Hay 8.000 kilómetros desde la zona suroeste del cañón del colorado y la región noreste de la isla de Tasmania. Pero, parafraseando al tango, 8.000 kilómetros no son nada. Sobre todo, si echamos mano de la tectónica de placas y al tiempo, mucho tiempo.
Es por eso que un grupo de geólogos acaba de descubrir que, hace un poco más de mil millones de años, las rocas más antiguas de Tasmania formaban parte de la misma formación rocosa que las del cauce del Colorado.
Uniendo un rompecabezas mil millones de años después
El equipo de Jacob Mulder en la Universidad Monash en Melbourne han analizado la composición química y la edad geológica de las rocas en el Grupo Unkar en el Gran Cañón con el Grupo del Rocky Cape en Tasmania. Según sus datos, ambos sitios datan de la misma época y contienen lecturas de isótopos de hafnio que coinciden a la perfección. ¿Cómo era posible?
La clave está en una palabra: Rodinia, uno de esos supercontinentes perdidos que agruparon la mayor parte de tierras del emergidas del planeta. Aunque no goza de la popularidad de Pangea, Rodinia era un continente silencioso, árido y triste donde la vida aún no había hecho su magia.
Para los geólogos, Rodinia ha sido durante años un enorme rompecabezas en el que no encajaban las piezas. No es sencillo saber cómo se estructuró el mundo hace más de mil millones de años. Sobre todo, la Tierra ha cambiado muchísimo desde entonces.
Es decir, el estudio no sólo encaja las piezas de Arizona y Tasmania en el gigantesco continente de Rodinia, sino que gracias a este descubrimiento los científicos pueden trazar líneas espacio-temporales que ayuden a comprender cómo el mundo moderno llegó a ser lo que es hoy.
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