, ¿por qué todo el mundo habla de misiles secretos?
El misil secreto En marzo de 2018, Rusia anunció que estaba creando un nuevo tipo de misil global; un misil capaz de recorrer cualquier distancia sencillamente porque estaba impulsado por un reactor nuclear. Es más, el misil (siempre según Vladimir Putin) podría volar bajo e incluso cambiar de objetivo en pleno vuelo.
O sea, Putin anunció un game-changer: la mayoría de defensas antimisiles que hay desplegadas en el planeta se basan sencillamente en saber donde va y poder así interceptarlo en pleno vuelo. Si se construye un misil con esas características, las defensas de las grandes potencias se convertirían en algo virtualmente inútil. No obstante, había serias dudas sobre que los misiles tipo Burevestnik fueran a estar operativos en un futuro cercano.
Uniendo las piezas El secretismo ruso unido a la localización del accidente rápidamente hizo saltar todas las alarmas entre los especialistas y los medios occidentales, ¿podía tratarse de una prueba de un Burevetski? A la hora de publicar este artículo, nadie lo sabe a ciencia cierta. Sin embargo, los especialistas tienen ciertos indicios que los hacen, al menos públicamente, apuntar en esa dirección.
Pero más allá de especulaciones sobre imágenes vía satélite y movimientos militares extraños, es el propio comunicado de Rosatom, la agencia rusa de energía nuclear, el que abre la puerta a este tipo de interpretación. En él se detallaba que habían muerto cinco ingenieros nucleares que estaban trabajando en "ingeniería y soporte técnico de fuentes de energía isotópicas en un sistema de propulsión líquida".
Otras opciones. No obstante, no es la única opción. Según otros analistas, hay demasiados flecos sueltos en la teoría del misil propulsado por energía nuclear (como la cercanía innecesaria del lugar de pruebas a la población civil o que, en un accidente real, la cantidad de radiación emitida debería haber sido mayor) y apuntan a otras posibilidades como, por ejemplo, un submarino autónomo de funcionamiento nuclear como responsable. Por ello, en estos momentos todo está en el aire.
Imagen | Kelly Sikkema