Así es. Ante la pasividad de las autoridades, el una quinta parte del territorio español ya se ha desertificado y un 1% está degradándose a bastante velocidad. Estas son las conclusiones de un nuevo estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) publicado esta semana.
La desertificación no es solo una de las consecuencias más visibles del cambio climático, sino una de las más costosas en términos económicos, sociales y medioambientales. Y aunque llevamos años escuchando el alto riesgo que corre nuestro país, hasta hoy no podíamos ponerle cifras. Ahora que las tenemos, son alarmantes.
Una de las consecuencias más preocupantes del cambio climático
La desertificación es un proceso de degradación ecológica que hace que suelo fértil y productivo pierda su capacidad de producción. Es el resultado de la destrucción de la cubierta vegetal, la erosión del suelo y la escasez de agua.
Según las estimaciones del Mecanismo Mundial de la UNCCD (el organismo internacional encargado de la lucha contra la desertificación), 24 mil millones de toneladas de suelo fértil desaparecen cada año en el mundo. Lo que, en los últimos 20 años, ha significado una pérdida del tamaño de toda la superficie agrícola de Estados Unidos. Atendiendo a sus consecuencias ecológicas, económicas y sociales, la desertificación es uno de los fenómenos más preocupantes que producen el cambio climático y la acción del ser humano.
Aún siendo conscientes de los peligros que ocasiona, la desertificación es un problema muy complejo de afrontar. Como dice la Convención de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD), "está causada por interacciones complejas entre factores físicos, biológicos, políticos, sociales, culturales y económicos" y, por eso mismo, supone uno de los mayores retos en nuestra lucha contra el cambio climático.
La desertificación es España
La desertifiación es un proceso global y un 20% de las plantas del mundo están en peligro de extinción. Pero España, sin llegar a los extremos de países como Madagascar (donde el 93% del bosque tropical y el 66 % de la selva lluviosa han sido talados), arrastra desde hace muchos años un altísimo riesgo de desertificación.
Los investigadores del CSIC, liderados por Jaime Martínez Valderrama, han creado dos herramientas que serán de gran utilidad para poder establecer, por fin, el Sistema Integrado de Evaluación y Vigilancia de la Desertificación que llevamos esperando desde 2008. Por un lado, han elaborado un mapa de condición de la tierra que permite conocer la degradación del territorio y sus tendencias a corto plazo. Por el otro, han desarrollado un conjunto de modelos de simulación con el que estimar individualizadamente el riesgo de desertificación y la incidencia de cada factor en los distintos paisajes del país.
Es un paso importante pero estos modelos de simulación están prácticamente en pañales. Aunque la Convención internacional con la desertificación entró en vigor en 1996, España lleva muchos años de retraso. Algo casi inexplicable teniendo en cuenta que éste quizá sea el mayor problema con el que se van a enfrentar la agricultura y la ganadería, dos sectores estratégicos, en las próximas décadas.
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