"Estamos literalmente produciendo electricidad de la nada", decía el director de la investigación, Jun Yao, de la Universidad de Massachusetts Amherst. No es cierto, claro. Pero hay que reconocer que el Air-Gen que acaban de desarrollar (y publicar en Nature) está bastante cerca.
Y es que, aunque es cierto que el dispositivo puede producir energía con solo tener aire a su alrededor, la clave está en la humedad. En la humedad y en los "nanocables de proteínas" de la Geobacter sulfurreducens que, con solo 7 micrómetros de espesor, pueden absorber el vapor de agua que existe en la atmósfera y generar una corriente eléctrica continua conducida entre dos electrodos.
¿Geobacterias?
En 1987, Derek Lovley se dio de bruces con bacteria rarísima en las orillas del Potomac. La Geobacter metallireducens era capaz de "respirar hierro". Sí, soy consciente, suena raro. Estas bacterias eran capaces de "oxidar compuestos orgánicos y metales" para convertirlos en compuestos benignos para el medioambiente. Ese fue solo el principio, claro. Las geobacterias han demostrado su utilidad para limpiar acuíferos o conducir electricidad.
Durante años, los científicos han intentado encontrar formas de explotar este tipo de características y, ahora, un equipo de la Universidad de Massachusetts Amherst acaba de presentar un dispositivo que las usa para crear energía a partir de la humedad ambiental.
Un descubrimiento accidental
El descubrimiento se hizo por accidente cuando Yao notó que los dispositivos con los que estaba trabajando conducían electricidad aparentemente por sí mismos. De hecho, no tienen claro ni cómo funciona. En su trabajo explican que probablemente la carga se crea por un gradiente de humedad que provoca una difusión de protones en el material de nanocables, pero han de seguir estudiando el sorprendente proceso.
No es algo milagroso, claro. El Air-gen produce un voltaje sostenido de alrededor de 0,5 voltios con una densidad de corriente de unos 17 microamperios por centímetro cuadrado. Lo que en términos técnicos denominaríamos: "poco". Sin embargo, el equipo cree que conectando múltiples dispositivos se podría generar suficiente energía para cargar dispositivos del tamaño de un smartphone.
Sin embargo, para eso queda la parte más delicada: poder producir los "nanocables de proteínas" de forma industrial. De hecho, ha sido la dificultad para producirlo lo que ha retrasado el descubrimiento durante décadas. Es decir, este es el reto fundamental y la viabilidad de los dispositivos dependerá de su capacidad para producir el material. De entrada, esto nos asegura otra década en la que la energía tampoco salga del aire.
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