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Reseña de ‘The Last of Us’, Episodio 2: ‘Salva a quien puedas salvar’

El segundo episodio de The Last of Us aumenta la acción, la tensión y el drama al darnos una hora que probablemente sea la mejor adaptación de un videojuego en cualquier medio. Punto.

Como el primer episodio, este comienza con un flashback, en esta oportunidad al inicio de la pandemia. Una profesora de micología de la universidad de Yakarta es llevada por el ejército a examinar a una víctima del hongo Ophiocordycepsque, debemos recordar, no es un invento del juego ni de la serie sino que es aterradoramente real.

De nuevo, en las palabras -y, en este caso, en las reacciones de un personaje externo a la trama- vemos la dimensión de la catástrofe que está por ocurrir. La doctora Ibu Ratna está maldita con conocimiento y sabe antes que el resto del mundo que la Humanidad estuvo condenada en el momento en que perdió el rastro de los primeros infectados. Su única recomendación es obliterar la ciudad con bombas y su única petición, poder ir a estar con su familia.

Boston calling

De vuelta en el devastado 2023 de la trama, hallamos a Joel y Tess enfrentados a la realidad de la infección de Ellie, y en su aprensión agresiva, innegociable, vemos cuán diferente es este mundo al nuestro. Estos personajes no tienen lugar para la compasión y la decencia cuando la compasión y la decencia pueden conducir a una muerte segura. Sus razones son lógicas, prácticas, a veces despiadadas y Tess se lo dice así a la niña: “Joel y yo no somos buenas personas”.

Joel no está precisamente convencido de seguir adelante, pero después de matar a golpes a un guardia de FEDRA y sin otra opción para buscar a su hermano, lo cierto es que tampoco tiene muchas opciones.

El pragmatismo de Tess queda expresado cuando le dice que no importa si Ellie es realmente una cura o no, porque mientras las Luciérnagas lo crean, ellos podrán conseguir lo que necesitan. Así se sumergen en la Boston que vimos en la secuencia final del piloto, y que a la luz del día es un paisaje apocalíptico desolado, sí, pero al mismo tiempo lleno de vida.

Reproduciendo -a veces toma por toma- segmentos del juego, la serie nos lleva a descubrir la horrible belleza del enemigo invisible que postró a la civilización. La infección micótica se comporta como un sistema nervioso (es algo que se expresa poderosamente en los créditos, en donde el hongo se esparce trazando formas que semejan neuronas) y el contacto con una de las ramificaciones en el suelo puede, explica Tess, alertar a docenas de infectados a cientos de metros de distancia.

Como en el juego, obstáculos en el camino obligan al grupo a desviarse y entrar en varias edificaciones, específicamente un hotel y un museo. Estos dos no parecen tener una contraparte puntual en el mundo real y, en el caso del segundo, parece una fusión de elementos de instituciones como la casa de Paul Revere y Bunker Hill. Más que el nombre, el museo es un tema de fondo, con héroes enfrentados a una fuerza muy superior a ellos, usando su coraje y su astucia para sobrevivir. Por eso Joel y Ellie se encuentran a sus primeros clickers en medio de mosquetes y bayonetas.

Enter the clickers

De nuevo, HBO hace honor a su fama y se separa de otras obras del género -te hablo a ti, The Walking Dead- creando criaturas tan fascinantes como horribles, amenazantes y difíciles de matar.

Los clickers,que por supuesto vimos por primera vez en el juego, representan la tercera fase de la infección y son seres en los que el Chordyceps ha poblado por completo el espacio craneal, efectivamente cegando a su huésped, que se guía por ecolocalización.

Lejos de ser una debilidad, esto hace a los clickers considerablemente más peligrosos, toda vez que, además de mucho más fuertes y resistentes que un humano, las placas de lo que alguna vez fue su cara les permiten resistir un disparo directo.

Y, por supuesto, esa clase de mundo, poblado por esa clase de seres, no conduce a paseos tranquilos y sin consecuencias. Al final del episodio hemos visto de cerca cuán alto puede ser el costo de exponerse, pero incluso en ese momento, enfrentados a la pérdida total, Joel y Tess mantienen sus miradas: lógicas, prácticas, a veces despiadadas. No hay despedida y sí, en cambio, un voto irrompible, que sabemos que Joel jamás traicionará: Protege a la chica, salva a quien puedas salvar.

Esas palabras, en las que el coraje, el temple y la dignidad de Tess sobreviven, incluso tras su muerte, galvanizan el futuro de Joe y dictan el curso de la serie. 

El mundo de Joel se acabó mucho antes de que millones de personas murieran, terminó con la muerte de una sola. “Salvar” no es una noción que tenga mucho sentido porque su mundo, todo su mundo, terminó hace 20 años. Y sin embargo, es posible que al asumir, a regañadientes, esta misión, al salvar a esta niña por la que, por ahora, no siente nada, descubra que queda tambi´én en él algo, por poco que sea, que valga la pena salvar.

The Last of Us se estrena los domingos en HBO y HBO Max.

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