Hay muchas formas de matar a un animal, casi tantas como las de erradicar una especie entera. En el caso del rinoceronte de Sumatra fueron décadas de caza furtiva y destrucción de selva virgen para reconvertirla en plantaciones de palmas aceiteras. En una de ella, de hecho, fue donde encontraron a Tam, el último rinoceronte macho de Malasia que acaba de morir.
La de hoy es una historia triste, pero una historia que ya nos conocemos: una especie con un enorme valor biológico, ecológico y simbólico agoniza porque no estuvimos dispuestos a cuidarla hasta que fue (casi) demasiado tarde.
La soledad que nunca acaba
La muerte de último macho de Malasia. Se llamaba Tam y, como decía, fue descubierto en una plantación de palmas aceiteras en 2008. En seguida fue trasladado a la reserva natural de Tabin en el estado de Saba donde, durante esta década, se realizaron numerosos esfuerzos para que se reprodujera. Sobre todo, a raíz de la captura de dos hembras, Puntung (en 2011) e Iman (2014), los esfuerzos se redoblaron, pero ninguno ha tenido mucho recorrido.
Y, en los últimos años, las esperanzas se han ido disolviendo: tras la eutanasia Puntung en 2017 a causa del cáncer que sufría y el empeoramiento de la salud de Tam desde finales de abril el fin de la especie en Malasia parecía sentenciado.
Un especie en franca decadencia En los últimos años, hemos hablado mucho del siniestro futuro del rinoceronte blanco del Norte, una especie que se da ya por extinta a niveles prácticos. Pero sus primos asiáticos no están mucho mejor. Se estima que existen menos de 80 rinocerontes de Sumatra en estado salvaje. Prácticamente todos, como por otro lado parece razonable, en Sumatra, aunque aún se pueden encontrar algunos en la isla de Borneo.
De hecho, quedan tan pocos rinocerontes de Sumatra que los expertos creen que "el aislamiento supone la mayor amenaza para la existencia futura de la especie". Esto se debe a que las hembras de esta especie pueden "desarrollar quistes y miomas" en sus estructuras reproductivos si pasan demasiado tiempo sin aparearse (esa fue la causa de la infertilidad de Puntung e Iman).
Un(os) mercado(s) demasiado lucrativo(s) para dejarlo(s) marchar No se puede entender el declive de la especie sin el deterioro del ecosistema de Malasia e Indonesia y la caza furtiva. En el primer caso, no está mal recordar que según la ONU hay hasta 193 especies comprometidas por la industria del aceite de palma. En la segunda, es la crónica de una muerte anunciada. Aunque su comercio internacional se prohibió en 1977, las estimaciones dicen que el mercado mundial de cuerno de rinoceronte movió entre 10.000 y 20.000 millones de dólares sólo en 2014. Esta es la historia y el final, si no hacemos algo, nos lo sabemos.