La Casa del Dragón: resumen del episodio final de la segunda temporada

Hod2
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Una tradición poco comentada del universo de Game of Thrones -del que por supuesto hace parte House of the Dragon- es que la acción explosiva y las grandes batalllas suelen estar reservadas para el penúltimo episodio de cada temporada.

El final de la segunda temporada sigue esta fórmula con dolorosa eficiencia.

--Siguen spoilers del octavo episodio de la segunda temporada de La Casa del Dragón--

'La Reina que siempre fue'

Como ocurrió también hace dos años, la temporada 2 de La Casa del Dragón sufrió una importante filtración, con escenas clave del final que llegaron a Internet días antes de que se estrenara el episodio en HBO.

Según Variety, unos 30 minutos de imágenes filtradas llegaron a Tik Tok en una cuenta que desde entonces ha sido eliminada. Eso significa que esta semana Internet estuvo oscura y llena de spoilers.

Pero lo cierto es que pudo ser peor porque, aunque ciertamente definitivos para los arcos de sus personajes, los acontecimientos del final palidecen si se comparan con la masacre que fueron los últimos 30 minutos del episodio anterior.

Esto se debe, en gran medida, a que los realizadores decidieron dedicar casi la mitad del tiempo al innegablemente poco interesante arco de Tyland Lannister en Essos.

Lohar

Ser Tyland fue enviado a las Ciudades Libres para contratar mercenarios -piratas- que navegaran a favor de Aegon y vencieran el bloqueo de la flota Velaryon (que tiene al frente un barco insignia con nuevo nombre). Es desconcertante ver el tiempo que pasamos con él, que nunca fue un personaje principal, cuando todo indica que su causa no jugará un papel particularmente decisivo en la Danza de los Dragones.

Pocos dragones

Hablando de dragones, y quizá debido a la sobredosis del episodio 7, el final nos da apenas vistazos. Uno, al inicio, nos muestra a Vhagar tras incinerar Sharp Point. Es difícil no verlo como una forma barata de contar lo ocurrido sin escenificar una costosa escena de destrucción.

Aemond

Y Aemond… es difícil no sentir que perdió en todos los aspectos: por un lado probó no ser un mejor estratega o un mejor monarca que su hermano, y cuando, en su deseperación buscó a su hermana, Helaena, solo obtuvo de ella una lúgubre premonición: su muerte en un abismo oscuro. Dada la precisión de las profecías de Helaena, más le vale ir poniendo sus asuntos en orden.

A medida que Aemond desciende en la locura homicida, Aegon se va quedando sin opciones. Si no detiene a su hermano, será el blanco inevitable de su plan para quedarse con el trono. Pero si lo hace, deberá enfrentar el inminente ataque de los dragones de Rhaenyra sin el factor determinante de Vhagar peleando a su favor.

Aunque hay un dragón... volveremos a eso.

Una ventana hacia el futuro

Desprovisto de apuestas externas, el episodio se dedica, entonces, a resolver las internas: Aegon debe entender que su regreso al trono, si se produce, pasa por jugar con astucia sus cartas y eso, en este momento, significa huír. Jaecerys debe abandonar la rabia que proviene de su inseguridad por su linaje y asumir que sobre él caerán eventualmente los deberes de la corona.

Y, en el arco más relevante de la temporada, Daemon debe hacer las paces con el hecho de que su papel, más allá de su opinión o su ego, es apenas una parte en una historia más grande que ahora, al menos, entiende.

Lo que lo lleva a entender es una visión que es, en rigor, el inevitable guiño de la serie a la saga a la que pertenece. Por supuesto que es emocionante ver al Cuervo de Tres Ojos, al Rey de la Noche y a la Madre de Dragones. Es solo que entre más se la juega La Casa del Dragón por la profecía del Príncipe que fue prometido más amargo se hace recordar lo pobremente resuelta que esta estuvo en la serie original. La visión de Daemon equivale a una maratón de Games of Thrones y, al menos, ahora lo entiende.

Que ese entendimiento lo lleve a jurar lealtad a su reina y esposa es significativo, pero lamentablemente huele también a despedida. Lo mismo, pero con mayores dosis de ironía, puede decirse de Alicent, que en una escena que nunca fue consagrada a los libros, visita una última vez a Rhaneyra, quien fuera su amiga de infancia, para decirle que entiende ahora que se equivocó.

Rhaenyra

Rhaenyra termina la temporada fortalecida militarmente, no solo por los dragones que reclutó con su Cosecha Roja, sino por el ejército que, contra todo pronóstico, logró reunir Daemon. Su ofensiva para tomar King's Landing es inminente, pero habrá que esperar a la tercera temporada para verla. Sin embargo, molesta que nadie en su círculo, por no hablar de ella misma, vean cuán imprudente es darle un dragón a un arribista y cobarde como Ulf el Blanco.

Cole

Por eso, porque se limita a poner las fichas en el tablero sin hacer efectivamente ninguna movida, el episodio se siente anticlimático, aunque, de nuevo, ese sea prácticamente el modus operandi de Game of Thrones. Probablemente ninguna escena demuestra mejor este hecho que la escena de Criston Cole confesando sus faltas ante Gwayne Hightower y anunciando, derrotado, que él y los demás hombres en su ejército marchan hacia la aniquilación.

Así llegamos al final del episodio y al final de la temporada: con los ejércitos avanzando, los barcos navegando y los jinetes de dragones preparándose para volar. Pero hay uno que nos hizo esperar para ver a su cabalgadura y esa es Rhaena, que en los segundos finales del montaje final se encuentra, por fin, a Sheep Stealer, un dragón que en el libro no le estaba destinado, pero que de seguro domará gracias a un guiño del guion.

La escena final es una poética superposición de Alicent y Rhaenyra, en exactamente la misma posición, mirando al futuro, que ya sabemos, en el universo que creó George R.R. Martin, es oscuro y lleno de terrores.

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