Samsung consideró que su serie A no debería esperar a renovarse tanto como la S y los Samsung Galaxy A6 y A6+ llegaron medio año después de los Samsung Galaxy A8 y A8+. La idea se mantuvo pero se actualizaron a varios niveles, lo cual hemos podido comprobar a fondo tras un mes de uso con el Samsung Galaxy A6+.
En su análisis inicial nos gustó bastante a nivel de diseño y otras prestaciones, pero mientras hemos mantenido algunos pareceres en otros aspectos la opinión ha cambiado tras unas semanas con él. Así que pasamos a explicar esto punto por punto.
Samsung Galaxy A6+ (2018) tras un mes de uso, review en vídeo
Una pantalla que nos lleva al pasado
Lo que predetermina un poco la experiencia con este móvil lo percibimos en los primeros instantes con él: es un móvil grande (con un chasis de volumen considerable teniendo en cuenta otros móviles de pantalla de diagonal igual o mayor) que en cuanto enciendes por primera vez te muestra un blanco con un abanico de colores sobre él que no esperas. Lo hace una pantalla super AMOLED de 6 pulgadas de calidad algo por debajo de lo esperado por esta gran dosis de reflejos, viendo casos como el del Meizu Pro 7 o el OPPO R15 Pro donde no lo experimentados.
Esto molestará más o menos según la importancia que le demos a que aparezca un halo verde en cuanto volteamos la pantalla un poco (ya sea en el eje vertical u horizontal), aunque no es esto lo que más penaliza la experiencia con el panel, sino el hecho de que no discrimine los toques accidentales en el borde de la pantalla al sujetarlo (hablamos de 2 ó 3 de milímetros de apoyo). Molesta sobre todo al hacer fotografías, ya que no reaccionará a los verdaderos taps, y en general cuando nos toca dar repetidos toques para que la pantalla reaccione (o mejor dicho, detecte el verdadero tap).
En cuanto a resolución y contraste no hemos echado nada en falta. El nivel de nitidez es más que satisfactorio se trate del contenido que se trate y además tenemos las herramientas para ajustar la pantalla en cuanto a temperatura y saturación de color habituales en Samsung Experience, la capa de personalización de Samsung, los cuales detallamos en el análisis del Samsung Galaxy S9+. Nosotros nos hemos quedado con el modo de pantalla "Adaptative Display", ya que permite ajustar a nivel de temperatura y componentes del blanco en mayor grado, aunque no con tanto detalle como el regulador que ofrece EMUI.
Algo que tiene margen de mejora es el brillo, dado que cuanto más luz hay en el ambiente el brillo máximo se queda algo corto y se echa en falta cierta dosis de nits. El ajuste automático de brillo, no obstante, suele funcionar bien, con una adaptación correcta ante un cambio de iluminación y con muy pocos retrasos en esto durante toda la experiencia.
Hilando con la pantalla, hay algunos aspectos que podrían mejorarse teniendo en cuenta el buen funcionamiento que tienen en smartphones rivales. Por un lado está la activación por doble toque, que no es que funcione mal, pero obliga a que sea tocando el botón virtual de inicio (que se mantiene activo en pantalla bloqueada únicamente con Always-On, la pantalla ambiente de Samsung) y no toda la superficie de la pantalla como ocurre habitualmente.
Por otro lado está algo que repercute más en la experiencia con el panel, también en relación a Always-On. La configuración permite personalizar colores y horarios de actividad, pero no que lo haga sólo cuando elevamos la pantalla, lo cual puede suponer un extra de consumo de batería innecesario (aunque imperceptible).
Pero lo que más deberían afinar es en la sensibilidad de los widgets en la pantalla Always-on, ya que es bastante engorroso controlar la reproducción de música desde aquí cuando la ventaja de que pueda hacerse desde la pantalla bloqueada es que en teoría es más rápido y cómodo.
Caballo grande, ande o no ande
Como decíamos al principio, se trata de un terminal grande a tenor del buen trabajo en compactación que vemos en la actualidad. A misma diagonal de pantalla el Nokia 7 Plus logra un menor volumen, si bien queda por debajo del Sony Xperia XA2 Plus o su primo el Galaxy J8, ambos también integrando paneles de 6 pulgadas.
Para el tamaño que tiene al menos no se hace pesado, y algo positivo al respecto de esto es que los acabados evitan que el terminal se resbale con facilidad, tal y como ya nos pareció en el primer análisis que hicimos. Tanto los botones como el acabado y los materiales son de una calidad inferior a la de los topes de gama, pero guarda las líneas de éstos en cuanto a la curvatura de la trasera y la ubicación de las cámaras y del sensor. Y, coincidiendo también con lo que dijimos en el análisis inicial, por estas formas nos resulta cómodo (pese a las dimensiones)
Eso sí, el diseño de éste no es el mejor, dado que por la sensibilidad del mismo y por las dimensiones exige bastante a la hora de la lectura y tendremos que fijar bien nuestro dedo, sin quitarlo demasiado rápido. Eso se suma a que el reconocimiento facial no funciona muy bien, reconociéndonos el rostro en más bien pocas ocasiones y exigiendo al activación de la pantalla con el botón físico de encendido (en vez de actuar con el Always-On). Así que al final lo que más hemos usado es el lector de huellas (con el móvil en mano) o el patrón (con el móvil apoyado en la mesa).
