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Hasta el sitio más recóndito de los Pirineos tiene tantos microplásticos como ciudades como París, Madrid o Barcelona

Llevamos meses escribiendo sobre la capacidad del viento para hacer algo que no sabíamos posible: la mayoría de virus y bacterias caían desde el cielo. La atmósfera se convertía en un actor fundamental en el movimiento de microorganismos, sí; pero también de la contaminación.

Frente a los vientos y corrientes atmosféricas, no hay defensa posible. Y, como muestra, este rincón de los Pirineos. Donde no llegan la electricidad, el agua potable o internet, llegan los restos de las bolsas de plástico, los tejidos de la ropa o las botellas de plástico.

La maldición de los microplásticos

¿Cómo? Durante cinco meses entre 2017 y 2018, la estación meteorológica de Bernadouze, en el Pirineo francés, registró la cantidad de plástico que caía del suelo. Y los resultados son alucinantes: hasta en ese recóndito rincón de los Pirineos, a 1.425 metros de altura y a más de 100 kilómetros de la ciudad más cercana, llegan 365 micropartículas por metro cuadrado cada día.

¿Eso es mucho? Con los datos publicados en Nature Geoscience, los investigadores concluyen que "la cantidad de partículas de microplásticos encontradas [...] está dentro del rango de la cantidad hallada en una megaciudad como París". Y no lo dicen por decir, el equipo del Laboratorio de Ecología Funcional y Medio Ambiente de Toulouse ha desarrollado varias mediciones sobre la situación de la capital francesa.

¿De dónde viene? Los investigadores están seguros de que esa enorme cantidad de microplásticos no puede venir de ningún lugar cercano. Gracias a un análisis de los patrones de viento y la trayectoria del aire, todo parece indicar que el transporte microplástico a través de la atmósfera se está produciendo desde, como mínimo, 95 kilómetros a la redonda.

No obstante, los investigadores también detectaron cantidades menores de polvo del Sahara, por lo que las distancias son previsiblemente mayores. De hecho, todo apunta a que los principales focos contaminadores de los Pirineos orientales es la ciudad de Barcelona, Zaragoza o Toulouse. No obstante

Nuestro legado será el plástico El trabajo muestra que la turba pirenaica contiene niveles de plomo y arsénico provenientes de actividades industriales que se remontan al 685 y en las tierras pantanosas se pueden encontrar rastros de contaminación de la Edad del Bronce. En el futuro, según los científicos de Toulouse, nuestra época se unirá al registro histórico gracias a los microplásticos.

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