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Sin previo aviso, el puente del Golden Gate se acaba de convertir en una descomunal armónica de 12.000 toneladas

En 1846, John C. Frémont entró en la Bahía de San Francisco y creyó estar internándose en el Chrysoceras, el Cuerno de oro, el enorme estuario situado a la entrada del Bósforo en cuyas orillas los griegos fundaron Bizancio y hoy se alza Estambul. Por eso, al brazo de agua que separa el condado de Marin y el de San Francisco se le ha conocido en los últimos 150 años como Golden Gate. Nosotros, claro está, lo conocemos por otra cosa.

El Golden Gate es famoso, sobre todo, por el enorme puente naranja que desde su inauguración en 1937 se ha convertido en uno de los símbolos más reconocibles de Estados Unidos. No es para menos. Son 1.280 metros de puente suspendidos sobre dos torres de 227 metros de altura con 600 mil remaches cada una: un espectáculo para la vista y, desde hace unos días, también para el oído.

¿Quién quiere un puente icónico pudiendo tener una armónica de más de un kilómetro de longitud?

Y no, no es una manera de hablar. Escuchad.

Cuando los vecinos de la zona empezaron a escuchar este misterioso sonido no se lo podía creer. "¿Puede alguien explicarme el porqué del sonido misterioso ha estado sucediendo durante una hora en #SanFrancisco?", escribió un usuario de Twitter el viernes pasado por la tarde. Nadie había avisado de que ese tipo de sonido pudiera darse de repente.

Para desgracia de conspiranoicos, el sonido no parecía deberse a monstruosos animales marinos ni a una civilización alienígena buscando el Área 51. Es más, ni siquiera se trataba de una acción publicitaria de la nueva película de David Lynch. Todo, según los técnicos de la ciudad, se debía a unas nuevas barandillas que acababan de ser instaladas en el puente.

“Los nuevos tonos musicales que provienen del puente son un fenómeno conocido e inevitable derivado de nuestro proyecto de modernización para hacer frente a los vientos muy fuertes. El proyecto [...] está diseñado para hacer que el puente sea más aerodinámico en condiciones de viento fuerte y es necesario para garantizar la seguridad y la integridad estructural” de cara al futuro, explicaba Paolo Cosulich-Schwartz, un portavoz del Golden Gate Bridge, Highway & Transportation District.

Sabíamos que, con el reemplazo del pasamanos, el puente cantaría durante vientos excepcionalmente fuertes del oeste, eso es lo que vimos ayer. [Por el otro lado,] nos alegra comprobar que la nueva barandilla permite que el viento fluya más suavemente a través del puente" como tenían previsto. Por lo que parece, se olvidaron de comentarlo. Esto, sin dudas, es una mala noticia para todos aquellos a los que viven cerca y ese ruido extraño no les resulta especialmente agradable.

Puentes algo más que cantarines

Al menos, no se trata de algo realmente serio (como muchos se temían). Como recordaban en The Guardian, el Millennium Bridge de Norman Foster en Londres tuvo que cerrarse al público dos días después de su inauguración porque con un número de personas muy inferior al proyectado entraba en resonancia. Tardaron casi dos años en reformarlo y la fiesta costó más de seis millones de libras.

En España también tenemos un ejemplo similar al del Millenium Bridge: el puente de Arcos de Alconétar que se alza sobre el Tajo a la altura del embalse de Alcántara. El puente se hizo famoso por los problemas de resonancia que hubo durante su construcción y que podéis ver en el siguiente vídeo. Afortunadamente, la cosa pudo resolverse de forma sencilla y sin presentar problemas estructurales.

Imagen | Trent Erwin

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