El océano es una realidad cambiante. Cambia de muchas formas, pero hay una especialmente interesante: la que denominamos "oscilación multidecadal atlántica" (AMO). Un fenómeno oceánico, especialmente visible en el Atlántico norte, por el cual las temperaturas atlánticas siguen un ciclo de unos 70 años. Los termómetros suben (provocando un mayor número de huracanes y impulsando las temperaturas y las precipitaciones en las masas de tierra adyacentes) y bajan poco a poco, pero de forma sorprendentemente estable.
Pero hoy no estoy aquí por eso: hoy estoy aquí por un nuevo estudio señala que la temperatura media del océano Atlántico acaba de vivir su década más calurosa en, al menos, 2.900 años. Pese a la "oscilación multidecadal atlántica", cabe decirse. Y eso, efectivamente, es mucho que señalar. Pero, como señalan en PNAS un grupo de investigadores de varias universidades de noreste de EEUU y Canadá, para darse cuenta de ello solo hacía falta de tomar perspectiva.
Tras los sedimentos del pasado
Ellos lo hicieron. Se fijaron en el sedimento en un lago en la isla Ellesmere en el Ártico canadiense. Según sus cálculos, esa región debía de ser especialmente sensible a los cambios en las temperaturas del Océano Atlántico. ¿Por qué? Porque la cantidad de sedimentos que acumula el lago está íntimamente relacionada con el grosor de la capa de nieve. A mayor grosor, menor es el tiempo que apsa la tierra a merced de los elementos es menor y menos sedimentos son arrastrados hasta el lago.
Analizando el titanio del lago, han podido reconstruir una aproximación de las temperaturas de los últimos 2.900 años. En él, se puede identificar el patrón de subidas y bajadas de temperatura casi a la perfección. Aparece, incluso, la pequeña Edad de Hielo que irrumpió en las vidas de los europeos en torno al 1300. Sin embargo, cuando representamos todas las temperaturas en una gráfica (imagen C), el resultado es claro: va para arriba. Sobre todo, en las últimas décadas.
Los científicos también compararon los resultados del sedimento con otros, como uno de la costa sur de Islandia que cubre los últimos 230 años. Los resultados son prácticamente iguales y señalan que “el reciente calentamiento del Atlántico no tiene paralelo” en todo el tiempo que estudian los investigadores.
No cabe duda, de que hay factores naturales que podrían estar impulsando este proceso, pero como reconocen los investigadores es muy difícil desligarlo del impacto del cambio climático. Y esto es importante porque la "oscilación multidecadal atlántica" es un camino de dos sentidos. Si ahora el efecto del cambio climático se ve nítido en (casi) todo lo que nos rodea, eso puede dejar de ser así en las próximas décadas disimulado bajo el efecto de la OMA. Un hecho poderosísimo a tener en cuenta.
Imagen | Emanuel Ekström