El iPhone 13 —o como quiera llamarlo Apple— no tendrá puerto de carga. Al menos eso es lo que apuntan algunos rumores que acaban de aparecer y que de hecho se suman a los que ya revoloteaban sobre un segmento que parece buscar el momento de eliminar cualquier puerto de conexión.
En muchos casos los fabricantes se han ido deshaciendo gradualmente del puerto de auriculares, pero ahora se baraja la idea de que los móviles del futuro —2021, 2022— llegarán sin puerto de carga y datos. Los móviles serán totalmente inalámbricos, y eso tendrá unas cuantas consecuencias.
Quitarse de encima los cables tiene ventajas...
Ya llevamos tiempo comprobando esa transición en el mundo del audio. Cuando Apple decidió deshacerse del puerto de auriculares y otros fabricantes fueron siguiendo su estela muchos lo lamentamos.
La dependencia del puerto USB-C en muchos casos (Lightning en el caso de los iPhone) ha hecho que tengamos casi como única opción cableada el uso de adaptadores de minijack a USB-C: los fabricantes de auriculares apenas han apostado por auriculares que usen directamente ese conector.
Eso ha provocado que de repente los auriculares inalámbricos se conviertan en una industria con identidad propia. La oferta de este tipo de wearables es enorme, y todos los fabricantes de tecnología —con los que hacen móviles también aprovechando el tirón— han tratado de posicionarse para lograr conseguir un trozo de ese pastel que en que los AirPods son protagonistas.
Ciertamente eso ha hecho que no estemos "atados" a los auriculares de cable —más libertad de movimiento, aunque sea también más fácil extraviarlos— y contemos con prestaciones destacables como la cancelación activa de ruido en los modelos más ambiciosos de este tipo de auriculares.
Eliminar el puerto de carga y datos también contribuye a esa liberación (al menos parcial) de los cables. No más rebuscar el cargador o el cable para conectar el móvil: una superficie de carga inalámbrica encima de la mesa solucionará ese problema y hará nuestra vida un poquito más inalámbrica.
Ya ocurrió con los teléfonos fijos —¿recordáis aquellos cables "muelle" de los teléfonos de marcación por pulsos?—. Cuando nos liberamos de aquel cable la vida ciertamente fue mejor: nos podíamos mover y hablar por toda la casa.
La idea de eliminar cargadores de cable puede resultar interesante, pero es difícil concebirla como una forma de salvar el medioambiente: no nos deshacemos de los cargadores, sino que simplemente los reemplazamos por otros inalámbricos (que van conectados a un enchufe y que integran su propio cable).
... pero también inconvenientes (y puede que demasiados)
Ming-Chi Kuo afirmaba ya hace tiempo que en 2021 tendremos al menos alguno de los modelos de los futuros iPhone 13 sin puerto Lightning de carga y datos. Eso, afirma el analista, permitirá diferenciar a ese buque insignia aún más de sus "hermanos pequeños".
Imaginar un futuro en el que los móviles sean totalmente inalámbricos no parece tan halagüeño cuando nos damos cuenta de lo que estamos es perdiendo opciones que no molestaban. Al menos, no demasiado. La reflexión es de hecho similar a la del puerto de auriculares: ¿por qué quitarlo, cuando puedes seguir usando tanto auriculares con cable como inalámbricos con esos móviles?
Con los puertos de carga y datos pasa algo similar, y las desventajas de quitarlo son también obvias. Para empezar, la carga inalámbrica es más lenta. Estamos viendo como diversos móviles Android no paran de ofrecer sistemas de carga rápida cada vez más vertiginosos, y si no mirad el cargador de 80 W de Xiaomi, cuya velocidad resulta ya casi hasta exagerada para un móvil.
Esa opción es cómoda e, insistimos, rápida. Si necesitas cargar un poco el móvil, hacerlo con cable es mucho más rápido (por no hablar de la eficiencia) que hacerlo inalámbricamente. En los nuevos iPhone la tecnología MagSafe llega a los 15 W (la mitad si usas un cargador convencional Qi), y es raro ver cargadores inalámbricos que vayan mucho más allá de los 10 W, aunque los responsables del estándar Qi están en ello.
