En vivo y en directo, al condado de Narok, en el corazón del Gran Valle del Rift, le ha salido una grieta de 15 metros de profundidad y hasta 20 de ancho que ha destrozado carreteras, tendidos eléctricos y viviendas. Kenya se está dividiendo lentamente y este es solo uno de los cientos de puntos débiles que atraviesan todo el continente desde el Cuerno de África hasta Mozambique.
Las imágenes son increíbles, los testimonios son terribles. Y es que el hecho de que la tierra se abra bajo nuestros pies parece algo más propio del cine. Pero es sólo un recordatorio de las fuerzas profundas, silenciosas y soterradas que conforman el mundo en que vivimos.
Lento, pero seguro
Esa es la frase que mejor define a la geología. Los científicos saben que Somalia, Kenia, Tanzania y la mitad de Etiopía se están separando poco a poco del resto del continente en un proceso geológico que tendrá su culminación dentro de unos 50.000 años.
En las últimas décadas, las placas han permanecido relativamente inactivas, pero la debilidad estructural puede formar líneas de falla que, normalmente, se suelen llenar con ceniza volcánica. Los expertos creen que las recientes lluvias (y los movimientos sísmicos) han ‘lavado’ estas cenizas y han expuesto unas grietas que ya estaban allí.
"Quedarse aquí es como cortejar la muerte"
Esto no le resta ni un ápice de espectacularidad al problema. Ni reduce la preocupación de los vecinos que, según cuentan los medios locales, han comenzado a mudarse. "Quedarse aquí es como cortejar la muerte", decía Mary Wambui, de 72 años, cuya casa se partió en dos por el surgimiento de la grieta.
Este tipo de fenómenos, nos devuelven una y otra vez a la necesidad de estudiar la Tierra en la que vivimos y las dinámicas que la envuelven. Hace unos meses la catástrofe de Houston (o más recientemente lo que están viviendo en Puerto Rico) evidencian que los riesgos son muchos, pero el origen es siempre el mismo: la ingenuidad de pensar que dominamos fuerzas cuyo poder no somos capaces ni de imaginar.