Mi primera toma de contacto con este dispositivo híbrido que aúna la funcionalidad de un altavoz y una lámpara tuvo lugar a principios del pasado mes de abril en Milán. IKEA aprovechó, oportunamente, la celebración de la última edición de la feria del mueble en esta ciudad italiana para dar a conocer a los medios especializados este original producto, que se aleja claramente de los artículos que los consumidores esperamos encontrar en una tienda de la compañía sueca.
Cualquiera que haya visitado uno de sus establecimientos puede darse cuenta de que IKEA sabe de diseño industrial, pero... ¿de sonido? No, de sonido no. Esta es la razón por la que esta marca ha confiado el diseño acústico y la ecualización de este altavoz a Sonos, una empresa californiana con mucha experiencia en la puesta a punto de cajas acústicas y algunos de cuyos productos ya hemos podido analizar en Xataka. Precisamente este curioso maridaje entre IKEA y Sonos es lo que hace a priori tan interesante este producto. ¿Realmente se trata de un híbrido entre altavoz y lámpara con un precio «made in IKEA» y audio Sonos «de pura raza»? Esta es la pregunta a la que intentaré responder a lo largo de este análisis.
IKEA Symfonisk: un diseño estético y acústico que no deja indiferente
Desafortunadamente la sección de las páginas web de IKEA y Sonos dedicadas a este dispositivo no recoge sus características detalladas, por lo que en esta ocasión no he podido incluir en este artículo la tabla de especificaciones que publicamos en todos nuestros análisis. Me habría gustado conocer características importantes de una caja acústica como son su respuesta en frecuencia o su distorsión armónica total, y también las peculiaridades de sus altavoces y las especificaciones de los amplificadores que incorpora para excitarlos. Aun así, he podido probar este producto con la debida calma y durante el tiempo suficiente para emitir un veredicto lo más atinado posible acerca de su calidad de sonido, por lo que no conocer sus especificaciones detalladas no va a representar un obstáculo.
En las fotografías que ilustran este artículo podéis ver que el cuerpo de la lámpara, que es el elemento que hace las veces de recinto de la caja acústica, es cilíndrico. Este diseño tiene dos ventajas importantes desde un punto de vista estrictamente acústico, lo que explica por qué altavoces como el HomePod de Apple, el Echo Plus de Amazon o el Home de Google, entre muchos otros, tienen recintos cilíndricos. La primera de estas ventajas es la alta rigidez que esta forma geométrica confiere al recinto, una cualidad que incrementa la resolución de la caja acústica al evitar que el recinto vibre y emita sonido capaz de enmascarar la información musical.
La forma cilíndrica del recinto de esta lámpara-altavoz le confiere una gran rigidez y también previene la formación de ondas estacionarias dentro del altavoz. Y esto es muy bueno para la calidad del sonido
La segunda ventaja consiste en que la ausencia de esquinas en el interior del recinto previene la formación de ondas estacionarias dentro del altavoz, una característica que también tiene un impacto positivo en la calidad del sonido porque preserva la resolución de los altavoces que contiene la caja acústica y contribuye a mantener la distorsión bajo control. En lo que concierne a la amplificación IKEA y Sonos no han desvelado sus características exactas, pero podemos estar seguros de que incorpora al menos un par de amplificadores que trabajan en clase D. Los circuitos de amplificación que utilizan esta topología son los habituales en los dispositivos compactos porque su eficiencia es más alta que la de los amplificadores tradicionales que trabajan en clase A/B, que son con los que los usuarios estamos más familiarizados. Además, también son más compactos y ligeros. Por último, en lo que concierne a la conectividad este altavoz incorpora Bluetooth y WiFi.
Si dejamos a un lado su diseño acústico y nos ceñimos a su estética, en mi opinión este dispositivo es de lo más resultón. Está disponible en dos colores, blanco y negro, y el recinto está rematado por una tela transparente desde un punto de vista acústico con un tacto y un aspecto muy agradables. La base del recinto, que es de caucho de silicona, tiene solo tres botones. Uno de ellos, el del centro, nos permite reanudar y pausar la reproducción, y los otros dos nos ayudan a actuar sobre el volumen. Aunque, lógicamente, estas operaciones también podemos llevarlas a cabo utilizando nuestro smartphone, como comprobaremos en la siguiente sección del análisis.
