En los últimos 70 años, desde que la fabricación de plásticos se hizo industrial, los seres humanos hemos producido 8.300 millones de toneladas métricas. El 91% de todo ese plástico no se ha reciclado, ni se reciclará: está perdido en los vertederos, en las cunetas de las carreteras o en playas paradisiacas.
"La mayoría de los plásticos no se biodegradan, por lo que los residuos plásticos nos acompañarán durante muchos años" dañando seriamente al medioambiente, explica Jenna Jambeck, profesora de la Universidad de Georgia. Y, sin embargo, no parece que podamos vivir sin ellos. ¿Estamos preparados para vivir sin plásticos o tendremos que seguir contaminando el mundo?
¿Podemos vivir sin plástico?
"Pues claro que se puede vivir sin plástico, de toda la vida se ha vivido sin ellos", explica a Xataka mi yo más optimista. Pero, como dice la profesora Minoo Moallem de la Universidad de Berkeley, "el plástico es ya una parte de lo que somos".
Para demostrarlo, todos los años plantea un reto a sus alumnos, vivir 24 horas sin plásticos. Eso significa vivir sin el 80% de las cosas que se venden hoy en día en el supermercado: nada de botellas de agua, nada de cafés desechables, nada de bolígrafos, recipientes, maquillajes o coches, trenes y autobuses. Ah, y claro, nade de móviles, tabletas u ordenadores.
Lo habitual es que los alumnos (o los reporteros que lo han intentado) vuelvan a clase convencidos de que "el plástico es algo fundamental en la vida cotidiana" y, sobre todo, que es algo que damos por sentado. Algo que está ahí, jugando un papel muy importante en nuestra sociedad, pero que no vemos. Como el mobiliario urbano.
"Las generaciones mayores tenían formas sostenibles [...] Eran expertos en reciclaje, reutilización, preservación y mantenimiento. Pero eso ahora está perdido. Es una riqueza de conocimientos a los que ya no tenemos acceso", explica Maollem. Y la investigadora de Stanford está convencida de que recuperar esos conocimientos no sería nada fácil.
Edad de Cobre, Edad de Hierro y, ahora, Edad de Plástico
No nos debemos llevar a engaño: el plástico se ha convertido en el Rey del mundo moderno (en el "lubricante de la globalización" como dijera Charles Moore en 1997) porque es versátil, barato y seguro; porque es mejor que sus alternativas, vamos. Su introducción generalizada desde los años 50 del siglo pasado permitió aumentar exponencial mente la seguridad alimentaria, mejorar numerosos tratamientos sanitarios y reducir la cantidad de comida que desperdiciamos.
Eso ha cambiado prácticamente todos los procesos industriales del mundo y los sigue cambiando. No en vano, pese a que la conciencia no ha hecho nada más que crecer, los datos del equipo de Jambeck dicen que la mitad de esos 8300 millones de toneladas se han producido en la última década. Y su estimación es que, en 2050, habremos producido 34.000 millones de toneladas métricas.
Uno de los grandes retos medioambientales del siglo
Como es lógico, los investigadores están preocupados. Sobre todo, porque reconocen que "hay algunos usos donde el plástico es indispensable". Pero, como reflexiona Kara Lavender en El País, "creo que necesitamos reflexionar sobre el uso cada vez mayor que le damos a los plásticos". Y es esencial "preguntarnos cuándo usar estos materiales tiene o no sentido".
El problema es saber cuáles son los usos adecuados y cuáles no. No hay que olvidar que incluso los intentos de sustitución del plástico han sido un estrepitoso fracaso y que muchas alternativas (como las bolsas de papel) tienen, en realidad, un mayor impacto ambiental.
Es decir, no, no podríamos prescindir del plástico sin acometer una enorme reforma industrial y comercial en todo el mundo. Algo que no es imposible, pero que requiere tiempo y un firme compromiso social. No es poco.
Estamos hablando de uno de los grandes retos medioambientales que nos quedan por resolver y no será fácil. Porque como decía Susan Freikel en su 'Plastic: a toxic love story', "pensábamos que podíamos moldear el plástico para que fuera lo que quisiéramos que fuera. Pero fue el plástico el que termino por moldearnos a nosotros". Normalmente para mejor. El reto es dejarlos, sin perder esos cambios a mejor.