Hace ya más de un año que un nuevo navegador aparecía en escena. Brave era la creación de Brendan Eich, ex-CEO de Mozilla. La batalla por los navegadores sigue vigente a pesar de lo que digan algunos, y la propuesta de este desarrollo era ambiciosa sobre todo en materia de privacidad.
Hasta no hace mucho Brave era una alternativa más en un segmento bastante maduro, pero hace poco este navegador volvió a protagonizar la actualidad tecnológica tras recaudar millones gracias a la creación de una nueva criptomoneda derivada de Ethereum.
Brave no es Tor, y Tor no es Brave
En este navegador la idea era navegar más rápido, de forma más segura y, en esencia, mejor. Para lograrlo se centra en eliminar componentes que perjudican la experiencia de navegación: anuncios, scripts, componentes que hacen seguimiento de nuestras sesiones... todo eso acaba incrementando el tamaño y tiempo de carga, y Brave elimina todo lo supérfluo (y te avisa de que está haciéndolo).
La otra gran preocupación de Brave es la seguridad, y para protegerla sus responsables aseguran erradicar el llamado "malvertising", un tipo de publicidad que es capaz de instalar malware en nuestros ordenadores sin que nos enteremos. Además fuerzan las conexiones seguras con la integración de HTTPS Everywhere, y bloquean pixels y cookies de seguimiento.
La apuesta por la privacidad que fue parte vital del nacimiento de Brave ha sido de hecho su argumento para poder ganar cuota de mercado. Hace unas semanas de hecho se producía un anuncio singular: la integración de la protección de identidad de Tor dentro del navegador. Como explicaban nuestros compañeros de Genbeta:
A diferencia de las pestañas de incógnito que solo evitan dejar rastros de forma local, las tecnologías de Tor enmascaran la información haciendo rebotar de forma aleatoria las comunicaciones a través de una serie de servidores intermediarios. Es decir, Tor hace difícil o casi imposible que tu ISP o el mismo gobierno pueda rastrear lo que haces
Un modelo de negocio basado en anuncios "benignos"
¿Es todo de color de rosa en este navegador? Bueno, hay quien duda de que todo sea tan bonito como prometen los desarrolladores de Brave. Como explican en su página oficial, una de las claves de su futuro es un nuevo modelo de negocio publicitario.
La idea es la de ofrecer publicidad, pero de una forma "aceptable". En Brave creen que la evolución a una publicidad intrusiva es abusiva para los usuarios, pero que el modelo publicitario original era válido. El navegador muestra anuncios válidos en los que no hay ningún tipo de recolección de datos del usuario.
Ahí es donde entran los llamados Brave Payments, un sistema que "verdaderamente proporciona el anonimato a los datos asociados con tu navegación": los usuarios contribuyen con pagos a proveedores de contenidos que visitan (cuantos más les visiten, más cobrarán los proveedores de esos contenidos).
La idea es similar a la que desde hace tiempo creó Google Contributor. En este caso, no obstante, prima el anonimato, y no se recolecta información sobre los sitios que visitas, de modo que los proveedores de contenidos reciben sus pagos de los internautas a través de carteras bitcoin y de la tecnología Aonize que proporciona una capa de anonimato adicional para proteger esas transacciones, aun cuando todas ellas quedan registradas para poder hacer una gestión efectiva de proveedores de contenidos y de los que pagan por ellos.
Ahí es donde entra en juego el blockchain o cadena de bloques, la tecnología central de bitcoin y de otras criptomonedas que según Eich puede ayudar a hacer que el consumo de contenidos en internet sea más eficiente para todas las partes: anunciantes, proveedores de contenido y, por supuesto, usuarios.
En la FAQ del sitio web oficial se dan más detalles de una idea que de nuevo trata de buscar un modelo de ingresos justo para proveedores de contenidos en lugar de ofrecer anuncios que recolectan más y más datos sobre nuestras sesiones de navegación. Es más: quienes dudan del funcionamiento del sistema pueden auditar el código de Brave, que está disponible en GitHub.
Brave y la potencial revolución de las ICO
La aparición de criptomonedas como bitcoin o ETH/ETC podría también influir en la forma en la que funcionan algunas startups. Es el caso de Brave, que acaba de completar una extraña ronda de financiación haciendo uso de criptomonedas.
Esos procesos han sido bautizados como Initial Coin Offerings (ICO), y lo que venden es criptomonedas con las que poder luego realizar todo tipo de pagos o que también tienen sentido para los interesados en este segmento a modo de inversión.
En Brave crearon su propia criptomoneda, llamada BAT (Basic Attention Token), vendiendo 1.000 millones de BATs con un valor total de 35 millones de dólares. Para establecer una referencia, los responsables de Brave indicaron que Cada ETH equivale a 6.400 BAT.
La ronda de financiación desató una expectación impresionante, y de hecho la venta de BAT se completó en apenas 30 segundos. El proceso fue todo un éxito para Brave, pero no estuvo exento de controversia.
Los problemas se debieron al desigual reparto de estos BAT, que se convirtieron en un fenómeno especulativo que hizo que tan solo 130 personas acabaran invirtiendo en esa ronda, cuando había literalmente miles esperando poder aprovechar la oportunidad.
Un comprador se hizo con BAT por valor de 4,7 millones de dólares, mientras que otros pagaron miles de dólares (este por ejemplo compró casi 150.000 dólares en BAT y pagó 2.600 para garantizar ese derecho) en comisiones para poder tener la garantía de estar de los primeros a la hora de poder hacerse con más y más BAT. Aquí la trazabilidad de todas estas operaciones deja claro que** algo no fue como muchos hubieran esperado** en ese reparto equitativo de opciones para invertir en Brave. Hasta el creador de Ethereum, Vitalik Buterin, mencionó el problema en Twitter.
Eso convirtió el proceso en un pequeño escándalo: de los 130 compradores, cinco se hicieron con casi la mitad de todos los BAT puestos a la venta, mientras que las 20 primeras direcciones de carteras de criptomoneda controlan más de dos terceras partes de los BAT, y algunos argumentan que eso les dará el poder de especular con esta moneda de cambio que revenderán a anunciantes y proveedores de contenidos con jugosos márgenes de beneficio.
Queda por ver cómo evoluciona Brave en el segmento de los navegadores tras esta inyección de capital, pero lo cierto es que tiene ante sí a competidores muy maduros que parecen haber aceptado el modelo publicitario actual, como los usuarios, cuya inmensa mayoría prefiere acceder gratuitamente a los contenidos a costa de sacrificar esa información sobre sus sesiones de navegación.
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