Por último, el acabado de este dispositivo está cuidado. El vidrio de la pantalla, el policarbonato y el caucho de silicona utilizados en su fabricación tienen buena calidad. Incluso el cable de conexión a la red eléctrica está revestido en tela, lo que refleja que IKEA ha puesto mimo en este producto. No obstante, su construcción no rivaliza, por ejemplo, con el grado de refinamiento que nos propone el HomePod de Apple, cuyo recinto también está rematado por una malla de tela sin costuras muy bien acabada. Eso sí, el altavoz de Apple es mucho más caro (cuesta 329 euros frente a los 179 euros del dispositivo de IKEA). En definitiva, en este contexto este Symfonisk está a la altura de lo que podemos esperar de un producto de su precio.
Esta es la experiencia de uso que nos propone
Lo primero que es aconsejable hacer nada más extraer este dispositivo de su embalaje, antes aun de conectarlo a la red eléctrica, es enroscar una bombilla en el orificio alojado en la parte superior del recinto. Es compatible con bombillas de las clases energéticas A++ a B aunque, eso sí, es necesario que la bombilla con casquillo fino que elijamos tenga un consumo igual o inferior a 7 vatios. La bombilla no está incluida en el paquete, por lo que tendremos que comprarla aparte. Yo decidí utilizar la que recomienda IKEA, que es una bombilla LED de 400 lúmenes con código E14, etiqueta energética A+ y una capacidad de entrega de luminosidad equivalente a la de una bombilla incandescente de 35 vatios. En todo caso, cualquier otra de características similares es igualmente válida.
Una vez que hayamos colocado en su lugar la bombilla y la pantalla de vidrio podremos enchufar el dispositivo a la red eléctrica. Ahora solo tenemos que instalar en nuestro smartphone la app de Sonos, que está disponible tanto para Android como para iOS; cerciorarnos de que la conectividad Bluetooth de nuestro móvil está activada e iniciar la app. Este software identificará al altavoz-lámpara y utilizará el enlace Bluetooth para transferirle los datos de conexión de nuestra red WiFi. Después solo tenemos que indicarle en qué habitación de la casa lo vamos a instalar y en no más de dos o tres minutos el altavoz estará listo para que le enviemos nuestra música favorita. Es importante indicar a la app en qué habitación lo hemos ubicado porque este dispositivo puede convivir con otros altavoces de Sonos y otras unidades IKEA Symfonisk en una misma instalación de sonido multihabitación.
Una característica muy atractiva que esta solución de IKEA comparte con los altavoces de Sonos es que desde la app podemos emparejar dos dispositivos Symfonisk instalados en la misma habitación para conseguir que trabajen en tándem con el objetivo de reproducir la música en riguroso estéreo. También es posible emparejarlos con el objetivo no de reproducir música en estéreo, sino de integrarlos en una instalación de cine en casa para que se encarguen de reproducir los canales de efectos. En este escenario de uso pueden convivir con un abanico amplio de dispositivos de Sonos, como son las barras de sonido Playbar y Beam, la base de audio Playbase o el amplificador Sonos Amp. La base de audio o la barra de sonido se encargará de reproducir los canales frontales, y los dos dispositivos Symfonisk restituirán los canales de efectos traseros.
Desde la app podemos emparejar dos dispositivos Symfonisk instalados en la misma habitación para conseguir que trabajen en tándem con el objetivo de reproducir la música en riguroso estéreo
Por otro lado, desde la app podemos seleccionar qué música queremos enviar a nuestro dispositivo Symfonisk de la misma manera en que actuaríamos si se tratase de un altavoz de Sonos. De hecho, si tenemos una instalación de sonido multihabitación en la que conviven varios altavoces Symfonisk y Sonos podemos enviar un mismo corte musical a todos los altavoces, a un grupo de dispositivos, o bien un tema musical distinto a cada altavoz. La flexibilidad es enorme. Y como fuente podemos utilizar bien la música que tenemos almacenada en nuestro propio smartphone, bien la que nos proponen los servicios con los que la app de Sonos es compatible, entre los que se encuentran Deezer, Google Play Music, SoundCloud, Spotify, Amazon Music, Apple Music, TuneIn, Qobuz, TIDAL, Last.fm, YouTube Music o Napster, entre muchos otros. Un último apunte: Symfonisk es compatible con AirPlay 2, pero solo si nuestro smartphone incorpora iOS 11.4 o una versión posterior.
