Estos días se han ido publicando los resultados financieros del primer trimestre del año para diversas empresas que apuestan fuerte por el terreno de la movilidad. Apple se ha pegado un buen tortazo -el primero en 13 largos años- mientras que en Samsung las noticias son mucho mejores. Algo parecido pasa con Sony -los nipones no levantan cabeza- y también con Lenovo y Xiaomi, que pierden relevancia en favor de Oppo y Vivo.
El sector de los smartphones no tiene piedad: muchos lo intentan conquistar, pero pocos lo consiguen. Este es un pequeño homenaje a una empresa que lleva años tratando de hacer las cosas bien, pero que sobre todo trata de hacer las cosas de forma distinta. LG es la empresa que una y otra vez se diferencia del resto, pero eso no parece ser suficiente, y eso, amigos lectores, es una tragedia.
Números rojos para los móviles de LG
En LG las cuentas no salen. En sus últimos resultados financieros (aquí en PDF) queda claro que los reiterados intentos de LG por diferenciarse y probar cosas distintas no acaban de salirle bien a la empresa surcoreana. El color rojo tiñó esos resultados, que en esta ocasión mostraron unas pérdidas de 168 millones de dólares en su división de móviles.
Buena parte de esas pérdidas se debieron a los esfuerzos de marketing dedicados a promocionar el LG G5 estas pasadas semanas, pero ni siquiera eso parece haber causado un impacto significativo en las ventas, que han caído un 15,5% en ingresos y un 12% en número de unidades distribuidas (13,5 millones de terminales) en ese primer trimestre del año.
Lo cierto es que los esfuerzos de LG no parecen dar fruto: su cuota de mercado global en el segmento de los smartphones fue destacable hace unos años, pero el empuje de otros fabricantes -sobre todo de los situados en China- ha hecho que la relevancia de esta división de LG siga siendo algo decepcionante. Afortunadamente a la empresa le salvan -de sobra- sus otras divisiones, como la de electrodomésticos, pero lo curioso es que es una de las pocas que intenta innovar iteración tras iteración en sus dispositivos de gama alta.
Valiente como pocas
Pero claro, los números son solo parte de la historia. La otra parte es precisamente la que hace que la situación de LG sea especialmente trágica, porque si hay una empresa que una y otra vez trata de renovarse con ideas diferenciales, esa es LG.
La empresa lo demostró hace ya cerca de tres años con aquel LG G2 al que calificábamos de "gigante" -y eso que tenía una pantalla de 5,2 pulgadas- en el que veíamos ese curioso sistema de botones de la parte trasera que como era de esperar se provocaron reacciones de amor-odio importantes. Aquella no era la única característica diferencial y valiente de aquel dispositivo: de repente contábamos con un terminal que aguantaba prácticamente dos días sin despeinarse. Increíble.
Un año más tarde nos encontrábamos con el LG G3, que fue el primero de los grandes (también en tamaño, pasando a las 5,5 pulgadas) en atreverse con una pantalla 1440p (2K) que se adelantaba a su tiempo. Aquello hacía que el equipo perdiera enteros en su prestigiosa batería en el modelo anterior, pero desde luego mostró el camino a toda la industria. Al LG G3 se le achacaba el uso del plástico -con aspecto metálico, eso sí- en la parte posterior, pero incluso también criticábamos un tamaño que considerábamos algo excesivo. El tiempo, una vez más, acabaría dando la razón a la decisión de este fabricante. Pero no las ventas.
En el LG G4 la empresa surcoreana demostró una vez más querer diferenciarse de la competencia en un apartado que se le había criticado repetidamente: el del diseño. En lugar de ir al metal o a pantallas curvas -LG ya tenía su Flex para eso, otra muestra de su valentía- adoptaba una carcasa posterior con una piel vegetal que sorprendía por su tacto y agarre, aunque nuevamente no se convirtiese en el argumento definitivo de venta que la empresa esperaba.
Daba igual también que su poderosa cámara de 16 Mpíxeles ofreciese incluso un modo RAW y el control manual: la competencia volvía a superarle en ventas por "el maldito metal" que seguía estando asociado a un verdadero terminal de gama alta. Tampoco ayudaron el hecho de no arriesgarse con otra de las mejoras más interesantes del momento -el lector de huella dactilar- algo curioso para quien efectivamente había sido conservador también en la elección del procesador, un Snapdragon 808 que le permitía salvarse de los problemas de aquella polémica primera hornada de Snapdragon 810.
Y por fin llegamos al LG G5, un dispositivo que de nuevo iba a una propuesta diferencial que nadie en el mercado ha podido igualar. Los LG Friends, los módulos con los que es posible ampliar las capacidades del terminal, demostraban que un móvil puede ser más cuando lo necesitamos. Puede ser más cámara, o más equipo de reproducción de audio, o simplemente más duradero gracias a la batería-cartucho que se inserta con ese curioso sistema de acople de accesorios.
¿Qué tiene de malo el LG G5? Aparentemente, nada. Aquí LG ha escuchado por fin al respetable en la elección de materiales: tenemos un dispositivo en el que el metal es protagonista, pero es que además no solo contamos con esa modularidad: también con un singular sistema de doble cámara que puede dar mucho juego cuando necesitamos angulares de mayor o menor tamaño.
Aquí puede que el problema sea que tanto esa cámara como los LG Friends están aún algo verdes. Son llamativos, pero no especialmente diferenciales -al menos, no tanto como muchos desearían- y hay que tener en cuenta que tampoco son especialmente baratos.
¿Se premia lo aburrido?
Y mientras ahí tenemos los datos de IDC en los que vemos como las empresas que más han crecido no son tan innovadoras. Destaca desde luego Huawei, que está haciendo un trabajo realmente notable en sus terminales y que en su Huawei P9 se mete de lleno en la pelea con los grandes, sobre todo por esa llamativa cámara dual que parece ir más allá de lo logrado por LG en el G5.
En esos últimos datos de IDC a los que hacíamos referencia anteriormente parece premiarse a aquellos fabricantes más conservadores. Samsung y Apple no han hecho grandes revoluciones en sus últimos terminales -a esta última eso sí parece que podría haberle perjudicado- pero sorprende ver cómo en ese Top 5 desaparecen Lenovo y Xiaomi (la primera quizás se lo tiene algo merecido, pero el Xiaomi Mi 5 nos devuelve a la vieja Xiaomi de los chollos móviles) en favor de unas Oppo y Vivo que no son desde luego especialmente revolucionarias.
Aquí el sorprendente crecimiento de Oppo ya no eran tan sorprendente gracias a su poderosa gama media y a alguna que otra decisión innovadora como la de usar el puerto USB como puerto de auriculares -atentos, que eso podría ser la norma en el futuro- pero en el caso de Vivo esas sorprendentes ventas sí nos han cogido más desprevenidos.
Algunos ya avisaban hace meses: no prestar tanta atención a las ventas en formato e-commerce y volver a prestar más atención al canal y a la red de distribuidores les ha dado muy buen resultado en China (y fuera de ella) a estos dos fabricantes.
Pero claro, también les beneficia el hecho de ser fabricantes locales en un país en el que los subsidios y apoyos a esta industria están convirtiendo a esas empresas en sorprendentes referentes en el mercado. LG no puede presumir de esos apoyos -tampoco otras con las que compite, cierto- pero eso no parece detener a esta empresa en su búsqueda por la innovación, la diferenciación y la originalidad.
Esperemos que no ceje en ese empeño. Y sobre todo, esperemos que esa apuesta acabe dando los frutos que se merecen esos productos.
En Xataka | LG está en la búsqueda de amigos que le creen módulos para el LG G5