El éxito del software Open Source es patente: puede que Linux no haya triunfado en el escritorio, pero el uso de este tipo de software es enorme en todo tipo de ámbitos, desde nuestros móviles —Android se deriva de Linux— hasta los servicios web que usamos a diario.
Sin embargo algo está cambiando en la forma que los desarrolladores aprovechan esta filosofía. Un estudio de la consultora WhiteSource revela que entre la multitud de licencias Open Source existentes hay un uso cada vez más acentuado de aquellas más permisivas con un modelo algo más comercial y privativo. Las licencias más abiertas y "puras", las calificadas como "copyleft", como GPL en sus distintas versiones, pierden interés entre los desarrolladores y las empresas.
Un maremágnum de licencias, ¿cuál es cuál y para qué sirve cada una?
El número de licencias Open Source y (no Open Source) existentes es enorme. Tanto que para muchos desarrolladores acaba siendo difícil elegir entre unas y otras, lo que ha propiciado la aparición de servicios como tl;drLegal, que hace un resumen de cada licencia de forma concisa y clara. Otros como Choose A License tratan también de recomendar la licencia más adecuada a los desarrolladores según sus necesidades.
Ese maremágnum -hay más de 80 licencias aprobadas por la Open Source Initiative, por ejemplo- ha acabado haciendo que al menos en el ámbito del software de código abierto aparezcan dos grandes grupos de licencias: las copyleft y las permisivas. Las diferencias entre unas y otras son las siguientes:
- Licencias copyleft: las licencias como GPL, LGPL o incluso AGPL (más copyleft que la propia GPL) son consideradas como licencias copyleft por su apertura total. El objetivo de esta licencia es evitar por todos los medios que cualquiera que use el código realice cambios y luego no los comparta. Si un programa Open Source usa GPL, por ejemplo, no puedo hacer cambios en él, venderlo como un archivo binario ejecutable y venderlo como si fuera exclusivamente mío: debo compartir los cambios y mantener la licencia porque se trata de un "trabajo derivativo", como explican en la Free Software Foundation. Puedo hacer los cambios, compilarlo, obtener un binario y venderlo, pero debo seguir ofreciendo el código modificado por mucho que me haya costado hacer ese trabajo: la licencia GPL está pensada para que el software se retroalimente de esta forma indefinidamente.
- Licencias permisivas: al contrario de lo que ocurre con las anteriores, licencias como BSD, Apache o MIT son menos "exigentes" en su apertura, ya que permiten a quienes las utilizan hacer básicamente lo que quieran con el software que utilizan, sin obligarles por ejemplo a compartir revisiones del código que hagan por su cuenta. La integración de estos desarrollos en software propietario o privativo acaba siendo mucho más factible.
Los ejemplos de proyectos que utilizan unas y otras dejan un poco más claras esas diferencias: el kernel Linux es GPL, MySQL/MariaDB es GPL, GIMP es GPL y todas las herramientas GNU son GPL. La cosa es distinta para algunas de las grandes herramientas que usamos en la web: el servidor web Nginx usa BSD, Ruby on Rails usa MIT, Django usa BSD, y Twitter Bootstrap es Apache, por ejemplo.
Como explicaba Cory Benfield, un desarrollador software especializado en este ámbito, hay una división cultural en este tipo de uso de licencias. "Los desarrolladores web me parecen parte de una cultura empresarial que vive y respira alrededor de la idea de crear 'startups'. Todo esto está muy bien, pero significa que estos desarrolladores quieren ser capaces de envolver sus herramientas en sus pilas de software propietario si es posible", destacaba.
Cada vez menos GPL, cada vez más MIT
Quienes eligen las licencias copyleft lo hacen para preservar ese espíritu abierto y para garantizar por ejemplo que las empresas comerciales no puedan usar ese código sin devolverle a la comunidad el trabajo que puedan hacer para mejorar el proyecto también en su propio beneficio.
Sin embargo cada vez más proyectos hacen uso de licencias permisivas. El estudio de WhiteSource que mencionan en The Register muestra cómo en 2012 el 59% de los proyectos usaban licencias copyleft. En 2019 ese porcentaje ha bajado al 33%.
El crecimiento de proyectos con licencias permisivas es algo que ya observaron los responsables de GitHub, y los expertos notan que la antigua división entre las comunidades Open Source y las empresas comerciales ya no existe a la hora de concebir la adopción de estas licencias.
Para David Habusha, directivo de WhiteSource, uno de los problemas es que las grandes de la tecnología están detrás de alguno de los grandes proyectos cone stas licencias. Facebook, Google o Microsoft cuentan con un 60%-80% de su pila software consistente en código Open Source. La batalla ha cambiado y ahora es más del "pequeño" contra el "grande".
Así, Habusha explica que las startups usan licencias Open Source que les permitan defenderse contra la competencia, incluso si eso significa violar la libertad y principios originales de los proyectos Open Source y de las licencias copyleft que nacieron con ellas.
Para otros expertos como Paul Berg, consultor que trabajó con Amazon y Microsoft en este ámbito, aunque las licencias permisivas son cada vez más populares en muchos ámbitos, las licencias copyleft siguen teniendo mucha relevancia: "en el área de la computación en nube estamos viendo un resurgimiento fuerte del interés en licencias copyleft como la AGPL, porque tiene mayores garantías de que los consumidores de ese software seguirán siendo miembros de la comunidad en lugar de simplemente extender y volver a empaquetar el software para su propio beneficio".
Aún así parece claro que algo está cambiando en muchos proyectos que una vez más se califican como Open Source pero que cada vez lo son menos. Un vistazo a las licencias con las que se publican estos proyectos nos puede dar una buena idea de la filosofía real de esos proyectos.
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