Nadie hacía caso a los códigos QR hasta que llegó COVID-19: atentos a su "modo Foursquare" como aliado del rastreo de contactos

Puede que no hayáis escaneado muchos códigos QR en el pasado, pero eso está cambiando. De repente el uso de estos pequeños códigos bidimensionales se está convirtiendo en la norma tanto en los negocios de hostelería como en cada vez más y más escenarios de nuestro día a día.

La pandemia de COVID-19 está haciendo que el uso de los códigos QR crezca de forma notable, y este singular sistema que fue creado hace 25 años se ha convertido en un aliado clave para minimizar contagios y fortalecer la distancia social.

No toques, escanea

Lo estamos viendo cada vez más en todos los negocios de hostelería, donde las tradicionales cartas para consultar el menú han dejado de proporcionarse en formato físico y se ofrecen ahora a través de un código QR.

El cliente llega, escanea ese código y se le redirige a una página web en la que ese menú digital se convierte ahora en el método para poder elegir los platos que se van a pedir.

La idea no es nueva, pero lo cierto es que en la mayoría de los casos los códigos QR habían pasado sin pena ni gloria por nuestra vida hasta ahora. A pesar de su facilidad para generarlos y leerlos —hay decenas de aplicaciones de terceros que lo hacen, y algunos móviles integran de forma nativa esa opción en su aplicación de cámara— su uso no se había popularizado hasta ahora.

Solo países como Japón —quizás porque nacieron allí— los habían adoptado de forma destacable, pero la pandemia de COVID-19 ha hecho que se hayan convertido en una útil herramienta para minimizar los riesgos de contagio.

Responsables de empresas que proporcionan estos servicios dejan claro ese crecimiento imparable de su uso. Nils Engelking, cofundador de Egoditor, una empresa que trabaja con todo tipo de negocios para que generen e impulsen el uso de códigos QR, lo confirmaba en una entrevista en Wired.

Este producto ha visto cómo el registro de restaurantes a su servicio se ha multiplicado por 25 respecto a febrero, y lo mismo ha pasado con los hoteles, que han multiplicado por siete esos registros. En Emprendedores citaban el caso de Carta360, una empresa que proporciona servicios digitales para negocios de hostelería y que ha visto crecer la demanda de sus servicios entre un 200 y un 300% en las últimas semanas.

En España estos códigos QR también han multiplicado su uso, y los estamos viendo de forma habitual no solo en restaurantes u hoteles —que permiten así mostrar información sobre sus servicios e instalaciones— sino también en emplazamientos como museos, comercios u oficinas de turismo.

La de Jávea, por ejemplo, muestra en su exterior diversos códigos que permiten descargar folletos, mapas, guías y material promocional variado que normalmente esta oficina (y otras muchas) proporcionaban en papel. Los ejemplos se multiplican en toda España y en todo el mundo, donde los códigos QR se han convertido en la alternativa de facto a la hora de proporcionar información que los usuarios pueden consultar desde sus dispositivos móviles fácilmente.

El uso de estos códigos está propagándose también en el ámbito de las redes sociales. Twitter y WhatsApp ya ofrecían esa opción para añadir a nuevos contactos, e Instagram acaba de anunciar que abandona sus propios códigos QR antiguos, llamados Nametags, y comenzará a usar códigos QR que ya se podrán escanear con cualquier otro móvil y escáner de códigos, y no solo desde la aplicación de Instagram.

Instagram se aparta así de su estándar propio en este sentido, algo de por ejemplo Spotify también hacía al tener tanto códigos propios para compartir música como códigos QR para ese propósito, aunque de momento este servicio parece impulsar sus propios códigos aunque tenga también soporte para el conocido estándar tradicional.

Códigos QR como ayuda "a lo Foursquare" para el rastreo de contactos

Otra de las aplicaciones de estos códigos es la que está comenzando a implantarse como aliada del rastreo de contactos. En algunas aplicaciones que hacen uso de la tecnología Bluetooth para detectar contactos también se usan códigos QR, pero con otro propósito.

Es el caso de Australia. Allí el Gobierno de Nueva Gales del Sur ha actualizado su aplicación de rastro de contactos para incluir un escáner de códigos QR que se ha integrado en una prueba piloto y que sirve para que todo tipo de clientes se registren cuando visitan diversas localizaciones.

La idea es similar a la que proponen desde hace años redes sociales como Foursquare: marcamos dónde hemos estado y eso permite a los rastreadores de contactos tener un repositorio de datos. En caso de que alguien contagiado confirme que ha visitado esa localización, se puede avisar a quienes la visitaron en el pasado para que comprueben si pueden haber estado expuestos.

Se persigue así contar con una extensión del rastreo de contactos a través de la tecnología Bluetooth de nuestros móviles, y como en ese caso depende de la participación voluntaria de los ciudadanos. Uno de los responsables de la plataforma indicaba que estos registros "son seguros, ahorran tiempo y ayudan a los funcionarios en la tarea del rastreo de contactos".

Además, aseguraba, todos los datos que se recolectan permanecen en una base de datos del servicio durante 28 días "con el único propósito del rastreo de COVID en caso de un rebrote".

La idea de hecho se ha extendido a Nueva Zelanda, donde la aplicación oficial, NZ COVID Tracer, se unirá a la obligatoriedad de que todos prácticamente todos los negocios del país muestren un código QR -que debe ser distinto si están presentes en distintas ubicaciones- para poder ayudar en este tipo de registro de visitantes.

Inglaterra también está planteando esta idea en una versión actualizada de su aplicación de rastreo de contactos, y otros países como India, Corea del Sur o Singapur también la han implementado.

California, en Estados Unidos, utiliza también este sistema desde hace meses mediante la aplicación TrackCOVID, y puede que este tipo de medida gane más y más popularidad como compañera del rastreo vía Bluetooth. Es más que probable que eso genere nuevos debates sobre la potencial invasión a la privacidad, pero la idea es desde luego coherente con la estrategia del rastreo de contactos.

Imagen | Unsplash

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