Como cada año, Samsung volvió a subir al escenario el pasado mes de agosto para lanzar la renovación de su familia Note, una de las familias más emblemáticas de la firma coreana que en esta ocasión no está formada por uno, sino por dos dispositivos. Hablamos del Samsung Galaxy Note 10 y del Samsung Galaxy Note 10+, dos móviles de gama alta cuyo máximo exponente, como podrás adivinar, es el modelo Plus.
El Samsung Galaxy Note 10+ tiene más memoria RAM (12 GB), una pantalla de mayor tamaño y resolución y una cuarta cámara trasera en forma de ToF. El dispositivo ya ha pasado por el taller de Xataka para un análisis inicial, pero ahora he estado un mes usando el Samsung Galaxy Note 10+ como mi móvil de diario para ver cuál es la experiencia y si todas las bondades que ofrece este dispositivo marcan la diferencia.
La pantalla como protagonista
Como en todas las reviews que hacemos, me gustaría empezar hablando del apartado estético. El Note 10+ es grande, muy grande, quizá demasiado grande, y eso que un servidor no es que tenga las manos precisamente pequeñas. Al final es como todo, te acabas acostumbrado y francamente, cuando vuelves a un móvil más pequeño lo acabas echando de menos porque la pantalla es, simple y llanamente, una maravilla a nivel de calidad.
El dispositivo es bastante alargado y esquinado, no tanto como los Sony Xperia 1 o Sony Xperia 5, pero sí lo suficiente para que sea algo incómodo de usar con una sola mano. De hecho, diría que es casi imposible. Además, el sistema operativo viene configurado para que el gesto de deslizar hacia abajo, que intuitivamente asociamos a bajar la cortina de notificaciones, muestre el cajón de aplicaciones. Qué alegría la mía cuándo vi que en los ajustes se podía cambiar.
Su gran tamaño va asociado también a un peso generoso (196 gramos), que no es poco y se nota cuando estamos usando el teléfono durante algún rato. Vengo de un iPhone 8 Plus (202 gramos) y el peso es algo que forma parte de mi día a día, pero no me gustaría dejar pasar alto que el Note 10+ pesa y que su tamaño hace que, sobre todo en pantalones más apretados, pueda resultar un poco incómodo de llevar.
En cuanto al diseño y la estética, tengo sensaciones encontradas. Por un lado, el acabado en Aura Glow (brillante y con varios colores según le da la luz) no me termina de convencer. Al menos a mí me parece más adecuado para un terminal de esta gama unos colores más sobrios, pero vaya, para gustos, colores. La trasera de cristal hace que el móvil sea un imán para las huellas, aunque no será un problema para los que gusten de usar fundas. No ha sido mi caso.
Por otro lado, el trabajo de Samsung es sencillamente brillante en términos de construcción. El frontal ocupa toda la pantalla y de los marcos inferior y superior (porque haberlos los hay) apenas te acuerdas. Otro aspecto que seguramente llame la atención sea el notch, o más bien su sustituto, el agujero en la pantalla. No molesta. No es bonito, no es estético, pero no molesta. Además, en las aplicaciones a pantalla completa se oculta barra negra mediante, si bien cuando ampliamos una película o vídeo de YouTube es inevitable que el agujero haga acto de presencia. De nuevo, cuando te haces a él, te olvidas de que está.
Hablemos de la pantalla. Tenemos un panel AMOLED de 6,8 pulgadas con formato 19:9 y una resolución QHD+ (3.040 x 1.440 píxeles), aunque ojo, por defecto viene configurada en FullHD+. Hay que cambiarlo desde los ajustes. Poco más se puede añadir. Si de algo sabe Samsung es de pantallas y en su último buque insignia se nota la expertise de la marca y el mimo que han puesto. Es un gustazo ver películas, los colores son vivos, el nivel de brillo es correcto y la calidad general es de sobresaliente. A nivel de calidad, pocas pegas se le pueden poner al panel. Se disfruta, y mucho.
Lo que no me convence son las curvas. En fondos blancos (digamos la app de ajustes) puede verse cierta tendencia a un blanco más grisáceo y la verdad es que, al menos yo, no le he sacado provecho. Tienes las apps Edge, algunos ajustes rápidos y poco más, algo que puede ser interesante para ciertos usuarios, pero que no se usa en el día. Además, la sensibilidad del panel es muy alta y los toques fantasmas no han brillado por su ausencia.
