Pese a que pueden representar una suma considerable a la hora de adquirirlos, cada vez hay más productos entre los que podemos denominar como "drones pro". Es decir, aquellos diseñados para obtener las mejores tomas con las mejores resoluciones, como es el caso del GoPro Karma, el primer dron de la compañía, que a principios de este mes entraba en este cada vez más lleno ring.
En este caso se trata de un cuadrucóptero plegable, al cual le ha durado poco el buen karma cuando DJI acaba de presentar un rival con esta misma característica, el DJI Mavic Pro. No obstante, además de la comodidad una de las armas del Karma es que recurre a dos buenos amigos para intentar destacar entre esta creciente competencia: la GoPro Hero5 Black y el Karma Grip. Y lo hemos probado todo a fondo, te lo contamos a continuación
GoPro Karma, especificaciones técnicas
Dimensiones plegado/abierto (sin contar las hélices) | |
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Longitud de las hélices | |
Altura máxima | |
Velocidad máxima | |
Distancia máxima | |
Resistencia máxima al viento | |
Peso | |
Frecuencia | Destaca |
Precio aprox. |
Diseño: ¿mejor no arriesgar?
Hace aproximadamente un mes pudimos probar el Parrot Disco, un dron que llama la atención por el material y sobre todo por su forma, distinguiéndose de la tendencia y optando por la forma de aeroplano con una sola hélice trasera. No es el caso del Karma, que se mantiene en lo convencional y apuesta por las cuatro hélices habituales con la particularidad, eso sí, de que se pliegan.
Si bien como hemos visto no goza del mismo sistema anti-choques que su nuevo rival el Mavic de DJI, el Karma es aparentemente robusto y efectivamente es muy fácil de plegar y desplegar. El diseño no dista mucho de lo que estamos habituados a ver, con las cuatro hélices formando un cuadrado y con LEDs en la base de las mismas (las dos delanteras), indicando la actividad en rojo o en verde.
La cámara puede intercambiarse entre varios modelos de GoPro siempre y cuando se tenga la caja correspondiente a ésta para poder acoplarla al estabilizador. Éste se monta en el extremo frontal del Karma y tanto cámara como estabilizador pueden desmontarse fácilmente, aunque en la mochila cabe sin necesidad de hacerlo.
Todo cabe en la mochila que se incluye en el pack, pero ésta no es precisamente pequeña y es expresamente para el dron (deja poco espacio para más objetos además de los del pack). Cierto es que es más cómodo de transportar que otros, como el DJI Phantom 4, al ser una mochila y no una caja (y estar igualmente protegido), pero aquí le gana el reciente Marvic como podíamos ver en la comparativa que publicamos a su salida, si bien en este caso hay más elementos además del dron.
Abrir caja, desplegar y volar
Para volar el dron necesitamos baterías (ojo a este plural) y el controlador, que en este caso es específico, va en el pack de compra y no requiere conectar smartphone, si bien veremos que tanto smartphone como tablet pueden suponer un aliciente en la experiencia. Para manejarlo no es necesaria experiencia previa, pero sí familiarizarnos un poco con el controlador y con el dron.
El mando tiene los botones justos, para dirección, sentido, activación y uno lateral para girar la cámara y variar el ángulo de visión
El mando tiene los botones justos, para dirección, sentido, activación y uno lateral para girar la cámara y variar el ángulo de visión. Con una lectura o una explicación básica tenemos suficiente para manejar el dron, aunque vale la pena navegar por el software para ver cómo podemos cambiar los parámetros de grabación o fotografía, así como del indicador de la batería y otras secciones o datos. No tenemos datos concretos de las especificaciones de la pantalla, pero en nuestra experiencia (a pleno sol) tenía brillo de sobra (bastante más que los iPads que también había).
Parte de esto se puede ver con la app Karma, que instalada en un dispositivo móvil hace de éste una segunda pantalla. No podemos tener el control del dron, eso queda de parte de quien tiene el mando, pero sí podemos ver el contenido e iniciar alguna toma. Es una app bastante sencilla cuya interfaz es de navegación bastante fácil, que nos indica la altura y la velocidad cuando vemos la emisión desde la cámara del dron.
No battery, no party
Volar no es barato ni para el usuario ni para el reparto de consumo energético del dron, y con los que han ido saliendo hemos visto como el de la batería suele ser el punto débil de los drones. Si bien aquí el Disco de Parrot parece destacar (más allá de las cifras teóricas que en la práctica solemos ver rebajadas), lo habitual es que la autonomía ronde los 20-30 minutos si hablamos de un dron "pro", dado que los pequeños en ocasiones ni llegan a los 10 minutos.
