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Nos quejábamos de la ausencia del minijack y no era para tanto

Del Moto Z que Motorola presentó en junio de 2016 recordaréis probablemente dos cosas: la primera, los Moto Mods que planteaban aquella (ahora abandonada) tendencia por los módulos. La segunda: que eliminaban el puerto de auriculares.

Fue el primero de los "grandes" en tomar una decisión polémica que ya se mascaba desde hacía algún tiempo. Otros lo hicieron después, y aquellos iPhone 7 que Apple presentó en septiembre acabaron por poner de moda esa rumroeada tendencia. Hoy tener conector de auriculares no es la norma, sino casi la excepción, pero aunque yo mismo criticaba aquel movimiento de la industria y sigo sin verle argumentos claros, he acabado acostumbrándome a esa ausencia en mis dos últimos terminales. ¿Os ocurre lo mismo?

Una despedida innecesaria

Ni el Xiaomi Mi 6 que tuve hasta hace unos meses ni el Huawei P30 Pro por el que lo cambié tienen conector de auriculares: ambos, como muchos otros, disponen de un conector USB-C que sirve tanto para cargar el dispositivo como para conectar auriculares —ojo, no todos, me da la risa— a través de este conector.

Lo curioso es que apenas hay auriculares USB-C, y la inmensa mayoría de novedades que vemos dirigidas al usuario de a pie están centradas en la otra alternativa del mercado: los auriculares inalámbricos.

Son esos auriculares los que han conquistado a muchos usuarios tanto por el avance de la conectividad Bluetooth como por la aparición de modelos que iban integrando opciones cada vez más llamativas como el control táctil, el soporte de asistentes de voz o la cancelación activa de ruido.

Ninguna de esas opciones, por bienvenidas que sean, parece justificar que los fabricantes se hayan deshecho en masa del conector de auriculares tradicional. Es cierto que podemos seguir aprovechando nuestros cascos a través de un adaptador de minijack a USB-C, pero los argumentos que defendían algunos fabricantes para eliminar ese conector han perdido fuerza en los últimos tiempos.

Quitarlo, nos decían, permitía ahorrar algo de espacio en el móvil y hacer dispositivos más delgados que no necesitábamos. Espacio que por ejemplo reutilizaban para acomodar una batería de mayores dimensiones.

No me creí aquel argumento entonces y me lo creo aún menos ahora: con móviles que aprovechan más los marcos que nunca no tenemos dispositivos más compactos, sino zapatófonos aún más grandes y con más batería que nunca. ¿De verdad que el conector de auriculares sigue sobrando porque quieren meter más batería?

La despedida era innecesaria. No había necesidad de quitar un minijack que aportaba opciones, y no hay tampoco excusas demasiado razonables (al menos, para el usuario final) para hacerlo ahora.

Y sin embargo, nos hemos adaptado

La falta de conector de auriculares es una pequeña tragedia tecnológica, pero una que al menos se ejecutó sin dejar a los usuarios colgados: los citados adaptadores y los auriculares Bluetooth planteaban buenas alternativas. Quizás demasiado buenas a pesar de lo que yo mismo afirmaba hace algo más de un año.

De hecho la fiebre de los auriculares inalámbricos se ha convertido en potente impulsora de un segmento sorprendente. No el de los auriculares, cuidado: el de los wearables.

Dichos dispositivos cuestan en muchos casos lo mismo que un smartphone de gama de entrada si queremos acceder a los modelos más ambiciosos de Apple, Google, Samsung, Amazon o Huawei. Cada una, claro, con su jardincito amurallado, vistas a la playa y financiación a 24 meses.

De hecho todas ellas han comenzado a competir en un mercado en el que antes sólo oíamos (y nunca mejor dicho) hablar de Sony —que acaba de presentar nuevo modelo—, JBL, Sennheiser o marcas para audiófilos que van aún más allá.

Todo eso parece haber desplazado la atención de los usuarios, que han reconocido que, la verdad, los auriculares inalámbricos molan bastante. Para los auriculares con cable sigue existiendo la opción del adaptador. Uno puede ponerse puntilloso y acudir al "ya, pero si escucho mi móvil ya no puedo cargarlo", pero ese escenario no es tan común y también existen accesorios como el de la imagen para resolver ese apartado.

En cierto sentido parece como si la pérdida del minijack nos hubiera hecho pasar por las cinco fases de duelo. Ya sabéis: primero lo negamos, luego nos enfadamos, luego negociamos, luego nos deprimimos y por último aceptamos lo que hay.

Diría que al menos en mi caso la aceptación ha llegado de forma casi natural. Normal: llevo casi tres años manejando un móvil que no cuenta con esta ranura, y aunque no utilizo demasiado a menudo auriculares —teletrabajar ahorra muchos desplazamientos— tengo unos de cable y también unos inalámbricos —gama baja, siempre he tenido oídos de corchopan, no como mis compis— que alterno según mis necesidades.

Ya ni siquiera pienso en que hecho de menos el conector de auriculares: el adaptador que llegó con el mi Xiaomi Mi 6 sigue resolviendo el problema si uso los auriculares con cable, así que la ausencia se ha acabado haciendo duradera. Parece que no era para tanto, ¿no creéis?

Y sin embargo, la tragedia sigue ahí y la pregunta sigue sin una buena respuesta: ¿para qué narices nos han quitado el puerto de auriculares?

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