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Huawei P20 Lite tras un mes de uso: bravo por la compactación, pero EMUI lleva demasiado el timón

Puede que las primeras impresiones sean lo que cuenta pero no en los smartphones, y aunque algo nos gusta en un primer momento como lo hizo la (primera) propuesta de Huawei de este año, lo que pasamos a exigir como usuarios es que lo bueno se mantenga con el uso. Y llega la hora de comprobarlo con el hermano menor de la saga P20, viendo qué tal resulta el Huawei P20 Lite tras un mes de uso.

En el asador: un diseño que no dista del de sus hermanos mayores, los que sí van con el Kirin 970, pero reduciendo marco un poco más al trasladar el lector en la parte trasera. Esto lo vimos a fondo en el meticulosísimo análisis del Huawei P20 Lite que hicieron en Xataka Móvil, y tras pasar más tiempo con el terminal hemos comprobado qué aspectos se mantienen con el tiempo y sobre qué otros hemos cambiado de opinión.

La salvación para quien busca un smartphone compacto

Encontrar un smartphone pequeño que tenga un hardware competente (al menos en la media gama) va siendo cada vez más complicado. En 2017 encajan en ese criterio cuatro móviles si buscamos algo de 5 pulgadas o menos con un procesador de ocho núcleos (desde los 1,8 GHz) y 4 GB de RAM: el Sony Xperia XZ1 Compact, el Huawei Nova 2, el Google Pixel 2 y la BlackBerry KEYOne (que pequeña no es). 68 smartphones entre 5 y 5,5 pulgadas y 96 si contamos de 5,5 en adelante.

De ahí que sea cada vez más importante para quienes buscamos algo "pequeño" que se haga un buen trabajo en diseño, construcción y al fin y al cabo compactación. Poniendo por caso esos cuatro smartphones que citábamos en el minoritario grupo de media-gama alta por debajo de 5 pulgadas, vemos resultados tan dispares como una pantalla de 4,5 pulgadas en una altura de 149,1 milímetros de la KEYOne frente a las 5 pulgadas en 142,2 milímetros del Nova 2, sin ser ningún milagro en cuanto a compactación con unos marcos muy a lo iPhone "no X".

¿Dónde se coloca el Huawei P20 Lite? En el sector de "las apariencias engañan". En dar una experiencia similar a estos terminales con pantallas de diagonales rondando las 5 pulgada pero con marcos considerables, dando algo más de pantalla sin apenas aumentar la superficie con respecto al Huawei P10 Lite pero royendo marcos hasta lograr un 80,55% de aprovechamiento del frontal.

Tras un mes con él la sensación que queda es es la de andar con un terminal más bien compacto

Es decir, tras un mes con él las sensación es que queda es la de andar con un terminal más bien compacto. Una experiencia más parecida a llevar un iPhone 7 que un Moto G5 Plus aunque por diagonal se acerque más a este segundo, de hecho si preferimos un terminal más bien pequeño el Huawei P20 Lite será "nuestra salvación" en esta gama si venimos de otro como su hermano mayor el Huawei P20 Pro.

Eso sí, en contra de lo ligero y manejable que es está el hecho de que resbale demasiado. Es algo que suele implicar la trasera de cristal además de las huellas dactilares, pero el tratamiento en este caso hace que el peor problema sea el de que se nos escape de las manos, menos que el hecho de que queden nuestras huellas detrás.

Un "pequeñín" preparado para el multimedia

La modas en los paneles parecen ir a buscar un fin común más allá de la estética o del "y yo también": disfrutar del contenido multimedia. El P20 Lite no tiene una pantalla 4K ni un récord en píxeles por pulgada o brillo máximo, pero con ese ratio 19:9, la resolución FullHD+, el porcentaje pantalla/frontal y las características de la pantalla en general hacen que con las semanas nos dé una experiencia satisfactoria en la visualización de vídeos o al jugar.

De hecho, resulta especialmente cómodo si acostumbramos a cambiar continuamente de orientación de la pantalla (al alternar apps de tipo timeline como Twitter o Instagram y reproducción multimedia y juegos, que suelen disfrutarse en orientación horizontal), con la ventaja de que los marcos reducidos siempre ayudan a que nos "metamos" más en el contenido. Lo que sí podría mejorar es el audio, de calidad media y con un volumen justo, quedando por debajo de otros en ambos aspectos como el Moto G6, aunque tenemos jack de 3,5 milímetros y se agradece (la experiencia mejora considerablemente).

