De pequeño, pasé muchas horas en el bar de mi abuelo. Eso me dio uno de mis superpoderes: una capacidad casi infinita de concentrarme en mitad del mayor de los follones. Es más, llegado un punto soy capaz de trabajar mejor en mitad del plató del 'Chiringuito' que en un rincón de la Abadía de Silos.
El bar me dio la capacidad de desconectarme de lo que pasaba alrededor. De los gritos, los golpes de los vasos contra la barra y los aullidos de la máquina de café; de los televisores, de las personas que entran y salen, de los que cuentan chascarrillos gesticulando visiblemente las manos. Eso es una ventaja, claro; pero también soy consciente de que un problema.
El día que declaren una alarma de incendio en mi cafetería de confianza es posible que no me entere hasta que media docena de bomberos me sacaran a rastras del establecimiento. Y eso, cada vez estoy más convencido, nos está empezando a pasar con el cambio climático.
Años y años
Soy consciente de que decir esto en medio de la mayor movilización de los últimos años en torno al cambio climático es arriesgado, pero como sabe todo aquel que ha estudiado la psicología de la extinción de comportamientos, las conductas se vuelven más intensas justo antes de comenzar a suavizarse.
Ya sabemos que vamos normalizando el cambio, nos vamos acostumbrando a que el próximo mes, posiblemente sea el más caluroso del registro o que el hielo de ártico vuelva a marcar otro mínimo histórico. Pero sobre todo a que los inviernos sean distintos y los veranos no se parezcan a los de hace tan solo una década.
Por suerte hay cosas que nos ayudan a entender la dimensión de la transformación del clima que estamos viviendo. Una de ellas la comentaba Greg Jericho el otro día: el último año en experimentar temperaturas anuales globales por debajo del promedio de 1951-1980 fue 1976.
¿Qué quiere decir eso? Básicamente que si tienes menos de 43 años, nunca has experimentado un año entero con temperaturas por debajo de la media. Pero, sinceramente, quizás eso no sea lo más llamativo.
De hecho, si tienes menos de 34 años, ni siquiera has vivido un mes de temperaturas globales por debajo de la media. De hecho, el último mes con temperaturas así fue febrero de 1985 y, como dice Jericho, ya fue un mes un poco extraño, el anterior fue seis años antes.
Supongo que si cogiéramos otros marcos de referencia, veríamos cosas similares en otras épocas y lugares. Sin embargo, salvo en momentos de "acción climática", lo normal es que los cambios sean más graduales. Sea como sea, es bueno tenerlo en mente aunque solo sea para dimensionar como las cosas que están pasando.