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La vida está tan mal que hasta los árboles han empezado a emigrar al oeste

En los últimos 30 años, tres cuartas partes de las especies de árboles del este de Estados Unidos se han movido. La inmensa mayoría de ellos hacia el oeste a razón de 15 kilómetros y medio por década. Sabíamos que los árboles iban a moverse, claro. Pero, sinceramente, esto no nos lo esperábamos.

Los expertos llevan décadas avisándonos de que animales y plantas iban a ir desplazándose progresivamente a medida que las temperaturas cambiaran. Creían que irían hacia arriba y hacia los polos buscando temperaturas más parecidas a las que estaban acostumbrados. Lo que no teníamos previsto era que se movieran en otras direcciones.

Go West

El movimiento de las poblaciones de seres vivos hacia los polos y hacia zonas de mayor altitud está muy documentado. Cada vez podemos encontrar más especies fuera de su hábitat tradicional. Los mismos datos que se acaban de publicar lo muestran.

Según los datos del Inventario Forestal de Estados Unidos, 86 tipos distintos de árboles se han movido entre 1980 y 2015. De ellos, un 34% de los árboles se habían movido 11 kilómetros por década hacia el norte. Pero un 47% de ellos, se movieron 15,4 kilómetros de media por década hacia el oeste. Ningún (o casi ningún) tipo de árbol se movió hacia el sur o hacia el este.

Como dato curioso (y esencial), los árboles que se están moviendo al oeste son angiospermas (árboles con flores), mientras los que se están moviendo al norte son gimnospermas (coníferas en su inmensa mayoría).

Temperaturas, humedades y algo más

Ese detalle llevó a Songlin Fei, profesor de ecología de la Universidad de Purdue, a pensar que la clave podrían ser las precipitaciones. "El estudio sugiere que, a corto plazo, los árboles responden antes a la disponibilidad de agua más que a los cambios de temperatura", explicaba Fei en Nature.

No obstante, no todo cuadra. Como ellos mismos reconocen y tras revisar los registros, "solo el 20 por ciento" de estos cambios hacia el oeste se explican por las precipitaciones. Es cierto que el oeste de Estados Unidos se ha vuelto más húmedo, pero no tanto como lo era el "este" al que estaban acostumbradas.

Así que el fenómeno es mucho más complejo: la presión que suponen las nuevas plagas, los proyectos de conservación forestal o los usos de la tierra tienen un papel fundamental en este proceso. De hecho, esto último parece fundamental.

Más allá de lo ambiental

Bajo mi punto de vista, para entender el proceso de "migración al oeste" debemos mirar también hacia donde migran y lo hacen hacia los Apalaches, "una región ciertamente inmensa - va de Alabama a Georgia en el sur y de Ohio a partes de Nueva York en el norte". Una región culturalmente muy cohesionada, pero que lleva 40 años degradándose a nivel político, social y económico.

Los árboles huyen del cambio climático, pero van hacia donde hay cambios humanos

Como en muchas otras zonas del mundo (desde la España inexistente a las inmediaciones del Tsavo) los cambios demográficos, ecológicos y económicos están alterando los equilibrios socioambientales que tenían cientos de años.

Los árboles norteamericanos están huyendo del calor, de la sequedad, de las plagas, sí. Pero están huyendo allí donde las sociedades están en crisis, donde el suelo ha perdido su uso y su sentido.

La biología es mutable, la sociedad es fija

Pero quizá la idea más interesante que podemos obtener de esto es que, al contrario de lo que solemos pensar, la biología cambia más rápida y fácilmente que las estructuras sociales. La naturaleza ya se está adaptando al cambio climático. Y a marchas forzadas.

La pregunta relevante, la que se hace el equipo de Songlin Fei, es si la sociedad podrá adaptarse tan rápido.

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