Siguiendo con lo que decíamos, comentar que la pantalla se porta bien, tanto a nivel de resolución como por el contraste y el color, aunque el brillo automático en ocasiones nos la ha jugado quedando muy bajo (teniendo que "despertarlo" nosotros) o tardando en ajustarse. Por lo demás en esto también cumple, y no echamos de menos más nits cuando la luz solar incide directamente y con intensidad.

No echamos de menos más nits cuando la luz solar incide directamente y con intensidad

Pero en general buena experiencia, también en cuanto a ángulos de visión y con las ventajas que aporta la capa a nivel de adaptación de la temperatura. Como salvedades un par de apuntes a nivel de funciones y sensibilidad: tras unas semanas hemos seguido notando la ausencia del doble toque para activar pantalla, sobre todo a la hora de gestionar más cómodamente ciertas notificaciones, y el panel es demasiado sensible a toques accidentales en el borde, no sabiendo discriminar siempre (y ocasionando problemas en el manejo al detectar esto como tap principal*.

La no salvación para quien busca un modo retrato "económico"

Cuando algo está de moda ya se sabe: en seguida empiezan a salir opciones como hongos. La telefonía móvil es un buen reflejo de ello, si bien en ocasiones la moda es al final simplemente la respuesta a algo llamativo que sacan ciertos fabricantes potentes como Apple.

El P20 Lite es un ejemplo de dos de estas tendencias, con el notch en la parte frontal y los modos de desenfoque en sus cámaras frontal y traseras. Es interesante ver que lo que se inicia en la gama más alta acabe llegando a las propuestas más básicas e intermedias, aunque en el caso del modo retrato (que al final es lo que más repercute en el uso de estas dos características) la competencia no lo pone nada fácil.

La cámara del Huawei P20 Lite cumple relativamente en cuanto a expectativas y a prestaciones, quizás menos en cuanto a comodidad. Sobre la app hemos hablado en distintas ocasiones siempre matizando que hay elementos importantes que no vemos en un plano principal, como el HDR, el poder ajustar la calidad del vídeo o pasar más directamente al modo profesional que hay tanto para foto como para vídeo.

La interfaz de la cámara en modo automático (izquierda) y los modos secundarios en la pestaña que aparece al deslizar.

En el análisis nos pareció que se portaba en general bastante bien salvo de noche (sin sorpresas), si bien el modo de toma nocturna y el de pintura con luz pueden ser buenos aliados para mejorar el resultado o jugar un poco con las posibilidades de la cámara más allá del modo automático. Y tenemos también el modo manual que seguirá siendo nuestro amigo si queremos ajustar un poco la ISO para intentar eliminar ruido.

Imagen con el modo de pintura de luz. Requiere que mantengamos el teléfono firme (con un trípode o apoyándonos en algo y tirando de pulso, como en este caso), pero es resultón.

El modo retrato tiene un buen resultado con luz abundante, pero también bastante margen de mejora con respecto a la competencia sobre todo en interiores. Nos va a exigir al menos medio metro de distancia con el objeto principal (entre 0,5 y 2 metros) y según esto y el contraste con el fondo (y la iluminación) se activará o no.

Modo retrato para una macro, en exteriores.

El que no discrimina para nada es el modo apertura, pero suele ser bastante inconsistente y cuesta pillarle el truco para sacar una instantánea decente a la primera y sin probar varias aperturas o tirar de edición. Así que con lo que nos quedamos es que mejor tirar siempre de modo retrato si queremos un bokeh o un desenfoque, y que si las condiciones no acompañan no está demás intentarlo con el modo apertura.

Modo apertura (f/2.4). En interiores puede que el retrato no se active y nos compensará intentarlo con éste, aunque sin abusar de la apertura forzada.

De hecho, en cuanto al modo retrato no vemos mucha diferencia con móviles de la temporada pasada como el Xiaomi Mi A1 o rivales de ésta como el Moto G6, que en igualdad de condiciones mejora incluso el resultado (más definición en interiores). Al final los acabamos usando menos de lo esperado, ayudados por tener un acceso directo en la pantalla del modo automático y no tener que buscarlo entre los modos accesorios (además se trabaja necesariamente en 8 megapíxeles con ellos).

Algo que sí requiere el HDR y que al final tampoco recurriremos demasiado a él, dado que sí puede echar una mano en interiores a salvar el detalle, pero si la luz escasea acaba saliendo el tiro por la culata y sobreexponiendo. De día tampoco compensa demasiado a la hora de salvar cielos quemados, así que vale la pena no exigir al móvil el "esfuerzo" de cargar el modo y desactivarlo.

