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Office 2019: gracias, Microsoft, por no abandonar a los que no queremos suscripciones software

Qué sorpresón nos dio a algunos Microsoft ayer. Los responsables del desarrollo de Office anunciaban que Office 2019 —"la próxima actualización perpetua de Office"— llegaría en la segunda mitad de 2018.

Eso no llamaría normalmente demasiado la atención, pero lo cierto es que para algunos —y me incluyo— el modelo de suscripción de software que pareció imponerse con Office 365 no acaba de cuajar. Pagar a tocateja tiene sus ventajas, así que Microsoft, solo puedo decir una cosa: gracias.

Todo tiene sus ventajas (y sus inconvenientes)

La aparición de suscripciones software se ha ido extendiendo entre algunos de los desarrolladores software más importantes de todo el mundo. Microsoft con Office 365 o Adobe con sus suites creativas son ejemplos clásicos, y en ambos casos las ventajas para ellas —con un flujo de dinero contante, constante, y sonante— y para los usuarios son evidentes.

Los que se suscriben a servicios como Office 365 no solo se benefician de las mismas aplicaciones que los que usan las llamadas "licencias perpetuas" que proporciona Office 2016: también se aprovechan de actualizaciones y mejoras exclusivas o de la posibilidad de usar Word o Excel no solo en un PC, sino hacerlo también en una tableta y en un móvil.

De hecho puede haber otros extras interesantes, como el hecho de que con esas suscripciones Microsoft —insistimos, el modelo es análogo al de otros desarrollos similares— "regala" espacio en su servicio de almacenamiento online, OneDrive. Nada menos que 1 TB que puedes utilizar para almacenar no solo documentos ofimáticos creados con la suite, sino para poner a salvo otros ficheros como fotos y vídeos.

El modelo de suscripción es fantástico salvo cuando no lo es

Todo parece estupendo en ese modelo de suscripción, pero para algunos no lo es. Afortunadamente Microsoft entiende que es así, y esa es la razón de que Office 2019 vaya a aparecer el año que viene.

Las razones son evidentes y se centran básicamente en una cosa: pagas una vez y te olvidas. Te aseguras que el producto va a estar cubierto por actualizaciones de seguridad y de corrección de fallos como mínimo, y sabes que podrás usar Office 2019 sin tener que pagar esas cuotas mensuales que son la norma en otros servicios más relacionados con el streaming de contenidos (Netflix, Spotify son los dos ejemplos claros aquí).

Aquí renuncias a algunas cosas, como tener "lo último de lo último", algo a lo que sí que sueles tener en un modelo de suscripción, que por otro lado permite a quien lo asume pagar por algo que usa... hasta que quiera dejar de usarlo.

Esa predicibilidad hace que el modelo sea especialmente adecuado para empresas (los ingresos y gastos pueden ajustarse fácilmente con esas suscripciones).

Sin embargo, si tu idea para ese software es la de usarlo durante muchísimo tiempo y no es probable que vayas a necesitar nuevas opciones fuera de las que ya ofrece (ahí estará Microsoft, en el caso citado, para tentarnos con fuegos artificiales) las licencias perpetuas no solo son fantásticas: son una bendición que acaban saliendo mucho más rentables.

Lo mejor de todo, no obstante, es el hecho de que ambas opciones estén disponibles, y que Microsoft defienda ambos modelos negocios y ambos tipos de usuario. Bien por los chicos de Redmond.

Imagen | WindowsCentral
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