En más de una ocasión, mientras veía un vídeo en YouTube, al sujetar el teléfono en horizontal y tocar la pantalla con el dedo al posarlo sobre el marco lateral, me he encontrado con que el móvil detectaba un toque (o varios) y me atrasaba o adelanta el vídeo. Un poco tedioso, sobre todo hasta que coges el punto y aprendes que tienes que sujetar el móvil intentando que el dedo no toque la curva.
Me habría gustado que siendo un móvil de semejante precio y habiendo otras alternativas en el mercado con esta tecnología, Samsung hubiera apostado por un panel de 90 Hz. En una pantalla con semejante calidad y semejante tamaño, una tasa de refresco mayor se habría notado mucho y se habría agradecido en la experiencia diaria, pero aquí hablamos de lo que tenemos, y lo que tenemos es una pantalla sobresaliente a la que ponerle "peros" es complicado. Un punto a destacar es que durante este mes he llevado el móvil sin funda y no se ha arañado ni la pantalla ni la trasera.
Unas palabras para el sonido
Para rematar este apartado, me gustaría aprovechar para hablar del altavoz. Está colocado en la parte inferior, a la derecha del puerto USB tipo C, y suena de escándalo. Incluso a volúmenes altos y con canciones con muchos matices como podría ser 'Bohemian Rhapsody' se disfruta mucho, aunque el punto dulce está un puntito por debajo del máximo. No tiene jack de auriculares, algo que no es propio de esta familia de productos, pero en un mundo que tiende a lo inalámbrico parece que toca acostumbrarse a que esto sea algo normal.
Dicho esto, el altavoz está en una posición complicada. Dada su ubicación es bastante fácil taparlo al sujetar el teléfono en vertical (si eres diestro) y mucho más cuando lo agarras en horizontal, sobre todo cuando estás jugando. Cuando eso ocurre el sonido se obtura y, evidentemente, no se disfruta.
Sea como fuere, podemos decir que el Galaxy Note 10+ cumple con creces en el apartado multimedia. La pantalla es de una calidad sobresaliente en todos los sentidos y el sonido es limpio, rotundo y con pegada. Como decía, es todo cuestión de acostumbrarse a agarrarlo bien, algo que se aprende con los días.
El sensor de huellas bajo la pantalla que pasa desapercibido (para bien)
Verás que en el apartado anterior no hemos mencionado la ubicación del lector de huellas como elemento de diseño, y tiene un sencillo motivo: siguiendo al Samsung Galaxy S10+, el Samsung Galaxy Note 10+ lo tiene debajo de la pantalla. Hablamos de un sensor de huellas ultrasónico, no óptico, y eso se traduce en que no hay brillos altos cuando desbloqueamos el teléfono y en una mayor fiabilidad.
El lector de huellas es tan rápido como podría ser un lector de huellas convencional colocado en la parte trasera. Punto. Samsung ha hecho un trabajo más que excelente con su sensor y es preciso y rápido. Está colocado en una posición cómoda a la que el dedo pulgar llega de forma natural y una vez te acostumbras a la ubicación, es colocar el dedo y desbloquear el teléfono. Puedes hacerlo con la pantalla apagada, por si te lo estabas preguntando.
Me atrevería a decir que de cada 100 desbloqueos que he hecho ha fallado tres veces, y más por mi culpa que por la suya. Como decía, tienes que acostumbrarte a la ubicación del lector y colocar la yema del dedo entera sobre él, y cuando lo haces el acto de usar la huella para desbloquear el móvil se convierte en algo sencillo y natural. De hecho, me sorprende lo que llegas a interiorizar la idea de desbloquear el móvil poniendo el dedo sobre él. Estoy deseando que se pueda hacer colocando el dedo en cualquier parte de la pantalla.
Para el lector de huellas bajo la pantalla solo puedo tener palabras buenas, al igual que para el desbloqueo facial (que cobra menos sentido dado el rendimiento del sensor de huellas). Es en dos dimensiones puesto que no hay un hardware dedicado al escaneo como en los iPhone, pero funciona a las mil maravillas cuando hay buena luz. Cuando la luz escasea, el móvil sube el brillo para iluminarte la cara y escanearte mejor, pero estamos hablando de lo que lo hace cuando estás completamente a oscuras. Si tienes una luz tenue, con casi total seguridad el sensor te reconocerá.
