Durante mucho tiempo los PCs y portátiles tuvieron muy poco atractivo: el objetivo de aquellas máquinas grises era poder trabajar con ellas, sin más. Su popularización, no obstante, dio lugar a una nueva etapa dorada de la informática de escritorio en la que los fabricantes fueron lanzando equipos cada vez más potentes en los que importaba la potencia para trabajar y jugar, pero también el diseño.
La llegada de los smartphones y de las tabletas marcó el fin de aquella etapa, y las ventas empezaron a decaer. Esa tendencia sigue confirmándose trimestre tras trimestre, algo que han revelado tanto IDC como Gartner en sus últimos informes. Y la ironía es evidente: jamás pudimos disfrutar de mejores equipos, pero ni eso ha logrado frenar la sangría.
Los números no mienten
Los PCs de sobremesa son los que más están sufriendo en este apartado, porque ahí es difícil sorprender o innovar como sí se está haciendo a menudo en el segmento de los portátiles. Aún así hay propuestas valientes y originales en formatos todo-en-uno, y el HP Sprout es un excelente ejemplo de ese tipo de propuestas, aunque desde luego hay tendencias que siguen tratando de animar el mercado como los nuevos monitores 4K o los ultrapanorámicos, así como esa futura gama de gráficas de AMD y NVIDIA que prometen hacer que disfrutemos de campos como la realidad virtual -el último reclamo para salvar este segmento- a toda potencia.
Los tablets y portátiles convertibles son los que más han regenerado las propuestas actuales, pero incluso en el terreno de los portátiles convencionales contamos con tendencias sorprendentes que se han confirmado con productos que sorprenden por su diseño pero que también prometen unas prestaciones excepcionales para ese formato. Decíamos que el HP Spectre era todo lo que el MacBook no pudo ser, y es uno de esos equipos que demuestran lo mucho que hemos avanzado en todos estos años.
Y sin embargo, ahí están las cifras. Crudas e inmisericordes. Gartner publicaba recientemente su estudio del mercado de PCs en el primer trimestre 2016 y revelaba cómo el número de unidades distribuidas cayó un 9,6% hasta los 64,8 millones. IDC iba más allá e informaba de una caída del 11,5% a los 60,6 millones de unidades.
No se habían vendido tan pocos PCs desde 2007.
Sin indicios de que la situación vaya a cambiar
Atrás, muy atrás, quedaron los tiempos en los que decenas de fabricantes trataban de hacerse con el mercado. Hasta el señor de la esquina tenía una tienda en la que prometía que te podía montar 'un clónico' con excelentes prestaciones, y lo cierto es que esas promesas, con sus más y sus menos, se cumplían. Pero los márgenes acabaron siendo insostenibles, y poco a poco fueron desapareciendo más y más fabricantes. Primero lo hiceron los pequeños, y luego serían también las grandes -IBM, Sony- las que acabarían deshaciéndose de una parte de su negocio que no compensaba ya.
Los que siguen en la brecha no se rinden. En Gartner el top 5 lo ocupan Lenovo, HP, Dell, ASUS y Apple, mientras que en IDC es curioso como Apple logra superar a ASUS y ocupar ese cuarto puesto a nivel mundial. Ese ranking es importante, desde luego, pero lo realmente relevante es que todas ellas se ven afectadas por crecimientos negativos o prácticamente nulos. Solo Asus (1,5%) y Apple (1%) crecieron entre 2015 y 2016 según Gartner, mientras que según IDC todos los fabricantes -incluida Apple- vendieron menos unidades que el año anterior.
En ambos casos se alega que la fortaleza del dólar no ha favorecido las ventas, pero también se explica cómo el mercado ya no acude al PC como solución para sus necesidades digitales: el smartphone ha tomado el relevo, y para mucha gente -sobre todo en países en desarrollo- el teléfono inteligente (qué nombre tan pomposo para una categoría de producto) basta y sobra. Es el efecto de la cacareada era Post-PC que en realidad no es más que la transformación de ese segmento.
Qué lástima. Qué injusticia, dirán algunos. Tenemos ante nosotros los mejores PCs y portátiles de la historia, y lo que la mayoría de la gente quiere hacer es pasar página. Los tiempos cambian, supongo. Para un fan absoluto de la categoría como el que suscribe esta reflexión, esta es una tragedia. Inevitable, sí, pero tragedia al fin y al cabo.
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