Los hipopótamos de Pablo Escobar fueron tema obligado durante la COP16

Todo comenzó en los 80, cuando en el apogeo de su fortuna criminal, Pablo Escobar, por entonces el narcotraficante más poderoso de Colombia, trajo al país cuatro hipopótamos.

Eran tres hembras y un macho, destinados a su zoológico privado de la Hacienda Nápoles, en Puerto Triunfo, Antioquia.

Cuarenta años después, los descendientes de esos cuatro ejemplares originales se han extendido por la cuenca del Magdalena medio. Son alrededor de 200, que constituyen un problema ambiental enorme para el país y un caso de estudio en materia de especies invasoras.

Era lógico que el tema tuviera un lugar en la agenda de la Conferencia de las partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP16) que se realiza en Cali. Los representantes de los países asistentes discutieron fórmulas para el manejo de invasiones biológicas que, esperan, podrían reducir este problema en un 50 por ciento para 2030.

El impacto ambiental de los hipopótamos es enorme: no solo afectan de manera directa los espacios endémicos de chigüiros y manatíes, sino que dejan a su paso el rastro de su voraz apetito, toda vez que un solo ejemplar puede devorar 100 kilos de alimentos por día.

Hasta sus heces son un problema, porque, multiplicadas por 200, están cambiando el PH de los ríos.

Pero el tema tiene ramificaciones que van más allá de lo ambiental: que docenas de estos mamíferos anden sueltos por la región pone en riesgo la seguridad de sus habitantes, que recorren ríos y humedales a sabiendas de que pueden encontrarse frente a frente con uno.

Algunos confiesan que a menudo llegan a la zona forasteros ofreciendo hasta 12 millones de pesos por uno de estos animales.

Y mientras se debate la situación, el problema sigue creciendo: el Ministerio de Ambiente dice que, si no se toman medidas, para el final de esta década la población de hipopótamos en el Magdalena medio podría superar los 400 ejemplares.

Las autoridades colombianas han dispuesto un plan de esterilización que se ha enfrentado a grandes desafíos logísticos, toda vez que toma seis horas y cuarenta millones de pesos por ejemplar.

Ante el rechazo a la eutanasia -que de cualquier modo sigue sobre la mesa- se ha contemplado el envío de algunos hipopótamos a países que quieran recibirlos. La propuesta más prometedora es la de India, que en algún momento planteó recibir a 60 ejemplares.

El de los hipopótamos puede ser el caso más conocido de una especie invasora en Colombia, pero ciertamente no es el único. Los expertos han documentado los severos daños que provocan especies como la tilapia, la rana toro, el caracol africano, la liebre europea y hasta el gato doméstico en la biodiversidad y los ecosistemas de la región.

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