No le falta potencia, pero sí un software más depurado
Pasamos así a hablar del rendimiento, un apartado que brilla por sí mismo gracias a unos componentes tope de gama y que podría ser mejor si la capa de personalización de Samsung no fuese tan pesada. El Samsung Galaxy Note 10+ tiene 12 GB de memoria RAM, el procesador Exynos 9825 de siete nanómetros y ocho núcleos y 256 GB de almacenamiento interno que se quedan en 229,1 GB para el usuario. Sobra decir que es más que suficiente para cualquier uso que le quieras dar.
Ya juegues a 'PUBG Mobile', 'Fortnite', 'Pokémon GO' o 'Brawl Stars', el móvil se comportará como todo un campeón y te ofrecerá 60 fotogramas por segundo estables en todo momento. No hay caídas, ni lag ni problemas de conexión. Es un gama alta en mayúsculas y se nota. Otra cosa que se nota es el calentamiento, porque como señalamos en su análisis, el dispositivo no tarda demasiado en subir la temperatura. Es fácil verlo cuando vemos alguna película o jugamos durante algunos minutos, aunque con cinco minutos de reposo vuelve a su estado normal.
Los 12 GB de RAM se aprecian a la hora de mantener aplicaciones en la multitarea y abrir las mismas, pero el sistema operativo tiene que pulirse. A mí One UI me gusta, me parece buena idea y me parece que está bien planteado lo de poner todos los accesos importantes en la zona inferior, pero es heredera de Touchwiz y Samsung Experience y arrastra algunas de sus maldiciones. La principal es que en algunas transiciones o al voltear el móvil la animación no es del todo fluida.
También se nota mucho en la app de cámara, quizá donde más. Cuando cambias de un modo a otro o alternas entre los diferentes angulares, se nota un pequeño salto en la app que no termina de convencer. La transición no es del todo fluida, aunque todo sea dicho, la captura de imagen es rápida. Puede que tarde en cambiar entre los modos, pero cuando pulsas el obturador se hace la foto de inmediato. Una de cal y una de arena.
Como apuntaba mi compañera Ana en su análisis, yo también he notado que el sistema tarda en iniciarse cuando enciendes el móvil (y hasta aparece la notificación de que el sistema se está iniciando). En general, One UI me convence en términos de diseño, pero no tanto en rendimiento. Entiendo que es un mal a sufrir por meter todas las funciones con las que Samsung quiere aportar valor (ahora hablamos de eso), pero sigue habiendo margen de mejora.
Respecto a la autonomía, sin mayor problema. Tenemos 4.030 mAh capaces de ofrecer 24 horas de uso y entre siete y siete horas y media de pantalla activa, suficiente, pero no de las cifras más altas. Por norma general, no ha sido difícil llegar a los dos días sin recurrir el enchufe, pero dependerá de lo mucho o poco que usemos el terminal. La carga rápida consigue ponerlo de cero a cien en poco más de una hora, así que sin quejas en este aspecto.
Los extras que ojalá se aprovechasen
Antes de pasar a hablar del apartado fotográfico, me gustaría detenerme en los extras, concretamente en tres: el S-Pen, Samsung DeX y Bixby. El primero ha sido una de las principales características de la gama Note y con el paso de los años se ha ido mejorando con nuevas funciones, mejor precisión y puntos de presión, pero sigue siendo un accesorio nicho.
Samsung lo vende como un dispositivo pensado para la productividad y la creatividad, para dibujar y hacer acciones sin tocar el teléfono. En la práctica, el uso que le he dado al S-Pen es hacer fotos (un toque en la app de cámara), hacer capturas de pantalla más precisas y hacer scroll en Twitter (recordemos que no es cómodo usarlo con una sola mano). Más allá de eso, sí, tiene muchas funciones, pero no se usan a diario.
Los gestos son complicados de hacer, sobre todo hasta que entiendes que tienes que hacerlos según tu perspectiva y no según la de la posición del teléfono. Si quieres aprovecharlos, mi consejo tras haberlo usado cuatro semanas es que dediques algunos minutos a entrenar los gestos. Estos solo pueden usarse en algunas apps propias de Samsung, como la app de cámara, pero no en todas. Por ejemplo, sería un puntazo hacer scroll en una página web usando el S-Pen, pero no se puede en Chrome.
Samsung DeX ha mejorado, se nota más fluido y ahora se puede usar conectando el móvil al ordenador usando un cable USB C-USB C o USB C-USB A. El primero está más indicado para portátiles y el segundo para ordenadores de sobremesa, como desde el que escribo estas líneas. Es una alternativa interesante para ciertos casos de uso (digamos, conectar el móvil a un ordenador del trabajo para proyectar una diapositiva que tienes guardada en la memoria), pero francamente, ¿para qué se usa en el día a día una versión de PC de un sistema operativo móvil cuando tengo un sistema operativo con todos mis programas ya instalado en el ordenador?
