La pasada presentación de los nuevos MacBook Pro permitió que por fin los portátiles de alta gama de Apple obtuvieran su esperada actualización hardware, pero en aquel evento se esperaban otros anuncios que no se produjeron.
No hubo renovación de ninguno de los equipos de sobremesa de Apple, y aunque es probable que el año que viene sí veamos novedades en el iMac, los grandes olvidados son el Mac Pro y el Mac mini, que llevan literalmente años sin actualizarse. Apple parece no estar interesada en estas máquinas, así que... ¿por qué no licenciar macOS y dejar que otros ofrezcan a los usuarios nuevas opciones?
Revisitando el pasado
Steve Jobs andaba muy ocupado tratando de sacar a flote NeXT cuando los directivos de Apple decidieron dar un paso sorprendente: ofrecerían licencias de diseños hardware y también de Mac OS 7 y sus ROMs de sistema a un selecto grupo de fabricantes. La idea era tratar de aumentar la cuota de mercado de los Macs, que palidecía una y otra vez ante ese duopolio formado por Microsoft e Intel que dominaba la informática de la época.
En diciembre de 2014 comenzaba la andadura: Apple daba por finalizado el monopolio de sus Macintosh y concedía licencias a Power Computing y a Radius para que éstos fabricaran sus propios Macs. Windows 95 estaba a punto de ser presentado, y Michael Spindler, CEO de Apple por aquel entonces quiso tratar de animar su mercado.
Las licencias costaban 50 dólares (de la época) por máquina vendida, y los primeros clónicos comenzaron a aparecer en marzo de 1995, con el Radius System 100 que básicamente era un Power Mac 8100 con mejores prestaciones gráficas. Power Computing fue probablemente la empresa que trató con más fuerza de aprovechar la filosofía de los clónicos de Apple, y para ello copió el modelo de Dell.
El objetivo era conquistar la gama de entrada con hardware más barato y pasar de un modelo de márgenes (máquinas caras que se vendían menos pero con mayor beneficio) a un modelo de volumen (máquinas más baratas que se vendían más pero que tenían mucho menos margen de beneficio final).
Aquel proyecto fracasó por la sencilla razón de que Apple no tenía demasiada cuota de mercado que expandir: la cuota de mercado de Windows ya era muy sólida, y aquellos clónicos no convencieron a esos usuarios, sino que se convirtieron en una buena alternativa para que los propios usuarios de Apple ahorraran en máquinas que podían ser suficientemente buenas para ellos. Jobs acabaría indicando tras su vuelta a Apple que las ventas de clónicos no habían convencido a los usuarios de Windows: solo un 1% compraban un Macintosh (clónico o no) por primera vez.
No solo eso: los fabricantes de clónicos habían logrado introducir mejoras tecnológicas que ni siquiera la propia Apple había introducido en sus modelos, y eso a pesar de que Apple mantenía un férreo control sobre lo que los fabricantes podían hacer o dejar de hacer. La Common Hardware Reference Platfonn (CHRP) que Apple introdujo con IBM —aquello fue sorprendente para muchos— pretendía establecer las líneas básicas de innovación de futuros Macintosh, pero sus avances acabaron retrasándose demasiado.
Los fabricantes de clónicos no podían esperar y fueron introduciendo mejoras propias. Umax fue la primera en ofrecer un caché integrada, mientras que Power Computing fue la primera en usar el procesador PowerPC 750 y la caché backside (una caché de nivel 2) mientras que Motorola fue la primera en usar esa arquitectura CHRP de la que tanto se había hablado. Mientras tanto Apple se quedaba rezagada con el PowerPC 604e en versión Mach 5 y equipos que sorprendentemente eran peores en rendimiento que los de esos fabricantes de clónicos.
Las ventas no fueron bien, y los Mac pasaron de vnder 4,5 millones de unidades anuales en 1995 a los 1,8 millones de 1997, de los cuales 600.000 unidades provenían de esos clónicos. Apple tuvo que reducir los preciso en sus propias máquinas, e incluso acordó un precio más caro para las licencias, que pasaron a ser de entre 150 y 350 dólares dependiendo de la velocidad y prestaciones de los equipos.
Aquello, no obstante, seguía sin funcionar, y el retorno de Steve Jobs en 1997 significó el fin de un programa con el que él jamás había estado de acuerdo. Una de las primeras cosas que Jobs hizo cuando volvió a tomar el control fue detener la sangría.
"Apple tiene que inventar el futuro y dejar que este fantasma se vaya", dijo Jobs, explicando que en lugar de expandir la cuota de mercado, el programa de licencias y clónicos no había hecho más que canibalizar sus propias ventas. Apple acabaría comprando a Power Computing por 110 millones de dólares a finales de 1997, y con ello cerraría un experimento que le salió muy mal a Apple.
Apple deja a los usuarios de sobremesa en el olvido
Apple no ha prestado mucha atención a los usuarios de Macs de sobremesa. El equipo que más cariño ha recibido ha sido el iMac, del que hace dos años ofreció el modelo con pantalla Retina 5K y que renovó en octubre de 2015 con nuevos procesadores y nuevas gráficas integradas.
