El 31 de agosto de 1932 hubo un eclipse solar total en el este de Canadá y los estados de Nueva Inglaterra. Los eclipses generan una atracción extraña en los humanos y en aquel, como en todos desde que se inventó la prensa moderna, los periódicos se llenaron de piezas sobre el antes, el durante y el después de que el sol se oscureciera.
Y por lo que se publicó, no somos los únicos animales a los que nos afectan los eclipses. Había un número muy considerable de apicultores que aseguraron que las abejas se habían vuelto a las colmenas justo antes del eclipse. precisamente esto ha intrigado a los entomólogos. ¿Era cierto o era, sencillamente, otro mito más?
Silencios
Con los años, los científicos han reunido evidencias de que animales tan diferentes como las aves marinas, los copépodos o el ganado cambian su comportamiento en respuesta a los eclipses de sol. Sin embargo, como estos fenómenos astronómicos son tan rematadamente raros, no son muchas las especies que han sido estudiadas minuciosamente.
El 21 de agosto de 2017, aprovechando el gran eclipse total que atravesó Norteamérica, les llegó el momento a las abejas. Un grupo estadounidense de investigación y cientos de voluntarios grabaron decenas de campos de flores a lo largo de la trayectoria del eclipse.
Cuando el eclipse llegó a su momento álgido, las abejas se callaron. "Preveíamos, por las referencias bibliográficas, que la actividad de las abejas disminuyera a medida que hubiera menos luz durante el eclipse [...], pero lo que no esperábamos es que el cambio fuera tan súbito", explicaba Candace Galen, investigadora de la Universidad de Misuri y autora principal del estudio. Cuando la Luna completó el diámetro del Sol, las abejas se callaron de repente.
El efecto solo duró los dos minutos y 40 segundos de eclipse completo. Durante los 90 minutos restantes que duró el eclipse, las abejas siguieron sus ritmos, dinámicas y trabajos. Con matices. Según los expertos, los insectos parecían comportarse como si estuviera atardeciendo, primero, y como si acabara de amanecer, después. Para las abejas, cada eclipse es una noche en miniatura.
Sentir cómo un campo lleno de vida se enmudece de repente algo difícil de olvidar: como si la naturaleza contuviera el aliento. La ciencia también y no es para menos. Los fenómenos extraños como los eclipses son gigantescos experimentos naturales que nos dan oportunidades enormes para entender el universo, la vida y a nosotros mismos.
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