Quizás deberíamos preguntarnos más a menudo qué tesoros tenemos todavía enterrados en casa. Porque a veces parece que te olvidas de algunos objetos valiosos con los que podrías ganar unos cuantos pesos. O muchísimo más si ocurre que tienes 2.000 computadores nuevos de los años 80 recogiendo polvo en una bodega, por ejemplo.
Eso fue exactamente lo que descubrió James Pellegrini, de 69 años, como informan nuestros compañeros de Xataka México.
Una montaña de tecnología
La historia comienza a finales de los años 80, cuando el entonces joven programador Pellegrini tuvo una visión: quería crear un innovador sistema telefónico para empresas, basado en hardware confiable y económico.
Para su proyecto determinó que necesitaba dispositivos que en aquel momento ya se consideraban "viejos", porque no quería competir con empresas como Apple o Microsoft. Los NABU fueron usados principalmente en Ottawa (Canadá), entre 1982 y 1985.
Para ello adquirió un enorme lote de 2.200 ordenadores NABU de una empresa en quiebra, por una fracción del precio original, como le reveló a Vice. Pero el gran plan no resultó y la iniciativa, simplemente, no despegó.
"No pasó nada. Nunca comencé el proyecto. Creo que hice algunos bocetos parciales para los esquemas. Pero nunca hice el producto”.
Pellegrini recuerda que estaba distraído por otros proyectos, la tecnología evolucionaba y quizás la tarea de desarrollar un sistema telefónico basado en este hardware en particular era más compleja de lo que pensó inicialmente.
Curiosamente, Pellegrini había comprado las computadoras NABU a pesar de que no estaba particularmente familiarizado con su arquitectura. Fue un consumado programador del procesador 6502, mientras que los dispositivos NABU se basaban en el chip Z80. Este puede haber sido otro factor que dificultó la implementación de su plan original.
Por todas estas razones, las 2.000 computadoras -con un peso total de 22 toneladas- terminaron sin abrir en un granero Massachussets, donde permanecieron inactivas durante 23 años.
Dispositivos de culto
Lo que Pellegrini no podía imaginar es que las discretas cajas grises resultarían ser verdaderos cofres del tesoro, porque los ordenadores NABU se adelantaron a su tiempo y ahora son deseados y buscados por coleccionistas y aficionados. Aunque se basaban en redes de cable en lugar de módems telefónicos, fueron los precursores de Internet con las compras y la banca en línea.
Lo cierto es que, después de 23 años, el gran peso de los ordenadores probablemente se convirtió en un peligro para el propio granero, toda vez que estaban en un segundo nivel y corrían peligro de derrumbarlo. Entonces Pellegrini decidió ponerlos en eBay.
Sin conocer su demanda, los listó por 99,99 dólares cada uno y quedó abrumado por la afluencia de coleccionistas de todo el mundo que no podían esperar para darle su dinero.
En sólo tres días pudo vender 560 ordenadores, una cuarta parte de todo su inventario, lo que le representó alrededor de 56.000 dólares. La demanda por su producto fue tan grande que eBay bloqueó la cuenta de Pellegrini durante dos meses para comprobar si los dispositivos realmente le pertenecían.
El renacimiento de una red olvidada
Pero la historia va más allá: gracias a los esfuerzos de entusiastas como DJ Sures y al apoyo de la Universidad de York, la red NABU pudo reconstruirse.
Hoy vuelve a estar en línea, con una réplica de la red tal como se veía en Ottawa en 1985. Sures incluso ha desarrollado un adaptador de Internet que permite a los propietarios modernos de NABU volver a conectar sus dispositivos.
Por su parte, Pellegrini salió del episodio con unas cuantas decenas de miles de dólares en sus cuentas, además de una recién descubierta fama en algunos círculos de la comunidad geek. En la actualidad, dijo a Vice, trabaja en la preparación de una autobiografía que planea escribir sobre su trabajo de ingeniería.
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