A Intel le crecen los enanos. Lo han hecho especialmente en los últimos dos años, tanto por tropiezos propios —Spectre y Meltdown, retrasos constantes con las mejoras litográficas— como por el buen hacer de sus competidores, que están dejando a esta empresa en una posición delicada.
Lo demuestran los nuevos AMD Ryzen 5000 que son superiores a todo lo que tiene Intel para PCs de sobremesa, pero también la reciente adquisición de ARM por parte de NVIDIA. No solo eso: a su relevancia nula en el mundo de la movilidad se le suma ahora la nueva era de Apple con sus chips M1 basados en arquitectura ARM, que no solo amenazan esa parte de negocio, sino el papel de la mismísima arquitectura x86-64 (con AMD en ese saco también) en el mundo del PC y el portátil.
Intel se duerme en los laureles
Parece como si Intel estuviera sumida en un profundo letargo. Como si se hubiese dormido en los laureles. La firma que dominaba con mano firme el mundo de los PCs ya se despistó en la década pasada al dejar pasar la oportunidad de meterse en los iPhone y desestimar la relevancia del mundo móvil (como hicieron casi todos en esa época).
El problema es que ese dominio que sustentaba parte de su negocio se tambalea. Lo hace además en varios frentes que se han acumulado en las últimas semanas y que ponen a esta empresa en un papel complicado en esos mercados que dominaba.
Para empezar, AMD, que durante años estuvo a la sombra de Intel en CPUs (y de Nvidia en GPUs). Esta firma ha logrado darle la vuelta a la tortilla con sus nuevos procesadores AMD Ryzen 4000 en portátiles y AMD Ryzen 5000 en PCs de sobremesa.
En Intel ni siquiera tienen ya el consuelo de dominar en gaming, porque esos Ryzen 5000 también han logrado igualar e incluso superar a lo mejor de Intel en este terreno, algo que ya hemos visto en varios análisis independientes y que probablemente podamos validar en el análisis de estos procesadores que publicaremos en Xataka próximamente.
Es especialmente llamativo cómo los retrasos constantes a la hora de cambiar de nodo litográfico han ido lastrando sus productos. Los eternos 14 nm han acompañado a varias familias de procesadores de Intel en los últimos años, y el prometido salto a los 10 nm se está produciendo ahora con cuentagotas.
Las cosas no prometen demasiado en cuanto al salto a los 7 nm que también tienen programado, una litografía que ya están utilizando en AMD y que es una de las causas fundamentales de ese "adelantamiento por la derecha" que esta última le ha hecho a Intel en los últimos meses tanto en portátiles como en PCs de sobremesa.
ARM ya es de Nvidia, y su apuesta por los portátiles está en el horizonte
El fabricante de tarjetas gráficas ha ido diversificando su negocio en los últimos años, pero en este 2020 se ha liado la manta a la cabeza y ha invertido 40.000 millones de dólares para adquirir ARM.
Eso supone también una amenaza para Intel (y AMD). No ya por su dominio absoluto en el ámbito de los dispositivos móviles, sino por una potencial apuesta por PCs y portátiles para seguir la estela de lo que ha hecho Apple con sus M1.
De hecho ARM ya ha mostrado algunas de sus cartas en esa ambición, y acaban de presentar los nuevos Cortex-A78C para portátiles como ese nuevo paso destinado a dar el salto de móviles o tabletas a equipos ya mucho más tradicionales a la hora de trabajar y producir.
El mundo del gaming parece aún estar algo más "a salvo" de ese ataque de la arquitectura ARM, pero todo podría cambiar si los números que empiezan a verse en Apple y sus M1 se confirman.
La promesa de esos chips es enorme, y obviamente ARM y fabricantes como Qualcomm o Mediatek que licencian sus diseños podrían acabar desarrollando microprocesadores competentes para portátiles e incluso PCs de sobremesa con ambiciones también en el mundo de los videojuegos.
Aquí tener a Nvidia como empresa matriz es toda una garantía, porque ellos llevan años viviendo eminentemente del mundo del gaming, aunque en los últimos años como decimos han ido metiendo los huevos en distintas cestas.
Apple y el hasta nunca a los chips de Intel
La guinda a ese tétrico pastel (al menos, para Intel) la puso ayer Apple, que presentó sus nuevos Mac mini, MacBook Air y MacBook Pro con el prometido estreno de sus nuevos chips ARM, los Apple M1.
Aunque de momento sigue vendiendo equipos basados en Intel, este anuncio supone el principio de una nueva era para Apple: una en la que Intel deja de ser su socio clásico en el ámbito de los PCs de sobremesa y portátiles. Y además, una en la que de momento hay muy buenas noticias para los usuarios de Apple, que ahorrarán hasta 425 euros en algunos modelos de estos equipos recién presentados.
Este anuncio es un hasta nunca para Intel, que probablemente no acuse demasiado la parte de esa parte de negocio —después de todo, los Mac tienen una cuota de mercado reducida frente al segmento general de PCs y portátiles basados en Windows— pero que desde luego queda apartado de una alianza que le aportaba algo más allá del propio beneficio económico.
El problema no es solo ese, y de hecho no solo afecta a Intel. Si las promesas de Apple se cumplen, estamos ante unos procesadores que son verdaderas bestias y podrían dejar atrás a la inmensa mayoría de equipos portátiles del mercado.
Si eso sucede, nos plantamos ante un horizonte amenazador para Intel y AMD, porque ambas podrían quedar superadas por una arquitectura ARM que podría dar el salto definitivo al mundo del PC en los próximos años.
Y mientras todo esto ocurre, en Intel no parece haber visos de que la situación vaya a cambiar. Aunque sus intereses han ido migrando cada vez más al mundo de la gran empresa, los centros de datos y los servidores, ARM también plantea una amenaza allí, y aunque ese cambio tarde años en producirse, la aparentemente relajada actitud de Intel no invita a ser optimista con una empresa que está dejando pasar demasiados trenes.
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