Está claro que el desafío que tenían ante sí Bryan Fuller y Neil Gaiman al afrontar la adaptación de 'American Gods', la novela de quinientas páginas del segundo, a la televisión era considerable. De hecho, es un proyecto que el propio Gaiman ha llevado a cuestas durante unos cuantos años, y prácticamente había dado por perdida la posibilidad de adaptarlo, ya que hasta hace poco la televisión no era una opción viable -HBO acabó echándose atrás en 2011-, y su libro era demasiado complejo para una película. Parecía una tarea imposible.
El libro era todo un caramelo: publicado en 2001 y ganador de los premios Hugo y Nebula, planteaba una mitología completamente nueva para el creador del también premiadísimo comic 'Sandman' (que, por cierto, ahora vive un renovado interés en ser adaptado por Warner, actual propietaria de los derechos), pero con un estilo muy familiar para los fans de esa influyente obra. Todo un panteón de dioses, unos clásicos, otros reformulados y de novísimo cuño, se iban dando cita en una historia llena de meandros y con protagonista múltiple.
Estos protagonistas (te recomendamos, cómo no, dejar de leer ahora mismo si no quieres spoilers sobre el libro o sobre la adaptación televisiva) son dioses y criaturas mitológicas que desaparecieron del mundo cuando la gente dejó de creer en ellos, siendo sustituidos por nuevos dioses relacionados con la tecnología, los medios, el famoseo, las drogas, etc. La confrontación está servida y el canalizador de la misma es Shadow, un ex-convicto que acaba de perder a su mujer en un accidente de tráfico y que acepta trabajar como guardaespaldas para el misterioso Miércoles.
'American Gods' mantiene el estilo y el tono
La adaptación está producida por el canal Starz y llega a nuestro país a través de Amazon, que ya ha estrenado el primer capítulo. Aunque las diferencias son inevitables y notorias, el 'American Gods' de Fuller y Gaiman (que conserva el pulso creativo también en la adaptación gracias a un cargo de showrunner y coproductor) mantiene el tono y estilo de la novela. Esencialmente (o por ahí parece que irán los tiros) estamos ante una road movie en la que Miércoles (no os vamos a decir qué dios clásico esconde su maquiavélica personalidad, aunque las pistas para averiguarlo están ya en el mismo piloto) y Shadow viajan reclutando a Viejos Dioses para el enfrentamiento.
En este primer episodio veremos el arranque del enfrentamiento entre Nuevos y Antiguos Dioses.
En esta primera hora ya conocemos a unos cuantos de estos Viejos Dioses, descritos con malvada y cruel sorna: el clasico leprechaun del folclore irlandés, Mad Sweeney (Pablo Schreiber, recién salido de 'Orange is the New Black' y sustituyendo al inicialmente previsto Sean Harris) y Bilquis (Yetide Badaqui, una antiquísima diosa afriana que en la novela es también la Reina de Saba y que aquí protagoniza la secuencia más fascinante del episodio).
Y también conoceremos a algunos de sus rivales, como Technical Boy (Bruce Langley), el Nuevo Dios de la tecnología. Una mezcla de El Rubius y el protagonista de un reboot hipster de 'Tron' (de forma algo más moderna que el forero internauta que era en la novela, que en según qué aspectos relacionados con la tecnología se ha quedado anticuada).
Y también en esta hora, pese al inevitable proceso de presentación de los personajes, también detectamos una química muy especial entre Miércoles y Shadow. Miércoles está interpretado por la auténtica estrella de la función, un Ian McShane ('Deadwood', 'Piratas del Caribe: En mareas misteriosas') que saborea los diálogos cargados de intención y de pistas sobre su identidad. Por aquí nos ha recordado a la juguetona y memorable interpretación de Al Pacino en 'Pactar con el diablo' (lo que, reconozcámoslo, tiene todo el sentido).
También nos encontraos con un Shadow distinto al de la novela, donde funciona casi como un mero testigo de los acontecimientos. Aquí, Ricky Whittle le imprime más personalidad e intención al personaje (de hecho, Gaiman y Fuller le pidieron que no leyera la novela para que el lienzo en blanco que era el personaje en el libro no influyera en su interpretación).
El potencial de la serie se resume muy bien en una secuencia muy concreta, mencionada más arriba: la única aparición hasta el momento de Bilquis (que Gaiman asegura que tendrá mayor protagonismo que en el libro). Se trata de una escena complicada de plasmar en imágenes, pues juega con un erotismo grotesco pero muy contundente, y con una situación de fantasía pura y una carnalidad muy exacerbada. Y sin embargo, funciona... como era de esperar en una serie tras la que se encuentra alguien como Bryan Fuller, que fue en 'Hannibal' capaz de exprimir hasta la última gota de glamour de algo como el canibalismo psicópata.
El "toque Fuller"
'American Gods' es, posiblemente en buena parte gracias a Fuller, un auténtico festín de excesos visuales. Desde los sensacionales títulos de crédito que componen un totem multicultural de deidades al sensacional y violentísimo prólogo protagonizado por unos vikingos que llegan al Nuevo Mundo y tienen que contactar con Odín de la forma más sangrienta posible para salir de allí. Todo está bañado en una sensación de acusada irrealidad que contrasta a su vez con el ambiente polvoriento de bares y carreteras que también conforman, como los dioses viejos y modernos, América.
Porque 'American Gods' va de eso: de cómo se construyó un país a medias entre tradiciones milenarias y costumbres de nuevo cuño. De momento quedan muchos dioses por conocer (y los que Gaiman puede ir generando, que lleva unos años enfrascado en la escritora de 'American Gods 2'), pero hasta que lleguen momentos tan jugosos como las apariciones de iconos de la talla de Crispin Glover y Gilliam Anderson, este arranque de las guerras divinas en ocho capítulos semanales supone un estupendo aperitivo.
En Blog de Cine | ‘American Gods’, analizamos las claves de su sorprendente arranque