¿Cuántos chuletones os habéis comido últimamente? Seguro que hay excepciones, pero los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) son concluyentes: el mundo está comiendo menos carne que hace años.
De hecho se espera una caída del 3% el el consumo per-capita de carne este año, lo que representaría la mayor caída en este segmento desde el año 2000. La pandemia ha prolongado un fenómeno singular: en 2019 la producción de carne bajó respecto al año anterior, algo que no ocurría desde 1961, y se espera que ocurra lo mismo en 2020. Jamás en la historia se habían dado dos años consecutivos de caídas de la producción de carne, así que... ¿qué está pasando?
Comemos menos carne en general, pero no paramos de comer carne de pollo
El extenso análisis de Bloomberg basado en los datos de la ONU muestra claramente cómo la producción global está cayendo tras una línea ascendente casi constante.
La situación es insólita y la pandemia de COVID-19 tiene mucho que ver sin duda, pero el análisis en detalle de la situación arroja otras conclusiones. Aunque la FAO hace el seguimiento de 18 tipos de carne, pero en realidad tres son absolutamente protagonistas: la de cerdo, la de pollo y la de ternera. Las tres han supuesto entre el 85 y el 88% de la producción total en las últimas cinco décadas.
Aunque la relevancia conjunta de estos tres tipos de carne no ha cambiado apenas, sí lo ha hecho su ritmo de producción. Mientras que en 1965 se comía sobre todo cerdo y ternera, hoy en día el reparto favorece al pollo, que ha triplicado su consumo desde 1961 y ha pasado del 11% al 34% de todo el consumo.
El cerdo ha mantenido su relevancia, el 35%, pero es la carne de ternera la que ha visto reducido su protagonismo, que era del 39% en 1961 y que en 2018 fue del 20%. Las curvas de consumo per-capita tampoco mienten, y dejan claro que comemos menos carne de ternera que en 1961, pero comemos bastante más carne de cerdo y mucha más carne de pollo.
El cambio climático y las carnes "fake" plantean un futuro con cada vez menos carne "de verdad"
Hay un efecto interesante y positivo en este fenómeno: la producción de carne de ternera tiene un impacto especialmente notable en el cambio climático, y de hecho las emisiones de esa producción son unas 10 veces mayores que las de la producción de carne de cerdo o de pollo. No solo por las granjas, sino por el cambio del uso de las tierras (como la deforestación).
En realidad el informe de la FAO revela que la producción de carne de ternera apenas se verá reducido en 2020. Si en 2018 fue de 71,5 millones de toneladas y en 2019 de 72,6, se espera que caiga a los 72 millones de toneladas en 2020 (un 0,8%). La caída en la producción se debe a la carne de cerdo, que se estima bajará un 8% respecto a 2019 (de 109,8 a 101 millones de toneladas).
La razón de esa caída concreta está en que esa producción se concentra en países asiáticos, y muchos de ellos se han visto afectados por la peste porcina africana (PPA, también conocida por sus siglas en inglés, ASF, de African Swine Fever).
Tanto a ese tipo de carne como a los demás les ha afectado de diversa forma la pandemia de COVID-19, que ha provocado una disrupción en la mano de obra en mataderos y plantas de procesado. El cierre de negocios de hostelería durante la pandemia tampoco ha ayudado a impulsar el consumo, por supuesto.
¿Qué nos depara el futuro? Según los analistas, una caída más prolongada de la producción y el consumo de todo tipo de carnes, al menos a largo plazo. La toma de medidas para aliviar los efectos del cambio climático causará desde luego impacto en la producción, pero también lo podría tener ese creciente interés por las proteinas alternativas, es decir, las carnes "falsas" creadas a partir de plantas.
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