Alguno pensará que para jugar a un juego móvil o acceder a alguna aplicación como WhatsApp, pero para jugar a un juego móvil con una interfaz adaptada al móvil tengo el móvil y para acceder a WhatsApp tengo WhatsApp Web o la app de escritorio. Es de esos extras que Samsung está intentando potenciar (véase la integración con Linux), pero que al menos a mí no me ha aportado demasiado. Es curioso de ver, pero no algo del día a día. Como el S-Pen.
Bixby también ha mejorado, te entiende mejor y la configuración de la voz es más sencilla, pero sigue quedándose detrás de Google Assistant, que es el asistente que al final he acabado utilizando en el día a día. Al menos ahora no molesta, porque Samsung ha unificado el botón Home y el de Bixby en uno solo. Un toque bloquea y desbloquea el móvil y una pulsación prolongada invoca a Bibxy. Ojo, para apagarlo hay que dejar pulsado el botón Home y el de volumen abajo a la vez.
En resumen, hay muchas cosas que pueden aportar valor a cierto grupo de usuarios, pero que no se aprovechan en una rutina normal. No todos los días vas a aprovechar el S-Pen, Samsung DeX o Bixby, y con esto no quiero decir que no merezcan la pena o que Samsung tenga que dejar de implementarlas, nada más lejos de la realidad. Al contrario, creo que le dan esa seña de identidad a la gama Note y que los usuarios de la gama Note podrán exprimir al máximo.
Cuatro cámaras versátiles que dan juego
Como casi todo gama alta que se precie, el Samsung Galaxy Note 10+ monta en la parte trasera un lote muy completo de cámaras cuyo fin no es otro que la versatilidad. En concreto, tenemos un gran angular de 77º, un ultra gran angular de 123º y un telefoto de 45º con dos aumentos ópticos, así como un sensor de profundidad VGA que, realmente, se aprovecha cuando usamos el modo retrato.
Este conjunto de lentes permite conseguir diferentes encuadres en una misma escena, algo que puede dar mucho juego a los usuarios más avanzados. Todo sea dicho, no habría estado de más implementar un zoom óptico a la altura de OPPO o Huawei, pero vaya, el cuarteto de sensores de comporta y ofrece unos resultados más que aceptables. Para muestra, un botón.
El nivel de detalle cuando la luz acompaña es sobresaliente. La imagen que tienes bajo estas líneas ha sido tomada con el sensor gran angular, es decir, el principal, acercando la cámara a las llaves. Si ampliamos veremos que, aunque la imagen está ligeramente lavada (los males del postprocesado), se pueden observar las muescas y los detalles.
Por poner un "pero", en algunas escenas los colores tienden a salir más saturados de la cuenta, sobre todo los verdes y los azules. Esto es algo que dependerá de la persona. A mí, personalmente, me gusta más cuando la foto muestra lo que estoy viendo y no una visión idealizada de la escena, pero insisto, dependerá de cada uno.
De noche, la gestión de luces altas y la interpretación de los colores es correcta. Se conserva un nivel de detalle más que digno, incluso con el gran angular, y los resultados son positivos. Sin activar el modo noche, el Galaxy Note 10+ consigue sacar una buena escena con cualquiera de las tres lentes, por lo que me ha dejado muy contento en este sentido.
Sin embargo, cuando ponemos el modo noche el móvil se esmera en que una foto tomada a las 23:00 parezca sacada a las 19:00. Ocurre como con la saturación de los colores, habrá a quien le guste una foto más luminosa y habrá quien busque algo más fiel. Más abajo puedes ver la misma foto tomada en automático y en modo noche para que juzgues por ti mismo. A mí el modo noche no me convence porque no es lo que estoy viendo con mis ojos y, sinceramente, me gusta más tener las luces más apagadas (porque es una escena nocturna) que una iluminación artificial fruto de una larga exposición.
En cuanto al retrato, lo cierto es que me ha sorprendido para bien. El desenfoque se aplica de forma gradual, el recorte es preciso incluso en zonas complicadas como el pelo (aunque no perfecto, fíjate en el espacio entre mi brazo derecho y la camiseta en la foto superior) y el efecto se puede aplicar usando el gran angular y el ultra gran angular. El modo retrato se comporta muy bien tanto de día como de noche, aunque en escenas nocturnas el nivel de detalle se reduce un poco.
