El año pasado el LG G6 aparecía antes que cualquiera de sus rivales. Lo hacía con el formato 18:9 que acabaría apoderándose de la industria, pero perjudicado en su procesador.
Ahora el fabricante ha cambiado de estrategia, y ha esperado a que otras propuestas apareciesen primero para querer atraernos con su nuevo LG G7 ThinQ, un terminal llamativo pero difícilmente diferencial. ¿Tiene sentido lanzar algo más tarde que la competencia?
Mejor tarde que nunca
La pregunta tiene una respuesta sencilla: llegar más tarde puede tener sentido si los argumentos del retraso son consistentes. El año pasado, por ejemplo, hubiera tenido sentido retrasar el LG G6 para hacerlo aparecer con el Snapdragon 835 en lugar de aparecer con el Snapdragon 821.
Este año la cosa es algo más complicada. Nos encontramos ante un terminal que no cuenta con diferencias fundamentales respecto a la competencia, y eso hace que este retraso parezca artificioso. Como acogiéndose al "somos más nuevos que el resto" cuando en realidad no son tan nuevos.
Es lo que al menos nos transmite el LG G7 ThinQ del que para empezar no somos muy fans de ese último apellido. La marca y la familia ya son lo suficientemente populares como para querer diferenciarse con ese 'ThinQ' que LG utilizó también con el reciente LG V30S ThinQ.
De hecho este terminal parece una vuelta de tuerca de ese último 'refrito' que LG quiso hacer del V30. Cambian ligeramente las dimensiones y algunas especificaciones como la segunda cámara trasera (16 MP en lugar de 13 MP), pero no hay revoluciones. Ni mucho menos.
Demasiado continuista
En un mercado como el de los móviles en los que diferenciarse parece fundamental nos encontramos con una propuesta que llega algo más tarde y sin bazas claras.
Está la apuesta por el sonido de calidad, desde luego, pero es una apuesta que ya se hereda de terminales anteriores (se copia el DAC del LG V30S ThinQ, el estupendo ESS Sabre ES9218) y que aun siendo interesante no llama demasiado la atención.
De hecho ese apartado tiene luces como el citado DAC, la presencia de la toma de auriculares (bien por mantenerla) pero también sombras: contamos con un único altavoz en la "barbilla" del terminal frente a apuestas más ambiciosas de otros fabricantes que prefieren utilizar configuraciones duales.
En este lanzamiento tan continuista de LG hay desde luego elementos curiosos. Por ejemplo, ese botón físico dedicado al asistente de Google (de momento no "remapeable") o esa pantalla IPS LCD 'Super Bright' que según LG supera de largo a las reputadas OLED.
Y luego está, claro, el notch, ese elemento de diseño que aquí LG nos ha querido vender con una denominación exagerada: la 'New Second Screen' tiene poco de nueva, y menos aún de segunda pantalla.
Esa muesca que parece definir a los móviles 'premium' de esta temporada no aporta de nuevo ninguna ventaja práctica ni argumento claro para su presencia. Se puede ocultar por software, como ocurre en los Huawei P20 y Huawei P20 Pro, pero una vez más nos encontramos con un elemento de diseño que está ahí, como en el resto de terminales del mercado que han copiado al iPhone X, por postureo estético.
La inteligencia artificial puede no ser suficiente
De hecho en LG creen que la inteligencia artificial podría ser el verdadero componente mágico de estos terminales. Una inteligencia artificial que sobre todo está ahí para aportar en fotografía y que tendrá que demostrar que puede marcar la diferencia.
¿Podrá hacerlo? La función AI Cam que ya hemos visto en modelos anteriores gana ahora en nuevas categorías de información de escena (hasta 18). El fabricante ha "entrenado" a este motor de inteligencia artificial para reconocer escenas y objetos y seleccionar las preferencias que mejor se adapten a cada toma concreta, pero está por ver cuál será el resultado final de esa combinación.
Los nuevos sensores prometen menos distorsión en los bordes y también mayor detalle en todas las tomas (incluidos los selfies). LG incluye un nuevo modo retrato con posibilidad de ajustar enfoque tras la toma o ese nuevo modo brillante para tomas a baja luminosidad, pero es difícil saber si esas mejoras podrán competir con esa estabilización óptica o 'super-zoom' que ofrece por ejemplo el P20 Pro y sus tres sensores.
A LG no le iba bien siendo original
Lo cierto es que la apuesta de LG es especialmente parecida a la de sus competidores en la gama alta, tanto los que ya han salido como los que lo harán en los próximos meses.
Eso es probablemente lo más sorprendente de esta nueva apuesta: el LG G7 ThinQ se aparta de la valentía y la originalidad que no le sirvieron de mucho en el pasado. Con esta iteración nos encontramos con una apuesta mucho más similar a la competencia aun cuando siga habiendo aspectos que lo separen del resto.
¿Serán esos aspectos suficientemente diferenciales? Es difícil saberlo sin haber analizado el nuevo LG G7 ThinQ, pero esperamos poderlo hacer muy pronto para extraer conclusiones mucho más claras. Hasta entonces el buque insignia de LG plantea muchas incógnitas. Demasiadas, quizás.
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