Mucha dosis de Samsung en la experiencia con el software
Lo que antes fue TouchWiz y posteriormente se rebautizó como Samsung Experience ha cambiado mucho más allá del nombre. La capa propia del fabricante se ha ido aligerando a nivel de interfaz y peso mejorando la experiencia de usuario, pero ésta depende también de qué hardware la mueva, cómo lo haga y de las pequeñas variaciones que encontramos según el modelo de Galaxy del que se trate.
Lo que hemos notado es un lag puntual, probablemente potenciado por las apps que se estén ejecutando en ese momento (las que piden más recursos). La multitarea no suele sufrirlo y podemos recurrir a ella sin notar tirones, pero en ocasiones las apps tardan en abrirse o pasar a primer plano.
En los juegos se nota, aunque no en la partida en sí sino en la carga de menús. Pero lo realmente molesto es cuando hay tal retraso en abrir o restaurar la app que parece sea fallo de la pantalla y su sensibilidad táctil, cuando no es así al no experimentar ningún problema cuando se trata de hacer tap para otra cosa (como puede ser en enfoque manual).
Reiteramos que esto ocurre de manera puntual, pero las suficientes veces como para que sea algo que pese en la experiencia de estas semanas con el móvil. Caso a parte la app de Spotify, que tiene un comportamiento bastante anómalo, tardando en cargar elementos, con cortes en la conectividad y en ocasiones sin mostrar la notificación de la reproducción.
Por otro lado, Samsung Experience tiene añadidos sobre Android stock que resultan interesantes, como esas opciones de ajuste de pantalla que hemos comentado o una serie de herramientas de optimización que pueden ayudarnos a gestionar mejor el rendimiento y la autonomía. Algunas vienen activadas por defecto para que nos notifiquen todos los eventos (por ejemplo, que una app esté consumiendo energía en segundo plano), pero podemos ajustarlo a conveniencia.
Como teléfono Samsung que es también está presente Bixby, aunque ni como asistente directo ni con un botón dedicado como en el caso de los Galaxy S9. Aparece como pestaña accesoria o escritorio secundario mediante Google Home, mostrando las pestañas de lo que más nos pueda interesar a nivel de contenido o acceso a directo a apps.
Puede ser bastante cómodo, pero a la larga se nos acaba olvidando al ir directamente a la app que nos interesa. Quizás nos acordamos algo más de Bixby Vision, el software que como Google Lens puede servirnos como traductor de una manera bastante cómoda y eficaz.
Eso sí, si decidimos activar alguno de estos servicios propios de Samsung los tendremos en el cajón (o el escritorio) de manera definitiva al no poder desactivarse, como es el ejemplo de Reminders que instalamos a sugerencia del propio software (al "deducir" a qué hora nos íbamos a dormir, lo cual fue curioso). Podremos forzar la detención de su actividad, pero no desinstalarla ni desactivarla.
Una autonomía correcta, un altavoz diferente y unas conexiones muy conocidas
El Samsung Galaxy A6+ integra una batería de 3.500 miliamperios/hora en un volumen algo menor que el del Galaxy J8 y el Galaxy S9+, ambos con baterías de la misma capacidad. Un número con el que tenemos experiencia variable según el terminal, y que en este caso recibió una buena valoración en su primer análisis al dar medias de más de siete horas de pantalla y autonomías medias de un día y medio.
Tras un mes de uso hemos comprobado que se mantiene en cuanto a la media de autonomía, y que habitualmente podemos acabar la jornada sin tener que haber cargado el terminal más de una vez (puede que ninguna si veníamos con más de un 90% del día anterior), con una media algo más baja de horas de pantalla. Cierto es que se echa un poco en falta la carga rápida (con una carga completa en aproximadamente dos horas y 40 minutos apagado y con el cargador de serie), función que se ha extendido más allá de la gama alta desde hace tiempo.
Por otro lado está el hecho de que no incluya USB tipo C. La decisión puede haberse basado en los fundamentos que expresaron en Motorola con el Motorola G6 Play, en cuanto a que el microUSB 2.0 aún es popular y es más cómodo para los usuarios potenciales de un terminal así seguir con ello (según el fabricante), pero lo cierto es que viendo que otros terminales nuevos de gama media ya lo van incluyendo nos da un poco la sensación de detenernos en lo que parece la evolución natural de la conexión física de alimentación y transferencia de datos.
Hablando de conexiones podemos hilar con el hecho de que mantenga el jack de audio (situado en el extremo inferior, al lado del USB), y de que no figure aquí el altavoz. Éste está ubicado justo encima del botón físico de encendido, y no solemos taparlo salvo si agarramos el terminal en horizontal (por ejemplo al jugar o ver contenido multimedia), pero salvo cuando pasa esto la salida de audio es buena, con un sonido de calidad y con una buena compensación de graves y agudos.