Las cifras para el GoPro Karma son de unos 20 minutos de media de batería, cifra que se prolonga o acorta según nuestra actividad (si aceleramos más o menos) y los parones que podamos hacer. En nuestra experiencia pudimos asistir a varios cambios de batería durante la sesión de prueba, si bien sí fue uno de estos usos sin parar, y la duración encajaba en esos 20 minutos, probablemente algo menos.
El cambio de la batería no es para nada complejo: se extrae la pieza sin desmontar nada, simplemente tirando, se introduce una nueva y se vuelve a encender y a emparejar el dron. Unos dos minutos para volver a emprender el vuelo y un sistema sencillísimo, pero algo que quizás tengamos que repetir más veces que en otros casos, y las baterías pesan y ocupan lo suyo.
Dentro de lo regular, lo bueno es que tenemos hasta tres avisos antes de que la batería muera del todo, para aquellos que somos más de apurar hasta que queda poco más que lo justo para que regrese y aterrizarlo correctamente. No obstante, como decimos aquí probablemente haya bastante margen de mejora, si bien la dificultad general en la industria le salva un poco.
El buen karma está en la estabilización
Como hemos comentado, una de las partes del dron es el Karma Grip, el estabilizador que encaja en el morro del cuadrucóptero y al que se le puede encajar una cámara GoPro (con su respectiva caja). Estabilizador que además puede insertarse en el bastón específico que se incluye en el pack básico, el cual tiene controles para ajustar nuestra toma, además de alimentar a la cámara al tener conexión USB tipo-C.
Probablemente sea el puntazo del Karma, dado que como podemos ver en los resultados tanto del dron como del Karma Grip en el bastón la estabilización es muy efectiva. Puede además ajustarse manualmente, sujetando unos segundos la cámara conforme prefiramos y manteniendo el punto de la estabilización en adelante, o bien desde el botón del lateral en el controlador del dron, variando así como decíamos el ángulo de visión. Calibrarlo también es sencillísimo, apoyando el Karma Grip en una superficie plana durante unos segundos.
GoPro Karma: sin tiempo para destacar y con pocas armas
Algo que comentábamos al hablar de las nuevas cámaras de GoPro, la Hero5 Session y Hero5 Black, es que al final son productos que aspiran a convertirse en lo que tanto un usuario básico como uno especializado quieren poner en el carrito de compra. En cuanto a los drones, con el tiempo se han conformado dos líneas de producto: el dron básico (que no económico) para entretenimiento, sin mirar la calidad de la imagen, y el dron más "pro", con cámaras potentes y suponiendo una inversión importante de dinero.
El GoPro Karma se ubica inequívocamente en este segundo grupo, junto a los DJI, el de Xiaomi o el Parrot Disco, por prestaciones y/o por precio. Pero se lanza con la idea de que sea algo no complejo de manejar y con opción a que la experiencia no sea sólo individual, buscando ser un reclamo para familias.
Un reclamo que también quedó algo a la sombra cuando, aún digiriendo los tests de las nuevas cámaras y del Karma, DJI hacía algo más que carraspear sacando su versión aún más compacta de un cuadrucóptero plegable. Al Karma de Gopro le robaban el protagonismo con su propia medicina, y la competencia en el terreno de los drones ya venía fuerte desde hace tiempo también con la amenaza low-cost.
Tener como colchón a GoPro es algo que probablemente ayude, dado que indudablemente es referencia en el ámbito de las cámaras de acción, y el Karma no es para nada un mal primer paso dentro de un sector que está empezando a explotar ahora. Al fin y al cabo es algo más que un dron flexible, tiene un controlador específico que no has de adquirir aparte (compacto y con buena pantalla a nivel de brillo y sensibilidad táctil), es sencillo de usar y goza de la buena compañía del Karma Grip.
Eso sí, habrá que ver si esos aspectos son suficiente para destacar por encima de otros drones que incorporan mejores sistemas anti-choque o mejores autonomías, porque en esto no han logrado quedar por encima ni mucho menos. Más aún teniendo en cuenta que no todo el público potencial está dispuesto a invertir una media de 800 euros para una actividad que no sabe si va a disfrutar del todo; saber que la diversión puede compartirse está bien, pero pensar en la interrupción del cambio de batería debilita algo la ilusión, y por tanto la disposición a invertir.