Hace unas semanas os contábamos que PepsiCo estaba demandando a un puñado de agricultores indios por cultivar sin autorización la variedad de patatas con la que fabrican sus Lays. Pues bien, a principios de mes, Pepsi se echó atrás y retiró todas las medidas judiciales. Así se ha resuelto la guerra de la patata.
La guerra de la patata
El contexto. Pepsico tiene una variedad específica diseñada para contener menos agua que las variedades normales, mejorar la eficacia de sus procesos de fabricación y conseguir las propiedades organolépticas idóneas. A esta variedad se la conoce como ‘FC5' y, para asegurarse el suministro, tiene acuerdos con agricultores de tubérculos en todo el mundo.
A principios de abril de 2018, la subsidiaria de la compañía en la India demandó a cuatro agricultores porque, según sus investigaciones, “estaban vendiendo ilegalmente nuestra variedad registrada”. PepsiCo pidió 10 millones de rupias por cabeza (unos 130.000 euros) en concepto de violación de propiedad intelectual.
La polémica. Nada más conocerse la demanda, decenas de organizaciones de agricultores y numerosos políticos locales comenzaron una serie de protestas acusando a la multinacional de usar su poder y recursos para intimidar a pequeños productores que, en realidad, no estaban violando la ley. All India Farmers’ Forum llegó a convocar un boicot nacional contra los productos de la empresa.
En un primer momento, PepsiCo se ofreció a retirar la demanda si los agricultores firmaban un acuerdo en exclusividad con ellos (o si dejaban de cultivar esta variedad de patatas). No obstante, el 3 de mayo la compañía retiró la demanda sin aclarar muy bien por qué.
Sus únicas declaraciones explican que “Después de varias conversaciones con el gobierno, la compañía acordó retirar las demandas contra los agricultores. Confiamos en que seamos capaces de encontrar una solución amistosa y centrada en el largo plazo para todos los problemas relacionados con la protección de las semillas”.
Dudas encima de la mesa. Como dicen en Quartz (y como defendíamos hace unas semanas), lo más probable es que este movimiento les haya supuesto un dolor de cabeza mucho más severo que lo que representaba esa producción de patatas en un primer momento.
De todas formas, y aunque el AIFF está vendiendo esto como una victoria de los agricultores, lo cierto es que esta forma de resolver el caso deja muchas dudas sobre qué pueden o no pueden hacer los agricultores indios con las semillas. Y esto es crucial para el futuro de la comida porque no hablamos de un pequeño país con problemas regulatorios, hablamos de uno de los mayores productores de productos agrícolas del mundo.
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