Tenemos además algunas opciones de software para mejorar la experiencia, sobre todo con auriculares. De éstas lo que más nos ha gustado es activar el optimizador UHQ en combinación con el perfil personalizado de sonido, con lo cual se consigue más nitidez y profundidad.
La fotografía con el Samsung Galaxy A6+
En lo referente a la cámara, en el análisis inicial la tildamos de todoterreno, y bien es cierto que tiene propiedades que le dan bastante versatilidad. No obstante, sin que deje mucho que desear tampoco sobresale si tenemos en cuenta resultados de otros terminales de gama similar.
Donde más brilla es en macros con luz abundante o media, logrando conservar muy bien el detalle en el objeto en primer plano y con un desenfoque de lente acertado. Eso sí, se echa en falta la posibilidad de poder enfocar manualmente en el modo Pro más allá de bloquear el enfoque, ya que normalmente de este modo se apura al máximo la distancia mínima de enfoque.
El modo manual puede ser un recurso si queremos intentar reducir el ruido, ya que éste está bastante presente en foto nocturna o de interiores poco iluminados, aunque el alcance de esto al final es limitado y no compensa cuando queremos realizar una foto rápida. Además, para ello tiramos de reducción de ISO, lo cual suele implicar reducir la velocidad de obturación, y las fotos pueden salirnos movidas (no hay aquí estabilización óptica).
De hecho, uno de los principales problemas que encontramos en la fotografía nocturna es esto, que el disparo es lento (tanto en automático como en HDR) y suelen salirnos fotos movidas, sin que movamos el encuadre con inmediatez tras disparar. Cuando salen bien el resultado es el esperado, con esa falta de nitidez contra la que las cámaras tienen tan complicado luchar en esta situación y que se encuentra en el grado esperado.
Cuando la luz es abundante y en plano general tenemos buenos disparos, con algo de pérdida de detalle en los objetos más alejados o cuando estamos en contraluces. El HDR no es agresivo y suele recuperar cielos quemados y contornos, aunque en ocasiones la saturación y el balance de blancos cambian entre un disparo estándar y el triple del HDR.
Esta herramienta, por cierto, no tiene un acceso directo en la interfaz. Como suele hacer Samsung, tanto el HDR como la calidad de las fotos y vídeos tienen su ajuste únicamente en el menú de opciones de la app, siendo algo incómodo cambiarlo cada vez, de ahí que en el primer análisis recomendásemos dejar el HDR en automático.
Los colores varían según el disparo, aunque en general respetan la realidad si no son condiciones muy exigente. Aquí influye lo que hemos dicho, el balance de blancos y la saturación tienen un comportamiento algo irregular. Aunque tampoco determina la calidad de la fotografía y son aspectos que se pueden editar a posteriori fácilmente en muchos casos.
Como también podemos editar el desenfoque en el modo retrato, eso sí, el trasero. Ambos sistemas de cámaras (trasero y frontal) disponen de esta herramienta y en general se porta bastante bien, aunque peca de lo que solemos ver en estos modos cuando no se han perfeccionado lo suficiente y/o se fundamentan únicamente en el software: los borrones en algún contorno y que hay falta de desenfoque en el fondo (sobre todo en el de la cámara frontal).
Hilando con esto, la cámara subjetiva da buen resultado. Conserva muy bien el detalle en exteriores e interiores con luz abundante y media, y el modo retrato no es demasiado exigente, con colores realistas, aunque también sufre el comportamiento irregular del balance de blancos.
Por supuesto, no podía faltar el modo belleza. Ojo si no somos muy fans de esto, porque viene activado por defecto para el modo retrato, aplicando el ajuste genérico de la pérdida de nitidez, aunque también dispone de opciones más concretas (ojos, tono, etc.)
Lo tiene difícil para triunfar
La experiencia tras unas semanas con el Samsung Galaxy A6+ es aceptable, pero tiene bastante margen de mejora en cuanto a varios aspectos. Nos gusta mucho el audio, e incluso podría ser mejor que otros móviles de mayor gama, y también la autonomía, pero el hecho de que por un aspecto u otro sea complicado hacer un simple tap o esos lags puntuales que hemos encontrado empobrecen la experiencia.
La cámara se porta bien y tratándose de un móvil de gama media da un resultado que no dista demasiado de lo esperado, aunque tampoco logra destacar de una manera clara frente a otras propuestas como el Moto G6, que está por casi 100 euros menos o el Xiaomi Mi A2. Al menos cuenta con jack de audio y unos marcos relativamente reducidos, aunque la pantalla no aprovecha el frontal más que su antecesor el Galaxy A8+ (de hecho un poco menos, un 75,3% con respecto al 75,5% del A8+) y aunque se mantiene el metal se pierde la resistencia al agua.
La pantalla también debería sustituirse en posteriores iteraciones por un panel de mayor calidad. Aunque está muy bien en cuanto a resolución, colores y contraste, nos hace recordar los paneles antiguos en los que los "reflejos AMOLED" estaban casi a la orden del día.
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