Otros modelos han quedado más atrás. Es el caso del Mac mini, que se actualizó por última vez en 2014 con procesadores Haswell, WiFi 802.11ac y Thunderbolt 2. Especialmente doloroso es el caso del Mac Pro, cuya sorprendente renovación a finales de 2013 no ha se ha visto luego modificada con nuevos componentes.
Han pasado más de 1.000 días y los usuarios de Apple que quieren un equipo lo más potente posible no tienen alternativas directas: si quieren trabajar más rápido y mejor en sus equipos, lo mejor que pueden hacer es acudir a los iMac más potentes o a uno de los nuevos MacBook Pro.
Algunos afirman que esa falta de cariño para los PCs de escritorio coincide sospechosamente con la llegada de Tim Cook al poder: la actualización de esos equipos ha sido mucho menos frecuente de lo que era antes.
Lo que es evidente es que la atención de Apple ha estado centrada en sus dispositivos móviles y sus tablets. Extraño, teniendo en cuenta que los Mac siguen representando el 12% de los ingresos de la compañía según los últimos resultados financieros.
Esa falta de actualizaciones está provocando muchas críticas que no llegan ya desde fuera: los propios fans de Apple lanzaron todo tipo de comentarios sobre la reciente renovación de los MacBook Pro y la ausencia de novedades en otros equipos.
Es probable que Apple haya preferido esperar para aprovechar nuevos componentes como los procesadores adecuados de la familia de procesadores Kaby Lake (los nuevos MacBook Pro no los llevan porque los modelos idóneos aún no han aparecido en el mercado) o nuevas gráficas de AMD (e incluso NVIDIA), pero la falta de aclaraciones y de esas novedades hace que aparezcan esos comentarios y, por supuesto, que el viejo debate de los clónicos se renueve.
Dejar que otros innoven con macOS como corazón, una opción atractiva (e improbable)
En los últimos tiempo estamos viendo como los fabricantes de PCs y portátiles basados en Windows están realizando un gran trabajo a la hora de sacar a la luz nuevos conceptos tanto en diseño como en usabilidad.
Hay ejemplos por todas partes: Lenovo con sus Yoga Book, HP con sus Wave (que ciertamente parecen inspirados en el Mac Pro), sus Sprout o sus nuevas estaciones de trabajo Z2 Mini, y por supuesto productos con los que la propia Microsoft se ha destacado en los últimos tiempos como el sorprendente Surface Studio.
Apple podría aprovechar los recursos de esos fabricantes que siguen apostando fuerte por el mercado del PC para que éstos lanzasen al mercado equipos basados en macOS que pudiesen llenar esos huecos que la propia Apple no parece querer llenar por sí sola. Apple podría imponer su habitual control a las empresas que ofrecieran esos productos, por ejemplo estableciendo gamas (o configuraciones hardware) en las que esos productos podrían aparecer.
Esto plantearía una posible expansión de la cuota de mercado si esos productos no fueran fabricados por fabricantes menores sino por primeras marcas como la citada HP a la que se le podría dejar margen a la hora de innovar en formatos pero a la que se podría controlar en cuanto a las propuestas lanzadas, que en ningún caso deberían competir con las propias de Apple. Si la firma quiere abandonar la gama Mac Pro o la Mac mini como parecen apuntar esa falta de noticias, ¿por qué no dejar que otros cubran esas necesidades?
Evidentemente parece muy poco factible que Apple dé un paso similar. El problema que llevó a esa propuesta a fracasar en el pasado volvería a amenazar el éxito de ese nuevo modelo de licencias actualmente: los modelos de otros fabricantes podrían acabar canibalizando a los propios productos de la marca: "no me compro un MacBook porque un tercer fabricante me ofrece ese clónico del MacBook Air renovado que Apple ha dejado en el olvido", o "este sobremesa en formato HP Wave con macOS cubre mis necesidades por menos precio de lo que me cuesta un iMac" serían frases factibles de compradores de equipos de Apple en ese hipotético futuro.
Los clónicos a medida existen: Hackintosh es la clave
Puede que Apple nunca vuelva a experimentar con esa opción, y la filosofía de la compañía no ha hecho más que confirmar que su modelo quiere que el control crezca, no que decrezca. La producción de sus propios procesadores ARM en sus dispositivos móviles es un buen ejemplo.
No obstante los usuarios tienen una gran alternativa para esa ausencia de noticias por parte de Apple: los equipos Hackintosh siguen siendo un recurso muy bien aprovechado por los usuarios avanzados de informática, que pueden construirse sus Mac a medida y disfrutar de las ventajas de macOS de forma potente, sencilla y, por supuesto, mucho más barata.
Los tutoriales y guías que aparecen en sitios como TonyMacx86 o InsanelyMac van indicando los pasos para aprovechar las últimas versiones de OS X/macOS en el hardware más adecuado, y los proyectos de los usuarios demuestran que es posible disfrutar de un Mac mucho más potente que cualquiera de los actuales por mucho menos dinero... si uno tiene paciencia y algunos conocimientos para dejarlo todo a punto.
En Applesfera | Las Guerras Clon del Mac que estuvieron a punto de destruir a Apple
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