Imagina que te compras unos auriculares inalámbricos, te pones una canción y lo que suena en el auricular derecho va con retraso (o adelanto) respecto al izquierdo. Eso sería un desastre, y si no pasa es porque los responsables de estos productos se cuidan mucho de evitar ese problema.
Cuando escuchas música en tus auriculares completamente inalámbricos la magia no está solo en que no tengas que usar un cable para conectarlos a tu móvil o reproductor de música: también está en el hecho de que ambos están sincronizados y no hay distorsiones temporales en la reproducción entre uno y otro. Hay varias alternativas que lo evitan, pero la tecnología NFMI es la que ofrece mayores garantías en este escenario.
Cómo funcionan los auriculares completamente inalámbricos
Cuando hablamos de auriculares completamente inalámbricos (True Wireless Headphones en inglés, con el acrónimo TWS muy extendido) nos referimos a los auriculares que no tienen cable que conecta a los dos auriculares que nos ponemos en las orejas.
Este tipo de dispositivos son actualmente especialmente populares y usan ondas de radio para transmitir tanto audio como otros datos desde y hacia dispositivos como nuestros smartphones. No solo los escuchamos, también los usamos para realizar llamadas o dar órdenes de voz si son compatibles con asistentes como Alexa, Siri o Google Assistant.
El problema técnico que superan esos auriculares completamente inalámbricos es que cada uno de los dos auriculares necesita su propia conexión inalámbrica, y ambas deben estar perfectamente sincronizadas.
Los fabricantes de este tipo de auriculares plantean fundamentalmente tres tipos de soluciones para lograr que el sonido siempre suene sincronizado entre uno y otro auricular:
- Conexiones individuales: cada auricular cuenta con una señal Bluetooth independiente con el móvil.
- Conexión retransmitida: el móvil envía la señal Bluetooth al auricular primario ya sea el izquierdo o el derecho. Ese auricular retransmite a su vez esa señal al auricular secundario.
- Conexión NFMI: la tercera opción es parecida a la segunda, pero cuando el auricular primario recibe (o envía) señales vía Bluetooth desde el móvil, luego las retransmite al auricular secundario a través de la tecnología Near Field Magnetic Induction (NFMI).
Bluetooth está bien hasta que deja de estarlo
La tecnología Bluetooth establece un enlace por radiofrecuencia en la banda de los 2,4 GHz, y aunque la radiofrecuencia es estupenda para transmisiones de largo alcance, la cosa no es tan maravillosa cuando se usa para transmisiones como las que protagoniza esta tecnología.
Llevamos años aprovechando dicho tipo de conexiones para un buen conjunto de ámbitos, pero lo cierto es que es una solución que está lejos de ser perfecta. Entre los problemas que plantean las conexiones Bluetooth están los siguientes:
Fiabilidad de las conexiones: cuando muchos dispositivos de radiofrecuencia usan la misma frecuencia y están muy juntos unos de otros, interfieren entre ellos y provocan pequeños conflictos e incluso cortes en la comunicación. Aquí el problema no es solo de Bluetooth, sino de que otras transmisiones inalámbricas como las de las redes Wi-Fi (que usan también esa banda) o las tecnologías como ZigBee o los monitores de bebés compiten por esas frecuencias. Estar en una zona con todas esas tecnologías funcionando no es lo ideal.
Seguridad: otro de los problemas asociados a esas ondas es el hecho de que se propagan libremente y entre los datos que se envían y reciben están los relativos a los que afectan al cifrado y protección de esas comunicaciones. Hackear esos dispositivos no es tan difícil como podría parecer, y eso ha hecho que en la medida de lo posible se eviten estas conexiones para transmitir información confidencial.
Eficiencia energética: en Bluetooth se miten radiofrecuencias con cierta fuerza de la señal, y eso permite que la señal tenga cierto alcance. Si el dispositivo al que transmitimos la señal está más cerca, el resto de la señal que sigue propagándose es un gasto inútil. Es ahí donde aparecieron versiones de bajo consumo (de ahí Bluetooth Low Energy), que son básicamente señales de menor potencia, pero eso también implica menores tasas de transferencia y de fiabilidad: los productos que usan BLE son más propensos a perder la conexión entre ellos y casi necesitan línea de visión directa (y poca distancia entre ellos) para evitar problemas.
Emparejamiento: la capacidad de emparejamiento del estándar BLE es estupenda y evita los requisitos que por ejemplo tienen las conexiones WiFi, pero esa facilidad de emparejamiento también hace que los dispositivos que la usan estén muy ocupados con las conexiones activas y no sea fácil combinarlos con otros dispositivos rápidamente. Cambiar rápida e incluso automáticamente el dispositivo que queremos escuchar con nuestros auriculares inalámbricos (por ejemplo, del portátil al móvil) es algo que no muchos productos facilitan, pero es una demanda cada vez más clara de los usuarios.
Bienvenida seas, NFMI
Las ondas electromagnéticas se componen de campos eléctricos (radiofrecuencia) y magnéticos (NFMI), cada uno de los cuales transmite la misma información. Lo que ocurre es que el campo magnético cae mucho más rápido que el eléctrico a no ser que modifiquemos la antena para que emita ondas electromagnéticas que sean predominantemente magnéticas.
Al hacerlo lo que se crea es una especie de burbuja magnética inalámbrica de baja potencia que permite que múltiples dispositivos se conecten entre ellos pero no sean visibles al exterior.
Este tipo de tecnología es además invisible tanto para las transmisiones Bluetooth como para las transmisiones Wi-Fi (no se "pelea" con esas transmisiones), y además no causa ningún tipo de interferencia electromagnética en dispositivos electrónicos cercanos.
Las señales NFMI decaen también rápidamente pero eso favorece que una misma frecuencia se pueda reutilizar en dispositivos situados a corta distancia sin que haya interferencias.
Se suele hablar de alcances de 1,5 metros para señales NFMI con tasas de transferencia de unos 600 Kbps como máximo y dicha opción ha sido por ejemplo usada durante años en audífonos (PDF) pero también en productos orientados a agencias gubernamentales de inteligencia como el FBI que evitan así las vulnerabilidades presentes en dispositivos Bluetooth.
Esta tecnología no es en absoluto nueva: fabricantes como Jabra ya la usaron en sus primeros auriculares inalámbricos en 2002, y como dicen en AudioXpress "Bluetooth es una solución de largo alcance para un problema de corto alcance".
Con NFMI se solventan las limitaciones de Bluetooth y se proporciona una solución fantástica para sincronizar los dos auriculares de los productos "completamente inalámbricos". Evitan pérdida de señal, son eficientes energéticamente —más autonomía para las pequeñas baterías de esos dispositivos—, tienen muy baja latencia y además tienen menor dificultad para "atravesar" nuestra cabeza y transmitir la señal al otro auricular.
¿Cuál es el problema? Que los fabricantes no suelen revelar si usan o no esta tecnología —los Sony Xperia Ear Duo o los B&O BeoPlay E8 son ejemplos de productos que sí la soportan— , algo que desde luego ayudaría a saber si podemos tener más o menos confianza en que la calidad de la transmisión se mantendrá a lo largo del tiempo justo al resto de ventajas de la tecnología NFMI.
Ahora queda esperar que los fabricantes implementen cada vez más esta tecnología... o de que por fin aparezca una verdadera alternativa a Bluetooth para dar solución específica a las limitaciones de esta tecnología en este ámbito.
Imagen | Unsplash
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