Modo retrato de día
Modo retrato de noche
Pasamos así a hablar de los selfies, primero sin modo retrato. No se le pueden poner ni una sola pega, simple y llanamente. El detalle es correcto, el HDR consigue recuperar cielos quemados y detalles del fondo y la escena global es correcta. De noche, sin embargo, no me ha convencido demasiado para ser un gama alta. El nivel de detalle es mucho más bajo y la imagen sale muy lavada. ¿Es un mal selfie para ser una foto de noche? No, pero habría agradecido una mayor nitidez.
Selfie de día
Selfie de noche
Hablando de los selfies con modo retrato, los colores tienden a salir más saturados de la cuenta (de nuevo, depende de los gustos de cada uno) y el recorte es mucho más agresivo. Eso sí, el bokeh se aplica de forma gradual y el nivel de detalle es exquisito, así que la experiencia global es positiva. De noche, el recorte sigue siendo igual de agresivo, aunque preciso, pero el detalle cae.
Modo retrato selfie de día
Modo retrato selfie de noche
En resumen, la cámara del Samsung Galaxy Note 10+ apunta alto, pero un poquito más de nitidez y un procesado menos agresivo no le habrían venido nada mal. Con esto no quiero decir que sea una mala cámara, nada más lejos de la realidad. Los sensores sacan pecho y ofrecen resultados más que notables, pero a un gama alta hay que pedirle lo más de lo más y hasta los detalles más nimios cuentan.
Un mes de uso con el Samsung Galaxy Note 10+
Tras haber usado el Samsung Galaxy Note 10+ como mi móvil de diario y haberme acostumbrado a su tamaño, lo cierto es que me llevo un sabor de boca dulce, pero no excelente. Estamos ante uno de los móviles más caros del mercado con permiso de los nuevos iPhone, y hay ciertos detalles que no permiten que la experiencia sea completamente redonda.
La pantalla es una gozada en cuanto a brillo, calidad, colores y rendimiento, pero las curvas se quedan relegadas a un segundo plano. Si no tuvieran una sensibilidad tan alta y no hubiera tantos toques accidentales, le pondría un 10 sin lugar a dudas, pero la experiencia en el día a día ha sido un poco "Vaya, otra vez he adelantado el vídeo 10 segundos sin querer". Ahora, si te gustan las pantallas curvas, con el Note 10+ vas a tener una experiencia maravillosa.
El rendimiento es más que correcto. No soy de jugar mucho en el móvil, pero no puedo evitar echarme algunas más de las que me gustaría partidas a 'Mobile Legends', 'Pokémon GO' y 'Chess Russh'. Poco hay que decir, se mueven en máxima calidad, con los gráficos al máximo y sin un solo ápice de lag. Por poner un "pero", me habría gustado una mejor gestión de la temperatura, pero eso no quita que la experiencia sea sobresaliente. Otro tema es One UI, que es muy bonito y funcional, pero sigue dando algún que otro tirón que no procede en un buque insignia.
En cuanto a la autonomía, suficiente pero no destacable. Siete horas y media de pantalla están bien para llegar al final del día sin preocuparte y la carga rápida brilla por sí misma, pero hay alternativas en el mercado que superan las ocho horas de pantalla activa y llegan hasta las diez horas. En mi mes de uso no he necesito más batería, al César lo que es del César, pero es un punto que considero que debe tenerse en cuenta.
De la cámara poco hay que decir que no se haya dicho ya. Las tres lentes dan mucho juego y he disfrutado mucho usándolas, tanto como lo he hecho con el modo retrato de día. Con buena luz los resultados son muy buenos, más aún si te gustan los colores ligeramente saturados, y de noche la cámara se comporta como una campeona. Decir que a mí no me convence el modo noche, pero oye, ahí está para el que quiera usarlo o para salvar escenas más complicadas.
En resumen, el Samsung Galaxy Note 10+ compite contra los más grandes del mercado (literalmente) y es un hueso duro de roer. Tiene muchas funciones accesorias como el S-Pen o DeX que, aunque no se usen mucho en el día a día, están presentes para que el público que sí las use no las eche de menos y, en términos globales, es muy móvil recomendable. Con sus más y sus menos, sin duda, pero es un gama alta en toda regla que ofrece todo lo que cabría esperar de un dispositivo de este rango de precios.
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