¿Que tiene pantalla casi sin marcos? Menuda novedad. ¿Notch? Mejor ni lo menciones ¿Un Snapdragon 845? Como casi todos los gama alta. ¿Doble cámara? No me hagas reír.
Esa es un poco la inevitable sensación que nos causan casi todos los lanzamientos en movilidad de lo que llevamos de año, y el OnePlus 6 no es una excepción. No es culpa suya, en realidad. Es culpa de un mercado cada vez más maduro y en el que sorprender resulta casi imposible.
Diseños demasiado parecidos
El OnePlus 6, como muchos antes que él, no escapa a las tendencias. No lo hace con su pantalla sin marcos de 6,28 pulgadas de diagonal, y tampoco con esa muesca o 'notch' de la parte superior que según Carl Pei "deberíamos aprender a amar".
No sé si podremos o no, pero lo cierto es que poco diferencia al OnePlus 6 de otros diseños. Los fabricantes ciertamente dedican mucho tiempo y recursos a plantear diseños diferenciales e impactantes, pero la realidad es que la mayoría de móviles se parecen demasiado.
Esa nueva tendencia a pantallas 18:9, 19:9 o cualquier variante similar hace que haya además poco espacio para la imaginación en los frontales: la presencia de esa muesca (ceja, pestaña, notch o como queráis llamarla) se ha convertido en una excusa para querer parecerse al iPhone X y así gritar al mundo que ese terminal con notch es tan bueno como el de Apple.
¿Os acordáis de cuando el metal era impepinable si querías ser un gama alta?
El problema es que todos los fabricantes están copiando el notch por las razones equivocadas, y eso hace que dispositivos que deberían ser diferenciales precisamente en eso y tener su propia personalidad la olvidan para ser un más de lo mismo.
Eso ocurre también en las partes trasera, que dan mucho más juego pero que aún así se han convertido también en una evidente repetición de tendencias. El cristal se ha impuesto esta temporada 17-18 como material premium —¿os acordáis de cuando el metal era impepinable si querías ser un gama alta?—, y solo algunas firmas tratan de arriesgar con acabados en degradados de colores para intentar que olvidemos esos dorados y rosas dorados que lo dominaron todo hace bien poco.
Lo irónico de esto es que el diseño del que tanto hablan los fabricantes queda relegado a un segundo plano en el mismo instante en el que los usuarios compran una funda para proteger sus preciosos móviles. ¿De qué sirve entonces tanto cristal, tanto color rimbombante y tanta inversión en este apartado?
Especificaciones demasiado parecidas
Si en el apartado del diseño la cosa está difícil, aún lo está más en especificaciones. Cualquier fabricante puede ahora acceder a básicamente cualquier componente para sus smartphones, y eso hace que todos presenten una hoja de especificaciones prácticamente calcada entre ellos.
Ocurre en todas las gamas, claro, pero es especialmente evidente en una gama alta en la que parece que no puedes ser nadie si no tienes un Snapdragon 845, 6 u 8 GB de RAM y 128 o 256 GB de capacidad.
De hecho cuando uno revisa las especificaciones de los terminales franquicia de todos los fabricantes es difícil encontrar opciones realmente diferenciales en el hardware: salvo por el soporte de la carga inalámbrica, la resistencia al agua o quizás una batería de mayor capacidad, lo normal es que las diferencias sean mínimas.
Sí lo pueden ser no obstante en un apartado. Uno que probablemente es el único capaz hoy en día de justificar que un móvil cueste 1.000 euros o que cueste 200. El apartado fotográfico.
La cámara es (casi) lo único que importa
Así es. Aunque obviamente en la decisión de compra entran en juego esos pequeños factores diferenciales muy personales, ante dos móviles de gama alta muy parecidos el apartado que puede cambiarlo todo es la cámara.
Esa es la razón de que hoy más que nunca los fabricantes dediquen un gran esfuerzo a integrar todo tipo de mejoras en sus sistemas fotográficos. En realidad todos ellos también se suelen parecer en esto, porque todos ellos suelen usar los mismos sensores —Sony aquí tiene un filón—, pero hay quien los combina con más fortuna y hay quien los combina con menos.
De hecho este año hay un único ganador en ese terreno de propuesta diferencial. Es, claro, el Huawei P20 Pro, el smartphone que con sus tres cámaras en la parte posterior ha demostrado estar al nivel de los mejores... o superarlos.
¿Qué pagamos en un móvil? Pues sobre todo una cosa: podérselo poner difícil a la cámara de fotos.
Esas cámaras que integran los smartphones más avanzados (y caros) del mercado suelen marcar la diferencia en escenarios especiales, como aquellos con baja luminosidad, y precisamente ese comportamiento en condiciones algo menos ideales es el que suele distinguir a un móvil fotográfico "normalito" de uno excepcional.
