2019 se estrenó con una noticia bomba: por primera vez en más de tres lustros, Apple revisaba a la baja sus expectativas de ingresos para los próximos resultados trimestrales, una mala señal se mire desde donde se mire, sobre todo para una empresa acostumbrada a dar otro tipo de comunicados. Ahora se enciende otra luz roja para la industria tecnológica: Samsung tampoco pasa por su mejor momento y también ha avisado de que vienen curvas.
La guía de ingresos de la surcoreana para el año 2018 publicada el pasado viernes indica ingresos récord por valor de 15.500 millones de dólares en el tercer trimestre: la cifra más alta de la historia de Samsung. Sin embargo, los detalles son los que suponen malas señales.
Beneficio muy a la baja
En este informe se reporta que los ingresos logrados en el último trimestre de 2018 caerán un 11%, y los beneficios en torno a un 29%, pasando de los casi 13.500 millones de dólares del año anterior a los 9.700 del actual. Esto ocurre en un contexto en el que Samsung venía de 18 meses rompiendo récords de beneficios, gracias sobre todo a la venta de componentes para otros dispositivos de terceros y para servidores de datos que requerían de sus chips de memoria.
Las malas noticias no acaban aquí: sus smartphones cayeron un 7% en distribuciones en el tercer trimestre de 2018 y completan así un año de caídas encadenadas. TuanAnh Nguyen, analista de la industria de telefonía en Canalys, comentó que "Samsung está sufriendo una desaceleración en muchos mercados". Hace casi un año ya advirtió de que "lo novedoso de los smartphones premium estaba desapareciendo" y los últimos reportes hablan de unas bajas ventas del Note 9, su actual teléfono estrella.
Las principales víctimas de esta tendencia, Samsung y Apple, que han visto cómo en este último lustro han ido descendiendo sus cuotas de mercado. Su testigo lo han cogido, al menos en parte, Huawei y Xiaomi, quienes han ido aumentando su cuota en la misma medida en que las de las dos primeras han ido cayendo. Es curioso que sean dos fabricantes chinos, la misma región que ahora entra en crisis y también le supone un descenso considerable en las ventas.
Sobre esto último, Kiranjeet Kaur, analista de IDC, dijo que "es obvio que la competencia de actores chinos está limitando el crecimiento de Samsung en muchos mercados, incluidos los de alto crecimiento, como India y el sudeste asiático".
Hasta ahora había podido compensar esta contracción de su negocio de móviles gracias a su división de semiconductores y componentes electrónicos. Samsung es, de hecho, quien fabrica los paneles OLED de los iPhone XS y XS Max. No es un negocio trivial: el 10% de los beneficios de la empresa los ha obtenido exclusivamente con este negocio, el de venta de componentes a Apple.
El año pasado ya ocurrió lo mismo con el iPhone X, y de hecho con una paradoja: Samsung estuvo ganando más dinero con cada iPhone X vendido que con ningún otro teléfono Galaxy.
Smartphones en problemas y chips cerca de bajar de precio
El 70% de sus beneficios de 2017 llegó a través de la división de semiconductores -a falta de que se publiquen los datos finales de 2018-, que es la que más margen de beneficio arroja.
Pero aquí hay otro problema: el negocio de chips está llevando los precios a la baja. Samsung trató de mantenerlos estables controlando la demanda, pero de un tiempo a esta parte los analistas vienen advirtiendo de que los precios acabarán cayendo.
Si a esto le unimos que el mercado de smartphones, que no tiene parangón por su alcance y tasa de renovación frente a otros negocios como el de televisores o el de electrodomésticos, también anda a la baja, tenemos a las dos patas del negocio de Samsung atravesando problemas o cerca de ellos.
La madurez de la industria del smartphone tampoco está sentando bien a Samsung, que en 2017 no fue capaz de replicar los beneficios que logró en 2014 y sigue por debajo de aquellas fechas. Las noticias que deja este inicio de 2019 son aún peores y el año pinta complicado para Samsung. Su consuelo es que no está sola. Su desafío, volver a los números de antaño.