La vacuna de la viruela viajó a América dentro de 22 huérfanos de entre tres y nueve años. La vacuna fue inoculada niño a niño, sucesivamente, cada nueve o diez días para mantenerla viva y en perfectas condiciones. La expedición de Balmis, la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, fue una de las más grandes proezas de la historia de la salud y salvó millones de vidas.
Estoy tentado a decir que eran otros tiempos, pero no sería verdad. Es posible que ahora no necesitamos la sangre de dos decenas de niños prenúbiles, pero en muchas partes del mundo obtener medicamentos y vacunas no es mucho más sencillo que aquellos primeros años del siglo XIX. Si nos fijamos en las partes más alejadas y remotas del planeta, podremos ver cómo la falta de cosas tan básicas como medicamentos, vacunas o unidades de sangre provoca la muerte de muchas (demasiadas) personas cada año.
Por suerte, ahora, tenemos tecnología.
Las medicinas que caen del cielo
Durante los últimos años, la idea de crear redes de distribución basadas en drones se ha escuchado una y otra vez. Sin embargo, si queremos ver esa idea en acción tendremos que irnos a dos países africanos: Ruanda y Ghana. En este último país, los drones de Zipline usan cuatro centros logísticos para realizar más de 600 vuelos al día y asegurar el suministro de una red de 2.000 centros de salud que cubre a una población de casi 12 millones de personas.
Utiliza pequeños aviones no tripuladas que se lanzan con unas gigantes ballestas y dejan caer los paquetes de medicamentos, vacunas o unidades de sangre en paracaídas. Para que nos hagamos una idea, son instalaciones que cubren una zona de 80 kilómetros a la redonda y pueden transportar cargas de 1,8 kg en menos de media hora. Algo que en las zonas más rurales de África es realmente difícil con otro sistema.
El gran laboratorio real de drones del presente
Zipline, la empresa que gestiona estas redes de distribución, arrancó en 2016 en Ruanda con muchísimas dificultades. En casi todos los aspectos operativos, eran la primera red de este tipo del mundo y los dos años de desarrollo previo les sirvieron de poco. Poco a poco han ido desarrollado cada pata del sistema. Desde "el software o el diseño del centro de distribución a la forma en que diseñamos el control del tráfico aéreo o la manera en que nos integramos con el sistema de salud", explicaba Keller Rinaudo, CEO de la compañía, en Fast Company.
No parece haber sido fácil. Cuando comenzaron a trabajar en Ruanda hace tres años rápidamente se encontraron con algo que ahora les resulta evidente: el sistema no solo tenía que ser sólido, debía ser escalable. En Ruanda, tardaron dos años en conseguir alcanzar una cobertura de 25 centros de salud. Ahora, en Ghana, han conseguido llegar a los 2.000 en solo nueve meses y acercarse, en las zonas de cobertura, al objetivo de “que cualquier persona esté a menos de 15 minutos de cualquier producto médico esencial”.