El modo profesional, como decíamos, nos sirve para intentar mejorar el resultado de la cámara en fotografías nocturnas sobre todo, aunque en este sentido lo que nos ha acabado viniendo muy bien son los modos de pintura con luz, no tanto para mejorar sino para complementar. No tenemos aquí estabilización mágica como la que da la inteligencia artificial en el Huawei P20 Pro, pero con cualquier apoyo firme improvisado podemos sacar estelas de luz o el efecto seda del agua.

Al final tenemos una cámara que cumple bien, sin unos resultados que lo coloquen por encima del resto con diferencia o que hagan considerarlo ante otros precisamente por esta característica. Pero no queda por debajo de las expectativas en general y es más o menos versátil tanto en fotografía como en vídeo.

Comentar que la cámara frontal da muy buen resultado con luz abundante y se defiende en exteriores con media luz, tanto a nivel de detalle como con colores realistas. Imposible no flojear con luz baja, aquí el ruido campa a sus anchas, pero da el resultado esperado dadas las características y que incorpora también modo retrato y herramienta de "belleza".

EMUI puede ser nuestra mejor amiga o una enemiga a ratos

A EMUI siempre le dedicamos bastantes palabras dado que es una de las capas de software más incisivas que existen en los móviles orientales que tienen proyección internacional. Cierto es que la capa ha ido variando y tomando una estética algo más universal, y lo que es más importante: depurando un poco lo que no se ve pero sí se nota. Pero no todo lo que nos gustaría.

No podemos decir que no haya bloatware porque lo hay, pero como ya se comentó en el primer análisis puede eliminarse (salvo las apps propias de Huawei en algunos casos) y al final esto hace que no sea molesto. Lo que paradójicamente resulta más impertinente al final es la herramienta de mejora del rendimiento (el gestor, que agrupa gestión de autonomía, seguridad, notificaciones, antivirus, datos móviles y algún otro aspecto), que aunque permite ajustar qué control se tiene por app (si automático o manual), no nos acabamos de librar de los avisos de consumo de segundo plano nunca (aunque ya hayamos configurado qué control queremos para esas apps).

Ejecutando la optimización no solemos obtener una mejora del porcentaje que calcula automáticamente muy notable (aquí del 1%). Los avisos de descarga o actividad en segundo plano son continuos hasta que van pasando los días y vamos ajustándolo a nuestro gusto, sobre todo si no hemos borrado apps preintaladas que ni siquiera hemos abierto pero consumen igualmente.

Eso sí, chapeau por permitir y facilitar el ajuste de la temperatura del panel o la navegación del sistema. Como también vimos en el P20 Pro, podemos configurar la barra de botones para que desaparezca o para que tenga más de los habituales (el de bajar la persiana de notificaciones), y a diferencia de su hermano mayor aquí EMUI sí ofrece ajustar el audio con ecualizador y otras opciones.

Esto enlaza un poco con otro aspecto a mejorar: la gestión de las notificaciones. La capa da opciones en cuanto a qué se muestra en pantalla bloqueada, pero en algunos casos no se consigue hacer un manejo selectivo de apps y, por ejemplo, no hemos podido ver la notificación de reproducción de Spotify abierta pese a especificar que se mostrase siempre el contenido.

Por mucho que quisiésemos permitir la visualización del contenido de las notificaciones de Spotify en la pantalla de bloqueo (los controles de reproducción) no pudimos. A la derecha, cómo queda la cortinilla de notificaciones con sólo la primera fila de toggles abierta, una notificación y el botón de bajar dicha cortina que podemos añadir (a la derecha, al lado del de multitarea).

Al final el usuario se acostumbra a casi todo y estas cosas no penalizan tanto como el que pueda haber algún bug, como el que al explorar una carpeta específica de la galería nos las mezcle si abrimos los archivos (y al hacer swipe no pasemos al siguiente archivo de la carpeta, sino de toda la galería). Pero el problema a la larga sigue siendo que las imposiciones tienen su peso y la personalización no acaba de compensar esto.

Un buen par de componentes

Lo que se mantiene tras un mes es la navegación fluida y la buena respuesta de la multitarea, por lo que le damos buena nota a la combinación de los 4 GB de RAM y el Kirin 659. Pero también conservamos el tirón de orejas que le dimos por la reacción lenta de la rotación de la pantalla, a la que le sumamos lags puntuales seguidos de tirones si abrimos varias apps exigentes de manera simultánea (ocurre frecuentemente con Spotify y con la cámara, por ejemplo), lo cual puede ser debido al software (a la adaptación de las propias apps, como las inconsitencias en las Stories de Instagram, que siguen).