Calidad de sonido: un Sonos One a «precio IKEA»
Para poner a prueba la calidad de sonido de este altavoz-lámpara lo conecté a mi red WiFi de 2,4 GHz y le envié buena parte de los temas musicales que contiene mi repositorio en Amazon Music, así como cortes almacenados en mi smartphone que conozco muy bien y que están impecablemente grabados. Estos temas musicales abarcan un abanico amplio de géneros, como rock, pop, reggae, clásica o jazz. Algunos de ellos son 'Redbud Tree', de Mark Knopfler; 'Stir It Up', de Bob Marley; 'Glad Rag Doll', de Diana Krall, y 'Spanish Harlem', de Rebecca Pidgeon. Mi intención era comprobar cómo rinde este altavoz al reproducir música lo más variada posible.
Su extremo grave está bien definido y tiene pegada, pero se ve condicionado por la cercanía del altavoz a una esquina
En mi opinión la característica más sorprendente de este altavoz de IKEA es la extensión que tiene su extremo grave, lo que provoca que se sienta cómodo al reproducir tanto rock como música clásica, dos géneros que agradecen la presencia de un grave denso y bien definido. No obstante, la contundencia de los graves se verá claramente influenciada por el lugar en el que coloquemos el altavoz. Si está muy próximo a una esquina el extremo grave tendrá más cuerpo, pero también es probable que pierda un poco de resolución, por lo que es aconsejable que lo tengamos en cuenta para, en la medida de lo posible, «jugar» con su ubicación hasta que demos con la que nos ofrece el extremo grave que encaja mejor con nuestras preferencias.
Su habilidad a la hora de reproducir la gama media, especialmente la voz humana, es muy similar a la que nos ofrece un altavoz Sonos One, lo que deja en muy buen lugar a esta propuesta de IKEA porque esta caja acústica de Sonos reproduce las voces con un nivel de detalle muy convincente y mucha naturalidad. En cortes como 'You Make Me Feel Like a Natural Woman', de Susan Wong, o 'Love Song For a Vampire', de Annie Lennox, este altavoz se luce. Y con los agudos sucede más de lo mismo: son detallados, pero no metálicos ni estridentes. De nuevo me recuerdan mucho a los del Sonos One, una caja acústica resolutiva que tiene un precio claramente más alto que este Symfonisk de IKEA. Después de utilizarlo de una forma muy intensa durante una semana mi conclusión es que la calidad de sonido de este altavoz es más alta que la que refleja su precio, lo que le permite medirse de tú a tú con cajas acústicas con conectividad WiFi sensiblemente más caras.
IKEA Symfonisk: la opinión de Xataka
Nadie da «duros a peseta». Este altavoz-lámpara no es una ganga porque un dispositivo de este tipo que cuesta 179 euros no me parece un chollo. Pero, sin duda, su relación calidad de sonido/precio es muy, muy favorable. Incluso aunque decidamos hacernos con dos unidades para asociarlas en tándem estéreo, o bien para integrarlas en un sistema de cine en casa multicanal con una barra de sonido de Sonos. Definitivamente rivaliza sin miramientos con una caja acústica Sonos One, un altavoz del que deriva y con el que comparte una misma estética sonora. Y esto es mucho decir porque este altavoz de Sonos suena estupendamente.
Además, está bien acabado, aunque no con el mimo de, por ejemplo, el HomePod de Apple, una propuesta sensiblemente más cara que recurre a un recinto con una concepción similar. Y su diseño me parece realmente bonito, aunque esta es una apreciación muy personal. En cualquier caso, encaja bien en un abanico amplio de espacios, al margen de su decoración, lo que nos recuerda la pericia que tienen algunos diseñadores industriales de IKEA (este altavoz-lámpara ha sido diseñado por I. Vuorivirta y A. Fredriksson). ¿Pegas? Solo una relativamente relevante, y depende más de Sonos que de IKEA: la app me parece menos intuitiva que, por ejemplo, la que utilizan las cajas acústicas HEOS de Denon, una alternativa muy sólida al ecosistema de soluciones de Sonos. Pero no es nada grave en absoluto. Y, por esta razón, es difícil probar un Symfonisk y no regresar a casa con uno bajo el brazo.
Este producto ha sido cedido para la prueba por parte de IKEA. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas.
IKEA Symfonisk lámpara de mesa + altavoz WiFi en color blanco