Según lo recuerdo, hubo una época en que a las puertas de las facultades de tecnología e informática se agolpaban cientos de empresas hambrientas en busca de ingenieros recién hechos que llevar a la boca. Con el tiempo, el hambre ha remitido un poco, pero lo cierto es que basta con mirar cualquier plataforma de búsqueda de empleo para ver, negro sobre blanco, que siempre faltan profesionales STEM.
Pero, ¿Por qué? La respuesta más evidente es que hoy por hoy los empleos relacionados con la ciencia, la tecnología, la ingeniería o las matemáticas son un factor fundamental no sólo para el crecimiento económico del país sino, sobre todo, para el éxito de las empresas. Y sí, eso tiene mucho que ver, cierto. Pero David J. Deming y Kadeem L. Noray de la Universidad de Harvard han descubierto algo más.
Tenemos fecha de caducidad
En un interesante estudio, Deming y Noray han analizado la vida laboral y los sueldos de cientos de miles de profesionales STEM durante los últimos años. Los datos reafirman la idea de que, comparado con el resto de profesiones, este tipo de profesionales tienen muy sueldos elevados desde el principio de sus carreras. Sin embargo, los datos también muestran que esos sueldos bajan increíblemente rápido.
Según los autores, la "escasez de STEM" se explica porque el cambio tecnológico hace que los profesionales queden desactualizados y sus conocimientos caduquen. Nuevas tareas, nuevos lenguajes, nuevas tecnologías se incorporan continuamente al mundo tecnológico y convierten todo lo anterior en piezas de museo arqueológico.
Las cifras dan vértigo: el rendimiento económico de las titulaciones STEM cae en más del 50 por ciento durante los 10 primeros años de vida laboral. Es decir, a diferencia de lo que ocurre con el resto de las profesiones, la gente del mundo de la ciencia y la tecnología no va mejorando sus sueldos con el tiempo.
A medida que los profesionales no pueden seguir el ritmo de actualización tienden a ir siendo sustituidos por nuevas hornadas de profesionales y su sueldo decae progresivamente hasta homologarse al del resto de la población.
La vida en permanente actualización
La conclusión más directa, como señala el economista Luis Garicano, es que estudiar STEM es una buena inversión siempre y cuando no dejemos de estudiar. Como dice Demóstenes, "a profesión que más se había visto obligada a reinventarse por los avances informáticos es... la informática".
Y es que, si nos fijamos atentamente en los datos de Deming y Noray, los estudios no-STEM son menos rentables a corto plazo, pero tienden a revalorizarse con el tiempo.
Los profesionales STEM y el mercado formativo han encontrado diferentes formas de facilitar esa actualización profesional (bootcapms, acreditaciones, moocs, etc...) Pero, como señalan los autores, estos datos también muestran que a medida que la sociedad se digitaliza emerge la necesidad social repensar los sistemas educativos como algo que va más allá de la infancia y la juventud.
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