Tener un cargador de cable es, como ocurre con los auriculares o con las conexiones Ethernet frente a las WiFi, reconfortante. Mientras que las conexiones inalámbricas suelen sufrir cortes y conflictos, eso es mucho más raro que ocurra cuando conectamos nuestros dispositivos mediante cables. Dan tranquilidad, casi parece imposible que aquello falle o plantee problemas (aunque pueda hacerlo, como ha demostrado el caos de los cables USB-C).
Lo inalámbrico nos saldrá caro
A ello se le suma la dependencia, más que nunca, de accesorios. No solo eso: esos accesorios serán más caros. Ocurrió con la fiebre de los auriculares y también se prevé que ocurra algo similar con los cargadores inalámbricos. El cargador USB-C de 20 W del iPhone cuesta 25 euros, pero el MagSafe cuesta 49,95 euros, y la misma cuenta podríamos hacer, como decíamos, con los auriculares: los EarBuds de cable cuestan 19 euros, mientras que los nuevos Beats Flex, los más baratos del catálogo de productos de Apple, están a 49,95 euros.
Lo inalámbrico, parece, nos saldrá caro. Eso a Apple y al resto de fabricantes les vendrá estupendamente, desde luego. En el primer trimestre de 2020 Apple ya ingresó más con su división de 'Wearables, Home and Accesories' que con su división de Macs.
La excusa de la protección del medioambiente que Apple ha utilizado para no incluir ya cargadores o auriculares en sus iPhone es interesante, pero es discutible.
Para empezar, no elimina el problema, sino que lo traslada a los accesorios: todos esos auriculares y cargadores irán en su propia caja con sus propios manuales, lo que hará que haya que gastar papel y cartón para fabricar esos elementos que ocuparán espacio en los célebres palés en los que Apple decía poder ahora meter más iPhones gracias a la reducción del tamaño de las cajas de los iPhone.
Lo curioso es que Apple ya indicó a principios de 2020 que deshacerse del puerto Lightning en favor de USB-C crearía un problema de residuos electrónicos porque la reutilización de ese conector permite aprovechar cargadores y otros periféricos que ya teníamos. Aunque ese discurso lo aplicáramos a otros dispositivos de otros fabricantes, la respuesta sería la misma.
Eliminar de hecho ese puerto en los futuros móviles de Apple implicaría provocar que el iPhone —y por extensión, a cualquier otro móvil que diese ese paso— no pudiera ser conectado a un buen montón de productos y accesorios a los que antes se conectaba por cable —¿recordáis cuando Apple cambió el puerto de 30 pines por el puerto Lightning?—, lo que forzaría a los usuarios a comprar nuevos accesorios. El problema de los residuos teóricamente se agravaría, algo que parece ir en contra de la filosofía de Apple en todo lo que rodea al medioambiente.
Ha habido ya algún experimento con móviles totalmente inalámbricos. Lo demuestra ese singular Vivo Apex que conocimos en 2019 y que se renovó en 2020 —al menos conceptualmente— con una cámara frontal invisible. El fabricante chino apuntaba a ese futuro de móviles totalmente inalámbricos, y sus ideas podrían acabar haciéndose realidad.
Al final muchos pueden ver esa potencial decisión como una que como ocurre con los auriculares no hace más que quitarnos opciones a los usuarios. ¿Qué daño hace tener puerto de carga y de datos? Es más:
¿Qué problema soluciona realmente Apple o cualquier otro fabricante al quitarlo? ¿Existía realmente un problema con los conectores de carga y datos de nuestros móviles? Nosotros no tenemos nada claro que haya respuesta afirmativa (y lo más importante, razonable) a esa pregunta. Veremos cómo la responden Apple y el resto de fabricantes si realmente acaban dando el salto a móviles totalmente inalámbricos.