De hecho hoy por hoy es difícil que un móvil de gama media o incluso gama de entrada no resuelva con solvencia la mayoría de situaciones en fotografía si cuenta con buena luz. Incluso los modos retrato de esos móviles más baratos son más que aceptables en los últimos tiempos, y una vez más las cosas únicamente cambian realmente cuando se lo ponemos difíciles a estas cámaras. Eso es lo que se paga: podérselo poner difícil.
Ciclos de renovación
Con tanto móvil tan parecido, el OnePlus 6 no solo se enfrenta al presente, sino al pasado reciente. Resulta difícil justificar la inversión cuando el fantástico OnePlus 5T apareció hace tan solo 6 meses.
Es pronto para arrojar juicios definitivos sobre el terminal, no obstante: hasta que no lo analicemos y veamos su rendimiento general y particular en terrenos como en el de su cámara será difícil dar un veredicto, pero a priori el OnePlus 6 no parece mejor que otros terminales de su gama. Tampoco peor. Parece uno más, y eso es lo malo.
Lo es porque la decisión para comprarlo o no se basa en matices muy personales que hacen difícil que las cosas se muevan mucho en el ámbito global, pero también porque las razones para comprar este o cualquier otro gama alta de 2018 cada vez son menos convincentes a nivel práctico.
Es la condena de un sector que ha madurado y que a pesar de todo y de todos es más aburrido que nunca. Los ciclos de renovación de móvil son ciertamente mucho más cortos que los de los PCs o las tabletas, pero cada vez es más difícil justificar la compra de un nuevo móvil cada año.
Si vienes de un 5T las diferencias no son tan patentes, y solo cuando hablamos del OnePlus 5 o de otros terminales de hace dos años las justificaciones empiezan a llegar en cosas como su doble cámara o su mayor potencia. Y lo que es cierto para valorar esta compra lo es también para el resto del mercado. Uno en el que, recordémoslo, un móvil de 200 euros ya hace todo (o casi todo) estupendamente.
El software, y no el hardware, podría ser la clave de futuro
Y frente a ese aburrido planteamiento en materia de hardware tenemos al software, que parece estar por estar pero que también puede marcar la diferencia.
No porque un fabricante integre una capa de personalización con mayor o menor fortuna, sino porque integre mejoras propias que realmente supongan una ventaja frente a la competencia.
¿Qué ventajas? Cosas tan simples y tan demandadas como una mayor autonomía de la batería, por ejemplo, pero también ese papel que la inteligencia artificial poco a poco va desempeñando en la mejora de las fotografías tomadas con el móvil.
Si no puedes diferenciarte (mucho) en hardware, quizás sí puedas hacerlo en materia de software
Ese es probablemente uno de los ámbitos más prometedores para convertir a un móvil en mucho más de lo que es hoy en día, y puede que las mejoras no lleguen solo de Google aunque parezca que su discurso es ese.
Está también la eterna promesa de la convergencia, esa que convertirá nuestros smartphones en nuestros próximos PCs. Los acercamientos que hemos visto son interesantes, pero siguen aún limitados en varios apartados. Otros campos como el de la realidad virtual o la realidad aumentada han dejado atrás el 'efecto wow' y ahora necesitan consolidarse.
Puede que esa sea la clave de futuro: si no puedes diferenciarte (mucho) en hardware, quizás sí puedas hacerlo en materia de software. OnePlus quizás debería tener esto más en cuenta que nunca. Y el resto de fabricantes, también.
OnePlus es diferente en una cosa: el precio
A falta de comprobar qué da de sí el OnePlus 6 —y ciertamente esperamos que no nos decepcione— todas estas odiosas comparaciones quedan atrás cuando uno se fija en el que es el apartado clave de cualquiera de estos dispositivos: el precio.
Es ahí donde OnePlus sigue manteniendo una oferta diferencial y con la que pocos fabricantes pueden competir. Lo demostró desde el principio con su OnePlus One original, y esa tradición se ha mantenido en estos nuevos modelos.
De hecho con esa hoja de especificaciones es casi una sorpresa que los modelos vayan desde los 519 (6GB/64GB) a los 619 euros (8GB/256GB), cuando otros fabricantes con móviles con estas mismas especificaciones han lanzado sus dispositivos por precios notablemente superiores.
Eso precisamente es lo que puede marcar la diferencia para una OnePlus que una vez más parece haber dado en el clavo. No tanto por un terminal que se parece mucho a los demás, sino por un precio que precisamente es factor definitorio para elegirlo por encima de otras propuestas.
En Xataka | OnePlus 5T ante la condena de haber nacido como teléfono-chollo
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