En momentos en los que la seguridad energética de varios países en América Latina enfrenta grandes desafíos como consecuencia del cambio climático y la crisis en la cadena de suministro, apostar solamente por las fuentes tradicionales de recursos fósiles es una idea que empieza a quedarse corta, por lo que muchas naciones de la región ya buscan una transición hacia un modelo más sostenible.
De hecho, más del 60% de la capacidad energética de la región proviene de fuentes renovables, según reporta la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) y en este caso Colombia no es la excepción, siendo el cuarto destino global de inversión en energía renovable y el tercero en cuanto a aumento de la capacidad instalada para producir este tipo de energía.
Según IRENA, 70% de la energía del país proveniente de fuentes hidráulicas, solares y eólicas, sin embargo, es necesaria una mayor diversificación de las fuentes de energía para reducir la dependencia de los recursos hídricos y garantizar un suministro sostenible en épocas de sequía. Y para hacerlo, se está aprovechando el poder de la tecnología para integrar soluciones que faciliten la transición hacia modelos sostenibles.
El papel de la tecnología en la transición
En este contexto, la tecnología es un factor clave para lograr un sistema energético que no solo sea sostenible, sino también eficiente y adaptable, por lo que la colaboración con grandes empresas han encontrado en naciones como Colombia un terreno fértil para el desarrollo de infraestructuras de energía limpia.
Esto se logra aprovechando la innovación en herramientas como sistemas de almacenamiento, plataformas de monitoreo en la nube, y en especial sistemas de inversores solares inteligentes.
Por ejemplo, a través de la plataforma FusionSolar desarrollada por Huawei, se ha implementado una solución fotovoltaica que optimiza la generación de energía solar al aprovechar el poder de la inteligencia artificial para maximizar la eficiencia de la energía producida, beneficiando tanto a usuarios residenciales como comerciales.
Mientras que su iniciativa Digital Power, que busca reducir el costo y el acceso a opciones sostenibles para industrias y hogares, ha ayudado a generar más de 1.109 mil millones de kWh de energía verde desde su lanzamiento a nivel mundial, cifra que representa un ahorro energético significativo y una reducción de emisiones equivalente a plantar 719 millones de árboles.
Proyectos tecnológicos y colaboración en Colombia
Hasta mediados de 2024, la tecnológica china implementó más de 30 proyectos de energía solar en Colombia, logrando una capacidad de generación de 1.5 gigavatios (GW), suficiente para abastecer a unos 150.000 hogares.
Este impacto no solo se traduce en beneficios ambientales, sino también en crecimiento social y económico, con proyectos que mejoran el acceso a la energía en áreas rurales y comunidades apartadas.
Por otra parte, alianzas estratégicas con organizaciones locales e internacionales como ACOSOL, FISE y el World Energy Council, las empresas tech están apoyando la implementación de proyectos de energía limpia en zonas que anteriormente no tenían acceso confiable a electricidad.
Según Diego Tang, director de Huawei Digital Power en Colombia, la visión de la compañía es que “la tecnología sea un habilitador para resolver problemas apremiantes como el cambio climático y la eficiencia energética, contribuyendo a un futuro sostenible”.
Impacto económico y social de la transición
La transición hacia las energías renovables es también un catalizador de desarrollo económico y creación de empleo en Colombia y el resto de la región, de acuerdo con IRENA y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las inversiones en infraestructura renovable en América Latina han generado más de 1.2 millones de empleos en los últimos cinco años, y se espera que esta cifra aumente con el crecimiento del sector.
Además, un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que la expansión de las energías renovables podría reducir las tarifas de energía para los consumidores en hasta un 30% en los próximos diez años, beneficiando a las poblaciones más vulnerables y estimulando el crecimiento económico.
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