El Gobierno británico quería ampliar el Aeropuerto de Heathrow y construir una tercera pista. No todo el mundo estaba de acuerdo. En 2015, sin ir más lejos, el mismísimo Boris Johnson (que era aún alcalde de Londres) llegó a decir que se echaría frente a las excavadoras para impedir su construcción si era necesario. Sin embargo, no ha sido él el que lo ha parado, lo que ha echado por tierra la ampliación del segundo aeropuerto más concurrido del mundo ha sido el Acuerdo de París.
Los Acuerdos y un juez que ha entendido que durante la redacción del proyecto de la ampliación no se tuvieron en cuenta los compromisos a los que había llegado el Gobierno en París. No es la primera sentencia basada en la fuerza de ley de los acuerdos climáticos, pero se trata de un caso clave para entender cómo estos tratados internacionales pueden cambiar la fisionomía de la política mundial (incluso a escala local). La justicia está diciéndole a los políticos de medio mundo que los acuerdos iban en serio.
Los acuerdos climáticos tienen consecuencias
Más allá de la cada vez más compleja política doméstica de Reino Unido, lo más interesante del caso son precisamente las consecuencias legales de los acuerdos internacionales contra el cambio climático. De la misma forma, que lo eran cuando hablamos sobre el fallo de la justicia holandesa de diciembre de 2019 que obligaba al país a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 25% tomando como referencia las emisiones de 1990.
Poco a poco, se acumulan los fallos judiciales en todo el mundo que señalan que París debe tener un efecto importante en las políticas de los países firmantes. No se trata de prohibiciones estrictas (en el caso londinense, los jueces se muestran abiertos a otro proyecto de expansión que sí contemple los Acuerdos), sino de ser conscientes de que esos tratados y convenciones son, también, parte de la legislación nacional.
Y, en términos generales, parece una buena noticia. Sobre todo, porque puede ayudar a aterrizar el debate sobre las medidas en torno al cambio climático. Sin embargo, la incógnita, a medida que esos precedentes se acumulan, está en cómo afectará la certeza de que las Cumbres tienen consecuencias jurídicas a los objetivos que salen de ellas. En Glasgow, precisamente bajo la supervisión de Johnson, veremos la primera partida.
Imágen | Belinda Fewings