Uno entra en el metro y no ve a demasiada gente con libros en la mano. En su lugar abundan lectores de libros electrónicos y sobre todo smartphones en los que los viajeros juegan, se comunican o, cómo no, leen.
La pregunta es por tanto obvia: ¿se ha convertido el móvil en el sustituto del libro de toda la vida a la hora de leer? Muchos planteaban la revolución móvil como una revolución también del segmento editorial, pero lo cierto es que a día de hoy no hay signos de que ese fenómeno se haya producido.
Incluso los nuevos editores defienden el papel
Ya hacíamos referencia a este ámbito en "Qué piensan los nuevos editores del libro electrónico, el DRM y el futuro de la lectura", un artículo en el que nuestro compañero Sergio Parra se ponía en contacto con responsables de editoriales de nuevo cuño.
¿Existía esa hipotética revolución en nuestros hábitos de lectura? Para estos expertos ni el libro electrónico ni el móvil habían logrado desbancar al papel. Enrique Redel, de Impedimenta, destacaba que "el lector, a nivel global, está volviendo al papel tras un cierto espejismo de cambio de modelo que no era más que una especie de profecía autocumplida que se ha demostrado falsa".
Su colega Álvaro Llorca, de Libros del KO, estaba de acuerdo en esa afirmación, y de hecho destacaba que depender solo de libros digitales haría que su negocio fuera "insostenible". Para este editor era evidente que "el papel sigue siendo indispensable".
Redel desmentía incluso el papel que tendencias como los servicios de suscripción como Kindle Unlimited -lee todo lo que quieras pagando una cuota mensual- hubieran tenido impacto negativo en esa teórica revolución, e incluso calificaba a esas plataformas como "ineficientes".
Amazon sigue impulsando ese negocio
Ese teórico giro del negocio editorial vendría defendido más que nadie por Amazon, que como sabéis empezó precisamente su negocio vendiendo libros a través de internet. Aunque la evolución de Amazon ha sido impresionante, parte de su negocio sigue estando basado en la venta de sus lectores de libros electrónicos Kindle y sus tablets Kindle Fire, que a su vez sirven como medios perfectos para la distribución de libros en formato electrónico.
Esta firma no ofrece datos sobre el número de unidades vendidas de sus lectores de libros electrónicos pero Morgan Stanley indicó que Amazon ingresó 3.570 millones de dólares en 2012 a través de sus lectores de e-books y sus tablets Kindle.
Esa cifra sería según sus estimaciones de 4.500 millones de dólares en 2013 y de 5.000 millones en 2014, y según la consultora el ecosistema Kindle era en 2013 responsable del 11% de los ingresos del gigante del comercio electrónico, pero lo interesante es que al mismo tiempo era también responsable del 23% del beneficio operativo: puede que Kindle no funcione como Amazon querría, pero apoyar esa pata del negocio ofrece un retorno económico destacable.
Un estudio de Trefis publicado en Forbes en abril de 2014 mostraba las estimaciones de esa consultora, que estimaba que la venta de Kindles alcanzó su punto álgido en 2011, cuando se vendieron 13,44 millones de unidades. La cosa empeoró a partir de ahí con ventas que se estimaban en 9,68 millones de unidades en 2012 y un número similar en 2013. A finales de 2013, indicaban en ese estudio, habría cerca de 43,7 millones de Kindle en todo el mundo.
El apoyo de Amazon a los libros electrónicos y a su división de hardware se ha vuelto a demostrar con el lanzamiento del Kindle Oasis y de los renovados Kindle básicos, que refuerzan un catálogo en el que la firma fundada por Jeff Bezos no quiere dejar sin su Kindle a nadie.
Eso no significa que las ventas de e-books vayan necesariamente bien (ni mal, ya que estamos): en The Wall Street Journal informaban el año pasado cómo los acuerdos de Amazon con tres gigantes editoriales -Hachette, HarperCollins y Simon&Schuster- no habían beneficiado al negocio. Los precios de los libros electrónicos habían subido -esas tres entidades lograron decidir cuáles serían esos precios-, y eso tuvo un impacto directo en las ventas de libros electrónicos y los ingresos generados.
Desaceleración en lectores de e-books, pero no en e-books
Los lectores de libros electrónicos parecen por tanto haber pasado por su mejor momento para afrontar ahora una etapa en la que la desaceleración de las ventas es clara. Estudios como el de Statista revela como las unidades vendidas por año han sufrido una caída importante desde 2011, pero también dejan claro que el interés por estos dispositivos sigue existiendo.
Eso no significa que el negocio de los libros electrónicos esté destinado a la desaparición: en Statista también analizaban el crecimiento de los ingresos por ventas de e-books en Estados Unidos desde 2008 a 2018 y la conclusión era aplastante: el crecimiento es sostenido y constante, y hemos pasado de los 2.310 millones de dólares en ingresos en 2011 hasta los 6.740 millones que se lograron en 2015.
El análisis de The New York Times del que nos hacíamos eco en septiembre de 2015 era contrarrestado por un análisis de Fortune en el que se apuntaba a un factor interesante: la industria "indie" de la autopublicación estaba creciendo de forma espectacular, y muchos de esos autores tienen las ediciones electrónicas como referencia al publicar. Como decían en ese análisis, "no es que el mercado esté creciendo o reduciéndose en gran medida, sino que dentro del mercado algunos están ganando y otros están perdiendo".
Los libros siguen ahí, pero el impacto del móvil parece inevitable
En septiembre del año pasado hablábamos de cómo las ventas de libros electrónicos habían caído un 10% en Estados Unidos. Esa noticia seguramente hizo que las editoriales más conservadoras se frotaran las manos: el papel seguía teniendo sentido.
Esos datos, como en otros muchos casos, también se podían ver desde otras perspectivas. En nuestro país el informe publicado por la Federación de Gremios de Editores de España indicaba que durante 2014 se editaron un 3,5% más de libros electrónicos que en 2013, y la facturación subió en un 37,1%. La salud del libro electrónico es cada vez mejor en nuestro país... o lo era cuando se publicaron esos datos.
Stephen Page, CEO de la editorial Faber & Faber, comentaba hace poco cómo para él el futuro está en el móvil: "Tenemos que poner al móvil en el centro de nuestros pensamientos", indicaba en una conferencia sobre la industria editorial hace unos meses. Para este profesional tendencias como las de los lectores de libros electrónicos o las suscripciones efectivamente no han cumplido las expectativas, pero lo importante "no es sobrevivir, sino deliberar sobre nuestra evolución".
Aquí entraba el debate sobre cómo convencer a las nuevas generaciones de que lean más libros, algo en lo que el móvil efectivamente puede tener un impacto enorme. Y sin embargo la realidad estaba ahí: "nuestro viaje digital tiene que centrarse en nuevas oportunidades, no en sustituciones... No se trata de reemplazar el libro tradicional, sino de una nueva oportunidad. Necesitamos seguir explorando. En lugar de esa fijación por nuevos formatos de libros, invirtamos en ese mundo del "no libro" que amplifica y mejora la lectura".
Puede que esa sea la respuesta. Puede que el futuro no esté en el móvil como tal. Puede que el móvil sea tan solo una parte de ese futuro en el que el papel seguirá siendo importante y en el que esas experiencias y formatos complementarios ayuden a que todos disfrutemos más y mejor del placer de un buen libro, sea o no digital.
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