¿Quién debe filtrar y censurar lo que vemos en los telediarios y en las redes sociales? Los primeros se han convertido para muchos en herramientas que maquillan la realidad y la modifican al antojo de los editores. Las segundas están ganando cada vez más relevancia como recurso de aquellos que quieren estar informados de todo desde un punto de vista aséptico y sin filtros. ¿Demasiado crudo? Quizás.
Ese es el debate que se ha vuelto a generar tras los trágicos acontecimientos de estos días en Estados Unidos. Dos jóvenes negros murieron abatidos por agentes de la Policía, y Philando Castile, una de las víctimas, iba en el coche con su prometida y la hija de esta cuando perdió la vida. Lo primero que hizo su mujer: grabar un vídeo en directo allí mismo y publicarlo en Facebook.
El periodismo ciudadano vuelve a primera plana
Esas muertes y el impacto de vídeos como el publicado por Diamond Reynolds hicieron que los ánimos estuvieran muy caldeados. A pesar de todo la manifestación Black Lives Matters ("las vidas de los negros importan") en Dallas estaba siendo totalmente pacífica hasta que dos o más francotiradores comenzaron a disparar contra varios oficiales de la policía. Cuatro de ellos han muerto y otras 7 personas están heridas (6 agentes y un civil).
Los sucesos han provocado numerosos comentarios tanto sobre la tragedia como sobre la forma en la que esos sucesos se han ido cubriendo en los medios y las redes sociales. El propio Mark Zuckerberg ofrecía un comentario personal en su página de Facebook y concluía aludiendo a esa cobertura que ha convertido a Facebook en otra forma de estar informados sobre la actualidad:
Aunque espero que nunca tengamos que ver otro víde ocomo el de Diamond, esto nos recuerda por qué unirnos para construir un mundo más abierto y conectado es tan importante... y todo el camino que nos queda aún por recorrer.
¿Se debe filtrar la actualidad?
Las redes sociales han demostrado ya hace mucho que es posible acceder a otra forma de entender nuestro mundo. Ese periodismo ciudadano del que se hablaba con el auge de Twitter tuvo especial impacto tras el estallido de la Primavera Árabe en 2011. Fue entonces cuando se comprobó como esta y otras redes eran el mecanismo perfecto para franquear la censura gubernamental y corporativa y mostrar lo que en realidad estaba sucediendo. Sin maquillaje.
Eso, por supuesto, plantea un debate ético. ¿Debería mostrar la televisión y sus telediarios otro tipo de noticias más crudas? Las críticas al formato actual de muchos informativos -más entretenimiento que información apuntan muchos- hace que las redes sociales se hayan postulado como una alternativa real y cruda que puede aportar esa información adicional y alternativa. Una que los telediarios no quieren o no pueden mostrar y que permiten añadir algo muy importante al entender nuestra realidad y actualidad: el contexto.
El problema es que esa información adicional puede ser dolorosa y cruel, pero es que la anárquica internet precisamente es lo que es gracias a esa libertad. La que nos permite pasar horas viendo vídeos de gatos o bien asistiendo vía Facebook, o Twitter, o Periscope, o cualquier otro servicio de este tipo a eventos que están sucediendo fuera de nuestro contexto y que podemos vivir a través de los ojos de aquellos que nos los retransmiten sin segundas intenciones. ¿Las hay?
El espectador-censor
Aparentemente no, desde luego. Los que retransmiten esos eventos lo hacen con la intención de que cualquier persona pueda ver a través de sus ojos -o más bien, sus smartphones- lo que ocurre. Sin edición de esos contenidos, sin guiones, sin preparación. Todo improvisado, porque la actualidad suele serlo.
¿Quién debe filtrar y censurar toda esa nueva oleada de información? Facebook es desde luego una de las que están intentando convertirse en nuestra forma de informarnos de la actualidad. Eso es ya de por sí un problema, porque Facebook filtra lo que llega a tus actualizaciones y se convierte directamente en censuradora absoluta, algo que se vio recientemente en el proceso electoral de los Estados Unidos. Es tan solo un ejemplo, claro: todas las grandes de la tecnología que se están implicando en ese segmento (Google, Apple) pretenden lo mismo.
Ese es uno de los grandes problemas de ese acceso a la información que nos venden unos y otros: que todos quieren controlarlo. Y al final el que debería hacerlo es el usuario. Él debe ser el que filtre lo que le interesa o no, el que lo censure, el que lo comparta y el que pueda contar con todos los elementos de juicio que desee para formarse una opinión.
Los medios deberían (deberíamos) estar ahí solo para contribuir a que el contexto sea lo más rico posible, aunque evidentemente esa exposición a vídeos violentos pueda influir sobre nuestra forma de ser e incluso estimular conductas violentas.
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