A Intel se le resiste la ley de Moore. La empresa funcionaba como un reloj con aquel imparable ciclo Tick-Tock que nos aseguraba saltos litográficos cada dos años, pero aquellos eran otros tiempos.
Llevamos cuatro años con procesadores de 14 nanómetros de Intel, y aún pasará al menos un año más hasta que veamos las primeras CPUs fabricadas con un proceso de 10 nanos. Brian Krzanich explicaba las dificultades de un salto que se les sigue resistiendo y que vuelve a hacer que la imagen de este gigante se resienta.
Intel va bien, o eso parece
El anuncio del retraso se producía durante la presentación de los resultados financieros para el primer trimestre de 2018. Intel puede estar satisfecha, porque sus ingresos siguen creciendo: lograron 16.100 millones de ingresos (9% más que el año pasado) y un beneficio neto de 4.500 millones de dólares, nada menos que un 50% más que el del mismo periodo del año anterior.
A la empresa no le va nada mal sobre todo gracias a la diversificación experimentada en áreas como la inteligencia artificial, la conducción autónoma, la conectividad 5G o proyectos prometedores como el de esas GPUs dedicadas que todos esperamos ver muy pronto.
De hecho a Intel le va bien en casi todo, al menos según esos resultados financieros. Sus soluciones para centros de datos su negocio de memorias no volátiles e incluso su división de Internet de las Cosas crecen a ritmos que rondan el 20% respecto al primer trimestre de 2017, pero en esas cifras hay una gran sombra: la que planea sobre su división de procesadores para usuarios finales, que ha crecido solo un 3% respecto al año pasado.
Los 10 nanos se harán esperar de nuevo
Hace años Intel afirmó que los 10 nanos llegarían en 2015. Pasó 2015 y la empresa acabó indicando que esos microprocesadores no llegarían hasta 2017. Pasó 2017, y una vez más explicaron que tenían más problemas: no os preocupéis, que 2018 será el año de los 10 nanos. Pero es que este tampoco será ese año.
El CEO de Intel, Brian Krzanich, indicó que ya están distribuyendo algunas unidades en pequeños volúmenes y la producción está mejorando, "pero la tasa de mejora es más lenta de lo que preveíamos. Como resultado de ello, la producción masiva se pasa de la segunda mitad de 2018 a 2019".
Krzanich explicaba cómo la producción estaba teniendo problemas que habían identificado y aparentemente saben ya cómo corregir, "pero llevará tiempo implementar esos cambios".
Eso provocará que Intel vuelva a refinar el proceso de fabricación de 14 nanómetros para ofrecer su futura nueva familia de microprocesadores tanto para usuarios finales (Whiskey Lake) como para servidores (Cascade Lake).
No son buenas noticias, sobre todo teniendo en cuenta cómo está la competencia. AMD compite más de tú a tú que nunca con Intel en sus microprocesadores (lo hemos visto con sus Ryzen 2), pero es que además se sabe que la empresa ya está trabajando en el desarrollo de GPUs con procesos de fabricación de 7 nm en su laboratorio, y ofrecerá una versión preliminar de los EPYC 2 con este proceso a finales de año.
Tampoco ayuda el hecho de que la inversión en I+D sea relativamente modesta. Sólo ha crecido un 3% en este trimestre en ese ámbito, y estos problemas —unidos a escándalos como los de Spectre y Meltdown, aunque ya se hayan mitigado— vuelven a poner en entredicho la capacidad de un fabricante que parecía una apuesta segura hace tan solo cuatro años.
Vía | Tom's Hardware
En Xataka | La importancia de los nanómetros en los procesadores
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