"Lo que se van a comer los gusanos, que lo disfruten los humanos". Eso ha debido pensar la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos al aprobar el 'SmartStax Pro'. Eso sí, lo ha pensado en voz baja y con la esperanza de que no se note mucho.
Fabricado por Monsanto y Dow, esta variedad de maíz transgénico no solo produce toxinas bt (algo muy común desde hace 20 años), sino que sintetiza una 'pieza de ARN' que, literalmente deja KO a nivel genético a su principal plaga: el gusano de la raíz del maíz.
Plantas que generan sus propios insecticidas
La primera variedad de primer maíz que producía sus propios pesticidas se lanzó al mercado en EEUU en 1996 y un par de años después ya estaba comercializándose (y plantándose) en casi todo el mundo. Es lo que llamamos maíz BT porque sintetiza una serie de toxinas propias del Bacillus thuringiensis que son tóxicas para muchos insectos.
Este tipo de plantas son una de las grandes promesas de los transgénicos en la medida que nos permiten concebir una "planta total" muy productiva y con poco mantenimiento que asegure el suministro de alimentos a grandes capas de la población.
Además, a nivel teórico, el DvSnf7 dsRNA es el insecticida perfecto: no se rocía, se codifica en el ADN y es útil contra algunas variedades de insectos. Pero en animales mayores es inocuo porque este tipo de toxinas se destruyen en el sistema digestivo. Lo mismo ocurre con la 'pieza de ARN' que, de hecho, ya consumimos en otros productos no modificados sin mayor problema.
Pese a lo que hemos avanzado, veinte años no son "nada" en ingeniería genética y aún queda mucho hasta conseguir esa "planta total", pero el hecho de que el "SmartStax Pro" haya conseguido superar los controles de la EPA son un indicador muy interesante de que, por muy polémico que sea, vamos caminando, paso a paso, hacia un futuro sin pesticidas.