Hemos comentado que la experiencia multimedia es correcta y satisfactoria, pero tiene una pega importante que afecta al final a la experiencia. Juegos como el Asphalt 8 o el PUBG tardan en cargar, la interfaz del primero está saturada de elementos (y anuncios) y a veces se hace largo poder acceder a algún modo o partida, pero lo que empobrece más la experiencia es el calentamiento.

Tras algo más de 7 minutos de visualización de vídeo o de alta carga de gráficos, en la parte trasera (sobre todo en el espacio que queda entre las cámaras y el lector de huellas) la temperatura aumenta considerablemente. No nos va a quemar como ocurría con el ASUS ZenFone AR, pero va a molestar tanto que preferiremos dejar de jugar un rato (ya sólo con la carga de lo menús empieza a percibirse la subida de la temperatura).

La rapidez en la biometría y la mediocridad en la autonomía

Huawei nos ha "malacostumbrado" a lectores de huella que trabajan rápido y bien puede desde aquel Huawei Ascend Mate 7. Esto no ha quedado reservado sólo para la joyas de la corona y otra prueba es este P20 Lite, ya que el desbloqueo nos ha funcionado de manera rapidísima durante toda la experiencia. Cómodo, bien ubicado, eficaz y activo incluso con pantalla en reposo, sólo nos ha puesto pegas con el dedo (bastante) húmedo.

Muy bien también el reconocimiento facial, que sin disponer de una maquinaria compleja como la de Face ID funciona en la mayoría de ocasiones, fallando solamente cuando hay poca luz y llevamos gafas de vista o de sol (habiendo hecho el escaneo sin ellas). Para que se active necesita tener la pantalla activada, pero esto ocurre automáticamente al levantar el terminal, por lo que la lectura es cómoda y rápida, y si falla basta con deslizar el dedo sobre el lector.

La biometría nos ha gustado mucho en este terminal, tanto aplicación como desempeño, pero no tanto la autonomía. Las horas de pantalla que da de media reflejan lo que hemos vivido estos días: con unas 3 horas de pantalla (incluso dos y media) lo habitual es que una carga no nos llegue al final del día.

Es cierto que disponer de carga rápida ayuda, con el cargador que incluye tenemos el 100% de la carga en 1 hora y 40 minutos. Pero pese a la insistente vigilancia del sistema y al mantenimiento que consciente o inconscientemente podamos hacer al respecto del consumo, quizás hubiese sido buena idea sacrificar algo de la delgadez del terminal para rellenar con algún miliamperio más para compensar la mayor resolución (o la posible falta de depuración de la capa).

Nos convence con "peros"

Es fácil acostumbrarse a un teléfono ligero con software fluido. Es fácil caer en la seducción cuando además se ven dos cámaras en la parte trasera y un frontal despejado. Pero no, convencer no es fácil, y como pasa con las personas tras un mes ya vemos sombras que las luces de un primer contacto quizás no dejan ver.

El P20 Lite es un buen sucesor del P10 Lite. La pantalla, más grande y con más resolución, ha cumplido expectativas, aunque puede que esto haya influido en que la decisión de mantener miliamperios/hora no haya sido la mejor, al tener al final una autonomía demasiado justa incluso para una jornada no muy exigente en uso.

La construcción es uno de los aspectos que más nos ha gustado; la sensación de materiales de calidad es continua y no tenemos miedo al apoyarlo sobre una superficie pese a ser de cristal y aluminio y tener el saliente de las cámaras. Aunque el temor sí se mantiene por el hecho de que resbala demasiado (y si no nos gustan las huellas dactilares aquí tenemos cristal, y haberlas haylas).

Las cámaras (las tres) cumplen sin destacar, salvo en algunos casos como el detalle de la frontal o en las macros con buena luz. El software aquí al final acaba penalizando un poco más que echando un cable, tal y como pasa con las herramientas de EMUI, pero tampoco son problemas graves ni 100% objetivos (al final es cuestión también de lo que nos guste y de hasta qué punto podemos convivir con lo que no y se nos sea impuesto). Es decir, no son fallos de software ni bugs, son herramientas que no pedimos o que no están de la manera más intuitiva o práctica.

En resumen, es fácil que nos convenza por los puntos positivos que tiene, pero hay rivales que están muy a la altura y cuya arma puede ser algo de lo que el P20 Lite no puede presumir: un precio ajustado, dado que queda en 335 euros que sin ser un mal precio ni mucho menos tampoco logra diferenciarse de manera destacable.

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