"Scary Monsters y Nice Sprites” es una canción de Skrillex. Se llevó un Grammy y fue usada en pelis, anuncios o videojuegos. Pero ya os digo que no será recordada por eso. Si me lo preguntáis a mi, "Scary Monsters y Nice Sprites” tiene algo mágico, portentoso, inmenso: que reduce los ataques del mosquito Aedes aegypti y hace que sus especímenes tengan menos sexo.
Sí, como lo oyes. Gracias a Pablo Malo llego a un estudio que, ahora que está a punto de llegar el buen tiempo y pese a todo lo que falta por investigar, me hace decir por primera vez en la vida: ¡Viva la música electrónica!
Cuando a los mosquitos les da por la música dance
¿Tiene sentido? Lo más curioso es que sí. Hace muchísimo tiempo que sabemos que el sonido tiene un papel muy importante en la reproducción, la supervivencia y el mantenimiento de la población de muchos animales. Nosotros entre ellos. En los insectos en concreto, sabemos que las vibraciones de baja frecuencia facilitan las interacciones sexuales, mientras que el ruido les corta el rollo.
Es decir, muchos insectos usan claves sonoras tanto para relacionarse entre ellos como para detectar a sus 'víctimas' y el ruido los despista. En el caso concreto de los mosquitos, sabemos que responden las canciones y que los machos y las hembras necesitan armonizar sus tonos de vuelo para conseguir una cena romántica. Sin embargo, no sabíamos demasiado sobre el impacto de la música en el comportamiento de los mosquitos. Hasta que llegó "Scary Monsters y Nice Sprites”.
El experimento O, mejor dicho, hasta que a un grupo de investigadores malayos se les ocurrió poner "Scary Monsters y Nice Sprites” a los mosquitos. Su idea era analizar los efectos de la música electrónica en el forrajeo, los ataques y la actividad sexual del Aedes aegypti, un mosquito con mucho peligro porque es vector del Dengue.
Para ellos, se sometió a un grupo de mosquitos adultos a un entorno silencioso y a otro grupo a un hilo musical compuesto por la canción de Skrillex una y otra vez. Luego se compararon las diferencias entre ataques, sangre consumid y patrones de copulación. Sí, a mi también me suena a Ig Nobel, no os preocupéis.
Los resultados. Según indican los datos, las hembras aegypti mantenidas en el entorno silencioso atacaron antes y más a menudo a sus víctimas que las que se encontraban bailando música dance. Además, consumieron más sangre en cada ataque y copularon con más frecuencias que los miembros del otro grupo. Esto es rarísimo, pero (aunque tenemos que seguir indagando en su mecanismo exacto de acción) tiene sentido.
Si lo de DJ no funciona, siempre nos quedará el control de plagas. El estudio presenta evidencias claras no solo de la sensibilidad auditiva de estos mosquitos al sonido, sino de que son vulnerables a la música electrónica. Es algo muy interesante para seguir desarrollando repelentes sonoros que ayuden a contener enfermedades como el Dengue, el Zika o la Malaria. Eso sí, antes de ponerle un monumento a los DJs del mundo, aún queda mucho por investigar.