Los teléfonos móviles empezaron a popularizarse masivamente en la segunda mitad de los noventa. Hasta entonces eran demasiado caros y demasiado grandes, pero fabricantes como Nokia, Ericsson o Motorola lograron que cupieran en un bolsillo y el precio a pagar no fuera escandaloso. Antes, los móviles eran para ejecutivos y gente de negocios, poco más. En esa década se completó la transición hasta lograr convencer a la sociedad de que los teléfonos ya eran para todos.
En esa carrera, los precios fueron cayendo. Un teléfono como el Nokia 8110, de 1996, costaba el equivalente a 1.599,28 euros de 2019 si ajustamos su precio original por la inflación. Parece un precio alto, pero unos pocos años antes los precios eran incluso superiores, por la escasa madurez de esa tecnología y por el target al que iban dirigidos. Con los años, los precios siguieron bajando primero y manteniéndose estables... hasta hace un par de años.
Y llegó la pantalla plegable
Tras una década con esa relativa estabilidad, en 2016 y 2017 vimos repuntes considerables que se han acentuado en 2018 y lo poco que llevamos de 2019. La sublimación ha llegado con el Samsung Galaxy Fold, que, si descontamos los extintos Vertu y similares (con joyería incrustada) y partimos desde 1996, se ha convertido en el teléfono más caro de la historia reciente con sus 1.980 dólares.
Su precio oficial en euros todavía no ha sido confirmado, pero incluso haciendo una mera conversión a euros -faltaría contar impuestos y además esta conversión siempre se hace al alza-, es decir, siendo conservadores... ya tendría el récord con esos 1.742 euros que, como decimos, previsiblemente serán más.
Prepara el scroll.
Como podemos ver, hay cinco teléfonos que destacan sobre el resto en los últimos años: cuatro de ellos son las ediciones de lujo de fabricantes normales que han lanzado sus terminales en colaboración con una marca de coches. Ahí están las variantes Porsche de Huawei o Lamborghini de Oppo. OnePlus también se alió con McLaren, pero contuvo el precio a niveles más normales. Recordamos que los teléfonos de la gráfica son las versiones básicas de cada modelo (en almacenamiento, RAM y variables de ese estilo).
Sin embargo, ninguno de los móviles con marca de coche fue tan caro como lo va a ser el Galaxy Fold, que justifica su precio en una tecnología totalmente nueva y no en un logo de la automoción -sin desmerecer la tecnología que albergan-. Tras todos ellos, solo queda el RED Hydrogen One, que realmente va más dirigido a un nicho concreto de usuarios. A partir de ahí, teléfonos tradicionales, por llamarlos de alguna forma: los Note, los iPhone...
Como ocurrió con la curva de la misma Samsung, que debutó en el Galaxy Note Edge original y luego fue expandiéndose a otros teléfonos de la casa, es presumible que la tecnología de las pantallas plegables abaraten sus costes en poco tiempo, y estos casi-dos-mil-dólares sean la anécdota del principio, y no la norma de las próximas generaciones de smartphones con estos paneles. Claro que para entonces es posible que alguien haya terminado de rebasar la plusmarca del Fold con otra tecnología. Veremos.
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